1 de marzo de 2014

Exposiciones y pintura por encargo

Arturo Camacho

vestigador del Colegio de Jalisco

La exposición Pintando la educación,  selección de pinturas que sirvieron como portada de los libros de texto gratuito es prueba de que un nombre reconocido no siempre  es garantía de creatividad y calidad artística.
Son cuarenta pinturas que pueden ser observadas en dos bloques, unas realizadas para portadas publicadas entre 1960 y 1970 y las segundas entre 1982 y 1992. David Alfaro Siqueiros, Roberto Montenegro o Jorge Gonzáles Camarena, por citar alguno de los 38 autores participantes, como que no estaban muy convencidos de pintar héroes para los niños. Sus figuras son casi de bronce por lo duro del dibujo y  la expresión. Si acaso alguna pincelada de arrebato en el fondo identifique a Siqueiros o algún elemento ornamental a Montenegro.
Mayores cualidades artísticas se aprecian en las del segundo grupo, en este conjunto conviven piezas de la abstracción a la nueva figuración, el catálogo incluye a Leonora Carrington, JoyLaville, GuntherGerzo; Alberto gironella; Brian Nissen, Roger Von Gutten; considerados dentro de la generación de ruptura, excelentes exponentes de la nueva pintura mexicana que se produjo en la segunda mitad del siglo XX, alejada de toda la iconología y narrativa que había gestado la llamada pintura mural mexicana de fuerte carácter social. Todas son pinturas amables, Leonora Carrington sólo se atrevió a representar un pájaro gigante frente a la pareja formada por una mujer y un niño. Llama la atención el fino dibuja que sustenta la escena escolar realizada por Rafael Cauduro.
Se trata en suma de una exposición digna para la casa de la cultura de Zamora o Silao [con todo respeto] en donde parte de los objetivos es formar nuevos públicos que puedan apreciar de manera clara esta evolución de la pintura en México del discurso nacionalista a la pintura de libre expresión por el gusto de formas y colores.
La exposición ya se había presentado en 2011 en el Museo Trompo Mágico, dirigido a un público infantil que la disfrutó y aprovechó, es por ello que nos preguntamos  ¿Qué hace esta exposición en el  Instituto Cultural Cabañas, bicentenario recinto considerado patrimonio mundial? En esta  aparente simpleza de una exposición se encierran muchos signos de política cultural del que suponíamos  “antiguo régimen” que ha regresado con el nuevo gobierno de gente joven y viejas prácticas, en este caso el nombramiento de una directora general en el que pesaron más sus relaciones políticas que su capacidad y formación para desempeñar un puesto de tal magnitud, la exposición también se ve como encargo parte de ese entramado que los ciudadanos y usuarios de los servicios culturales creíamos superado.
El día que fui a ver la exposición un ruidoso bullicio llenaba  el patio mayor, una estación de noticias celebra su aniversario, al parecer no tiene  mucha audiencia, sólo están ocupadas unas cincuenta de las trescientas sillas emplazadas, eso no parece importar al escuchar el carnet de invitados, el director de la televisora pública y su coro de comentaristas políticos; aquí no importan los reglamentos de un edificio de las características del Cabañas lo que cuenta son las opiniones a favor de la política local que puedan cosecharse apoyando esta actividad. En el área norte del edificio es visible la humedad que ya afectan sus piedras. La paradoja que el ciudadano interesado en la difusión de la cultura y la  conservación del patrimonio no entiende es, ¿Por qué si el Cabañas es la sala de recibir de la clase política de Jalisco, lo tiene en tal descuido? No sólo en lo material sino también en la calidad de sus exposiciones.  

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