El tema del libro, y de la exposición, es
la falta de libertad, el alto precio que hay que pagar por alcanzarla: «Cuanto más libre eres, más alto es el precio». El trabajo del artista, dice Zabala, «es
gestionar sus miedos. Siempre los tenemos». Ya ha trabajado antes en otros proyectos relacionados con pintores: «El tapiz misterioso», «Al di là papà!
Chardin tra le righe» y «El Museo del Prado». En su trabajo se aprecia la huella de artistas como
Klee,
Matisse y, especialmente,
Hokusai. «Me interesa todo el mundo oriental. Mis maestros proceden del Este de Europa, crecí con ellos». ¿Va dirigido este proyecto más a niños o a mayores? «Nunca me pregunto a quiénes van dirigidos mis proyectos.
Me gusta hacer pensar a los niños, son lo suficientemente inteligentes para comprender un trabajo como éste».
Uno de los problemas de la ilustración, advierte, es que «es un enorme cajón de sastre donde cabe todo».
Premio Nacional de Ilustración en 2005, cree que pocos países en el mundo pueden presumir de tener
un nivel tan alto de ilustradores como España –«somos un referente»–, pero se lamenta del
escaso apoyo público para tener un reconocimiento internacional:«
Hace dos años que España no tiene un “stand” en la Feria de Bolonia, la más importante del sector». También, de la escasa presencia en museos nacionales. Por contra,
se deshace en elogios hacia el Museo ABC: «
No tiene parangón en el mundo. Debemos fecilitarnos por tener la suerte de que exista este museo, tan bonito, tan serio, con
una programación de tanta calidad. Es nuestra casa».
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