4 de abril de 2014

El pintor Eugenio Ponz Nomdedeu

Camins de l´Alcoraa
Por Vicent Albaro
elperiodic.com
La pintura es una de las artes más valiosas y en las que el ser humano más se reconoce. Desde los angostos abrigos rocosos, en cuyas toscas piedras, se representan las primeras exposiciones pictóricas, el hombre ha buscado en la pintura un elemento expresivo de primer orden, para manifestar no tan solo su esmerado arte, sino su inquietud intelectual y el ansia de comunicarse.
En mi casa siempre se ha valorado mucho la pintura, decir pintor en la familia paterna, era sinónimo de reverencia y admiración, era un aldabonazo al recuerdo de los “abuelos Álvaro”, ilustres pintores de la gran fábrica del Conde de Aranda, cuyo último exponente fue el bisabuelo Cristóbal, que en los últimos años de su vida aún pintaba sobre barro cocido. Era en la renombrada alfarería de los hermanos Nomdedeu, decoraba con magistrales trazos arandianos usando manganeso, no en la brillante base blanca e impoluta de la Fábrica, sino sobre el tiesto basto y seco de botijos y cántaras. Así que cualquier pintor por modesto que sea, encontrará entre los de mi saga, un reconocimiento reverencial por una sensibilidad incubada desde la cuna, como estigma de herencia familiar y costumbre innata.
El Museo de la Cerámica de Alcora, a través de la concejalía de cultura del ayuntamiento, recoge una amplia exposición de obras del pintor alcorense Eugenio Ponz Nomdedeu, son cerámicas en todas sus variantes modelables: murales, placas, cornucopias, beniteras, platos, jarras, escribanías, mancerinas…todo el arquetipo de la inmortal cerámica de Alcora, decorada por este hombre que de la pintura ha hecho virtud, en una obra tan preciosa como preciosista. A Eugenio Ponz Nomdedeu hay que observarlo con perspectiva atemporal, con mirada académica y rigor magistral. Él en su arte, está fuera de toda comparación posible, o en su caso emparejado con los mejores dibujantes y maestros de la Real Fábrica del s. XVIII, conocedores como nadie de los secretos del dibujo clásico, y pintar sobre esmalte con la retahíla de dificultad, sorpresa e inquietud que ello entraña. A Eugenio hay que arrancarle la vitola localista y catapultarle a lo más alto, ya que es allí donde mora su abnegada manufactura. Vivimos en una tierra que a veces y no siempre, pero si muchas veces, lo próximo no nos da la suficiente perspectiva para acreditar el gran valor intrínseco que tiene. Y este es el caso de Eugenio Ponz como pintor ceramista y como ser humano, pues rebasa con mucho el área local y regional.
Su dibujo escrupuloso abarca con decisión el más mínimo detalle, y ello se refleja con mayor énfasis en la figura humana. Nada se distorsiona porque las esencias pictóricas están fijadas sobre el soporte, gracias a una clara concepción plástica y estética, a una caligrafía dulce, escrupulosa, delicada, tonal y cromática. La paciencia monacal para tejer las puntillas clásicas, en forma de grecas y volutas, con un trazado casi matemático dando fe de una finura delicadísima en ese ritual iniciático, de quien posee -no solo los conocimientos técnicos y artísticos para crear la obra-, sino sensibilidad y una vasta cultura que armoniza en un todo vigoroso, íntimo y a la vez esplendorosamente amoroso. Porque en esta exposición de Eugenio Ponz Nomededeu, recomendable de todas, todas; ya que él es, probablemente sino el mejor, uno de los mejores pintores de cerámica vivos, y nos muestra sin tapujos, el amor en mayúsculas de su vida: LA CERÁMICA. Y por si alguno aún no lo ha acabado de entender, la cerámica a nuestro pueblo se lo ha dado todo. Y se lo puede seguir dando, si las cosas se hacen bien. Eugenio Ponz en su obra vital, es un buen ejemplo de ello, una parábola viva, un espejo en el que mirarse de arriba a abajo, y de fuera a dentro.
La singularidad de Alcora está en la cerámica, en su cerámica, la clásica y la moderna. La suntuaria y la cacharrera, la artesanal y la industrial. Lo aprendieron nuestros antepasados a base de fracasos, renuncia y sufrimiento, nunca a este pueblo le fue mejor en la historia, y sus habitantes fueron más felices, que cuando la cerámica estaba en el centro de su vida y desvelos. Toca reinventarse y rápido.
A tenor de esta primaveral exposición del Museo, diversos patrocinadores han confeccionado un espléndido libro catálogo titulado: “Eugenio Ponz Nomdedéu-Excelencia en Cerámica”. Hay escritos del director del museo Eladio Grangel, de Antonio Gascó, Eugenio Nomdedeu, hijo; la traducción al inglés de su nieta María, con una presentación de la alcaldesa Merche Mallol. Y por supuesto, un amplio catálogo de piezas del artista a todo color, procedentes del autor y de colecciones públicas y privadas. Un trabajo muy interesante sobre los pintores de la Real Fábrica del Conde de Aranda, y una biografía documentada y curiosa del pintor, que también fue alcalde de la población en las primeras elecciones democráticas. De esta época también hablaremos porque como alcalde, aparte de conseguir notables mejoras para la población, logró concitar consensos políticos inmersos en aquel “Espíritu de la transición”, que tanto se echa de menos en estos tiempos revueltos. Pero esa es otra historia.
Epilogando puedo decir que, la obra de Eugenio se expone en el museo y está al alcance de la mano. Pero en otros lugares también puede admirarse, como en la ermita de san Vicente Ferrer, allí se expone un precioso mural sobre el bautismo del taumaturgo valenciano. En la Plaza Nueva, un tambor metálico, decorado con sus cerámicas alusivas a la semana santa alcorina, y en la capilla de la comunión de la iglesia parroquial, dos lienzos de gran tamaño que representan a la Virgen Dolorosa con San Juan, y el lavatorio de los pies –fragmento de Jacopo Robusti-, y como ocurre con los grandes lienzos de José Cotanda en el Calvario, Eugenio Ponz Nomdedeu, ya ha hecho historia. Su arte vuela tan alto como la grandeza de su carácter afable, comunicativo y sencillo.
He buscado la mejor perspectiva para dibujar a grandes trazos, la figura de este hombre excepcional, tan cercano y doméstico, y no por ello menos admirado y valorado. Gracias maestro por tu valiosa aportación a la cultura en mayúsculas de nuestro pueblo.


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