MADRID. HASTA EL 4 DE JULIO
La modernidad en la escultura de Baltasar Lobo se expone en Galería Leandro Navarro
Baltasar Lobo, Al Sol, 1982
Iniciado en el dibujo y el modelado en Valladolid, ingresa en Bellas Artes en la Academia de San Fernando de Madrid. Tras el trágico paréntesis de la Guerra Civil, se exilia con su mujer en París empujado por la situación de penuria que reinaba en todos los ámbitos de la vida española. En la meca del arte contemporáneo, entra en contacto con Picasso, Julio González y Henri Laures quienes le introducen en el círculo de artistas de Montparnasse. Conoce de primera mano a los grandes protagonistas de la vanguardia histórica que influirán en su obra: Brancusi, Archipenko, Modigliani… y en 1945 hace su primera aparición en público junto a obras de Leger, Picasso y Matisse en la colectiva de la galería Vendome.
A partir de aquí la producción de Lobo en el campo de la escultura en piedra y bronce supone una progresiva contribución a la renovación del lenguaje artístico moderno. Pronto se sintió atraído por la figura humana como principal inspiradora de formas anatómicas reducidas a la línea curva esquemática y la limpieza total de siluetas y volúmenes. En este sentido, algunas de sus obras recuerdan al británico Henry Moore, aunque en Baltasar Lobo siempre encontramos la impronta ibérica y expresionista que había inaugurado Picasso tiempo atrás. Una huella que perdurará hasta obras tardías como Cabeza de Toro, de 1981.
Esta pieza junto a trece más de distintas épocas componen la bella muestra que nos ofrece ahora la galería Leandro Navarro. Se trata de la cuarta celebrada en esta sala sobre un artista inolvidable a quien con sobrado merecimiento se le rinde hoy pleitesía. Evento que se suma a otros de vital trascendencia como es la apertura del museo Baltasar Lobo en el Castillo de Zamora cerca de Cerecinos de Campos, su pueblo natal.
(Galería Leandro Navarro, c/ Amor de Dios 1, de Madrid. Hasta el 4 de julio)
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