20 de diciembre de 2015

Pasando listas a la historia

Shaun Usher, repasa la obsesión del ser humano, famoso o anónimo, por ordenar la realidad y sus deseos
Marilyn Monroe, autora de dos de las relaciones incluidas en «Listas memorables»
Marilyn Monroe, autora de dos de las relaciones incluidas en «Listas memorables» - Efe PABLO MARTÍNEZ PITA - @abc_culturaMadrid
Siempre es un buen momento para hacer una lista, y sobre todo ahora que estamos en una época especialmente propicia: hay que hacer la de los Reyes Magos y, nada más terminar esta, la de los buenos propósitos para el año que entra.
 El caso es que el ser humano necesita racionalizar sus conocimientos, sus deseos, sus sentimientos... y para eso, lo mejor es ordenarlos. Desde los asuntos más nimios, como la lista de la compra, a los más trascendentales, como la tabla periódica de los elementos.
Shaun Usher (Saint Albans, Reino Unido, 1978) es un escritor británico que tuvo un éxito considerable con su anterior recopilación, «Cartas memorables». En él, como bien indica el título, recogía misivas especialmente relevantes o curiosas, como la que envió Gandhi a Hitler para convencerle de los beneficios de la paz, o la de Clementine Churchill a su marido para rogarle que dulcificara su carácter, no solo para hacerle la vida más agradable a ella misma, sino también a sus colaboradores.
Su nueva obra es consecuencia de la labor de investigación realizada para la primera en archivos de medio mundo. Se trata de «Listas memorables» (ed. Salamandra), cuyo antetítulo es «Sucintas o detalladas, personales o públicas. Más de ciento veinte listas confeccionadas por gente anónima y personajes célebres de la Historia», y para cuya elaboración el autor ha empleado cinco años de trabajo.
La primera lista que aparece en sus páginas es una hoja de 1968 encabezada con la frase «notas para hacer hoy» y que está escrita por el músico Johnny Cash de su puño y letra. Es algo tan cotidiano como la enumeración de actividades para el día, pero con un encantador toque romántico. Además de «practicar con el piano», «no fumar» o «ir a ver a mamá», no hay que olvidar «besar a June», y a continuación «no besar a nadie más». Estuvo enamorado de su segunda mujer hasta el final de su vida, 35 años más tarde.
Si nos atenemos al punto de vista cronológico, la lista más antigua data del 1250 a.C., con un fragmento de piedra caliza procedente del antiguo pueblo egipcio de Deir el Medina, donde residían los trabajadores que construyeron el Valle de los Reyes. Se trata de los diferentes motivos aducidos por estos para no acudir al trabajo. Las excusas son bastante variopintas: desde el más habitual de «enfermo» a «su esposa estaba menstruando» (de esta hay varias), «le dolía un ojo» o «tuvo que amortajar a su madre».
Del Antiguo Egipto también se cita un papiro del 1220 a. C., que es ni más ni menos que una parte del «Libro de los Sueños». En él encontramos interpretaciones a los sueños. Por ejemplo, soñar que a uno le muerde un perro significa, según el escriba, que estás bajo el influjo de la brujería.
Por estas páginas desfilan los escritos de gente celebérrima y otros que no lo son tanto. Entre los primeros, encontramos el diccionario escrito porBenjamin Franklyn, considerado uno de los Padres Fundadores de los Estados Unidos, quien en 1737 se divierte haciendo una relación de 228 maneras de describir a un borracho, dependiendo del grado de mareo que lleve encima. Por ejemplo, «alegre», «atolondrado», «como el príncipe Eugenio», «como una esponja», «discute con Napoleón», «ha olvidado su nombre», «jocoso», «merluza», «no le teme a nadie», «ofuscado» o «se arrima a las paredes».
Hay asuntos más serios, como una página de la libreta de Leonardo da Vincisobre tareas pendientes (entre otras, «describir la lengua del pájaro carpintero y la mandíbula del cocodrilo»); los 16 libros recomendados por Ernest Hemingway en 1935 a un joven admirador: el posible reparto de «El Padrino»escrito por Francis Ford Coppola en 1970, en el que aparecen apuntados Robert De Niro y y Dustin Hoffman, además de Al Pacino, como candidatos a interpretar a Michael Corleone.

