Era la mujer más hermosa e inteligente que había conocido, aunque aún no había quedado con ella. Todos sus amigos iban detrás, pero ninguno lograba su atención más allá de una cita. Sólo le gustaba hablar de arte, del proceso creativo, de lo que hace que concibas una obra casi sin darte cuenta.
Un día él decidió arriesgarse, se citaron en un café del centro y le contó una historia que le había contado un amigo.
Todo comenzó con el trabajo de campo que llevaba a cabo un folclorista rumano. Parece ser que en una aldea le hablaron de
una balada sobre un novio embrujado por una celosa hada que lo empujó a un precipicio unos días antes de la boda. Un grupo de pastores encontró el cadáver del joven y lo llevó a la aldea, donde la novia le cantó un precioso lamento funerario. A su pregunta de cuándo ocurrió tal acontecimiento, dijeron al folclorista que había sido mucho tiempo atrás: in illo tempore. Ante su insistencia, admitieron que los hechos se remontaban cuarenta años y que la novia todavía vivía. Sin embargo, cuando el folclorista se entrevistó con ella (ya una señora mayor), esta le aseguró que su novio se había caído por un barranco, y murió horas después entre dolores terribles. Después de regresar a la aldea, el folclorista contó la verdadera historia, pero la gente le dijo que la vieja había tenido que olvidarse de todo después de tanto tiempo, y volverse loca.
Permanecieron en silencio unos minutos, y cuando él ya desesperaba y estaba a punto de pedir la cuenta al camarero y rendirse a la evidencia, ella le sonrió y le dijo que le apetecía tomarse otro café.
No hay comentarios:
Publicar un comentario