En la exposición ‘los retratos de Goya’,
que acaba de inaugurarse en la National Gallery, de Londres, echamos a faltar la obra ‘Duelo a garrotazos’, pintura realizada por el artista para decorar su casa madrileña, conocida como la Quinta del Sordo, dentro del conjunto Pinturas Negras que hoy se exhiben en el Museo del Prado;
porque, creemos, es un gran retrato; el de los españoles de su tiempo y de toda la historia contemporánea. Impresión que se pone de manifiesto ante las posiciones sociopolíticas que dividen a la nación española cuando, a los conciudadanos, se les cataloga como buenos y malos, izquierda o derecha, porque con ello siempre hay quien se beneficia y hace carrera.
Garrotazos entre constitucionalistas y absolutistas; liberales y conservadores; carlistas e isabelinos, republicanos y monárquicos… con una serie de partidos obsesionados en ‘dividir’ para sacar la mejor de las tajadas y así llegar al Gobierno donde siempre hay mucho que repartir entre correligionarios. No es una opinión, sino la realidad que se transmite por los medios de comunicación y se palpa siguiendo las secciones del Congreso de los Diputados o del Senado, donde cada grupo se empeña en los respectivos intereses, sin tener en cuenta que han sido elegidos por la ciudadanía para que la Administración del Estado funcione y España sea una nación de iguales, próspera, con políticas que nos lleven a un futuro mejor.
En las Cortes se debate a garrotazos como si los grupos, gobernante y oposición, fuesen enemigos naturales a los que hay que eliminar, aún a sabiendas que los perjudicados con esos comportamientos son los españoles que les pagan sus sueldos. Porque estos políticos sólo debieran estar para procurar el bien común, nunca para medrar haciendo carrera política con la vista puesta en el ordeno (u ordeño) y mando, con las manos en los presupuestos generales del Estado, al que deben servir, cada uno en su responsabilidad.
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