Muchos consejos

Otra de las características del ser humano es su facilidad para dar consejos. Aquí encontramos una amplia variedad, como los de Edna Woolman Chase, directora de «Vogue» entre 1914-1952, sobre cómo alcanzar la elegancia (empieza con «estúdiate con la mirada implacable de tu peor enemiga»; o los del tercer presidente de EE.UU., Thomas Jefferson para afrontar la vida cotidiana («cuando estés enfadado, cuenta hasta diez antes de hablar; si estás muy enfadado, hasta cien»): los del inclasificable músico Captain Beefheart para tocar la guitarra (comienza con «escucha los pájaros»); los deChrissie Hynde para ser una rockera como es debido («¡depílate las piernas, por Dios!»), o los de Billy Wilder para futuros guionistas. Los que tengan la aspiración de ser escritores, agradecerán los once mandamientos de Hernry Miller. Entre ellos, «olvida los libros que quieres escribir. Piensa solo en el libro que estás escribiendo».
Son comprensibles las dudas de Charles Darwin sopesando los pros y los contras del matrimonio (a favor: «Dios mío, es intolerable la idea de pasar toda la vida como una abeja asexuada, trabajando, trabajando y nada más; en contra: «No estar obligado a visitar parientes»). El escritor Rudyard Kipling expuso a su hija de doce años las reglas básicas para vivir en Londres («no intentes descolgar pinturas de la National Gallery»). Y Thomas Edison y sus ayudantes, en noviembre de 1877, barajaron varios nombres para bautizar al finalmente llamado fonógrafo («calendófono», fue uno de los términos anotados).
Marilyn Monroe es autora de dos de las relaciones. La primera, se refiere a sus buenas intenciones para 1956, y pone especial énfasis en la disciplina y en seguir su instrucción tanto intelectual como en las clases del Actors Studio. Concluye con la frase «Tratar de disfrutar siempre que pueda; ya seré bastante infeliz». La segunda fue redactada en 1951, y responde a un juego realizado con la también actriz Shelley Winters: ambas debían escribir los nombres de los hombres con los que les gustaría irse a la cama. Marilyn citaba, entre otros, a Ives Montand y Arthur Miller.
Por su parte, un maestro de la estafa como fue Victor Lustig -llegó a vender la Torre Eiffel a un «espabilado» hombre de negocios- ofreció diez normas básicas si se quiere triunfar en la profesión en la que él tuvo tanto éxito. La tercera dice lo siguiente: «Espera a que la otra persona manifieste cualquier opinión política, luego muéstrate de acuerdo con ella». Siguiendo en esta línea delictiva, también se incluyen las reglas de oro de la mafia siciliana. Una de ellas, «Nunca mires a las mujeres de tus amigos».
Menos divertido resulta leer las exigencias de Albert Einstein dirigidas en 1914 a su mujer, Mileva Marić, para permanecer juntos en medio de su crisis matrimonial. Aparte de garantizar la limpieza de su ropa y la preparación de su comida, le pide renunciar «a relacionarte conmigo en la medida que no sea completamente necesario por cuestiones sociales». Así las cosas, no es extraño que ella le dejara a los pocos meses.
Entre las de autor anónimo, existe una guía de 1776 con la lista de damas complacientes disponibles el 3 de junio, día que se celebraba una popular carrera de caballos en Leith, Escocia.
En definitiva, que las hay para todos los gustos y sobre casi cualquier asunto. Hasta un recetario: las diferentes formas de cocinar un pavo según la genial pluma de Scott Fitzgerald.

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