En el taller de Picasso
Una frase atribuida a Picasso, de esas que contribuyen a alimentar el mito, es “la inspiración existe, pero tiene que encontrarte trabajando”. El pintor, uno de los más prolíficos de la historia del arte, murió a los 92 años y nunca dejó de trabajar, reinventándose incansablemente hasta el final.
La exposición sobre Picasso, en la Fundación Mapfre de Madrid, nos abre las puertas de los distintos estudios del pintor a lo largo de su vida. Desde el París más bohemio a Notre-Dame-de-Vie, en Mougins, en la Provenza donde reposan sus restos.
Autorretrato con paleta, 1906, Philadelphia Museum of Art © Sucesión Pablo Picasso, VEGAP, Madrid, 2014
Podemos adentraros en el taller del artista a través de veinte fotografías, tomadas por su última esposa, Jacqueline Roque, y por el fotoperiodista David Douglas Duncan, en las que Picasso aparece pintando o conversando con su amigo y marchante Kahnweiler. Aunque quizás lo más impresionante sea verle sentado en soledad frente a varios de sus cuadros, con esa mirada suya fija y penetrante, en esa parte menos conocida del trabajo de un artista que es la reflexión sobre la propia obra.
Composición puerta y llave, 1919, Colección Marina Picasso © Sparte, Mr. Patrick Goetelen / Sucesión Pablo Picasso, VEGAP, Madrid, 2014
Pero por encima de todo, en la exposición hablan del modo de trabajo de Picasso sus propias creaciones: cerca de 80 lienzos y 60 dibujos y grabados, que muestran su trayectoria desde los años veinte hasta el final de sus días.
Partimos del Picasso que está en plena transición del cubismo a un clasicismo de aires surrealistas. Ha viajado a Roma con los Ballets Rusos de Dhiagilev y está fascinado por el pasado clásico. Un estilo que utiliza para retratar a su amante Marie Thérèse Walter, que encarna la pasión renovada del artista tras su separación de la bailarina Olga Khokhlova. Surge entonces una nueva figuración femenina, hecha de formas curvilíneas, que el pintor reproduce en los bodegones y paisajes.
Mujer joven con mandolina, 1932, University of Michigan Museum of Art © Sucesión Pablo Picasso, VEGAP, Madrid, 2014
La Guerra Civil española acaba con esta alegría. Picasso pinta naturalezas muertas con cráneos y cabezas de toro. En los retratos de esta época, las mujeres lloran de dolor.
Cráneo de toro, fruta y jarrón, 1939 © The Cleveland Museum of Art / Sucesión Pablo Picasso, VEGAP, Madrid, 2014
Tras la Segunda Guerra Mundial, Picasso se muda a la Costa Azul. Compra la villa La Californie en Cannes, que comparte con Jacqueline, protagonista de muchos de sus lienzos. Vuelve la felicidad. Sus obras reflejan el mar y la naturaleza que ve desde la ventana del taller. Pero, en secreto, el artista está inquieto. Da vueltas en su cabeza a una idea, a un tema que se ha convertido en obsesión: el pintor y la modelo.
El taller, 1955 © Tate, London 2014 / Sucesión Pablo Picasso, VEGAP, Madrid, 2014
Picasso se pinta a sí mismo pintando, una y otra vez, siempre con los mismos elementos: la paleta (la exposición incluye diez paletas originales del artista), una cortina que enmarca el espacio, la modelo y, por supuesto, el pintor, él mismo, cada vez más envejecido. Picasso ve de cerca la muerte y se pregunta por la esencia de lo que es ser pintor.
El pintor y su modelo, 1963 © Centre Pompidou, MNAM-CCI, Dist. RMN-Grand Palais / Bertrand Prévost / Sucesión Pablo Picasso, VEGAP, Madrid, 2014
Esta exposición nos permite compartir esa búsqueda del artista sobre el sentido de su existencia. Muchas de las obras pertenecen a colecciones privadas y apenas se han mostrado en público, como un autorretrato (Hombre en el taburete, 1969), presentado una única vez en Avignon en 1970.
Si el famoso cuadro Autorretrato con paleta de 1906 abre el recorrido, este otro lo cierra, mirándonos fijamente a nosotros los espectadores, desde el espacio de experimentación del taller, con sesenta años y toda una vida de diferencia.
Picasso en el taller. Fundación Mapfre, Madrid. Hasta el 12 de mayo.
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