¿Se tentó con el último de Isabel Allende? ¿Sabe cuánto sale? 349 pesos. ¿Con el de Paula Hawkins? 390. Más accesible -es más breve, 104 páginas- es el de último de Lucía Puenzo, En el hotel cápsula, que sale 235 pesos. Hay que ir con la billetera cargada para comprar un par de libros.
¿Caro, barato? Hay que pensar que el viaje en taxi para llegar a la librería -si no es largo- debe haber andado en los 100, 120 pesos. Y un lomo de kilo y medio para recibir amigos en casa, alrededor de 300. El alimento para el alma -con lo que nos gusta cantar loas a los libros- también se paga.
De esto se discutió en los últimos días, después de que apareciera el informe semestral de la Cámara Argentina del Libro.Entre sus muchos datos, se destaca una caída sostenida en las tiradas: 41,1 millones de ejemplares en 2015, 32,8 en 2016, 25,1 en 2017. Se hacen menos libros. ¿Porque se venden menos libros? Según la CAL;de enero a mayo las ventas cayeron un 25 por ciento en el sector PYME, es decir, para las editoriales pequeñas y medianas. Es relevante: en la Argentina, el 55 por ciento de los libros los hacen las editoriales independientes. La información habla de una recuperación en junio y julio, al calor del aguinaldo.
“Para mí el problema es el precio”, dice, está seguro, un librero de segunda mano.
La percepción, dicen fuentes de una editorial importante, es que los libros están caros. “Es un bien muy simbólico cuya materialidad está inmersa en la realidad económica, política, comercial de un país”, aporta un directivo. “No le suelta la mano a la realidad general”. ¿Las ventas bajaron por eso?¿O porque el tiempo libre hay que repartirlo con las series -unos 170 pesos por mes por una oferta casi infinita- y con las redes.
“Para mí es el precio”, insiste el librero y en voz baja -esto sí que no se puede decir- algunos cuentan que parte de la industria quisiera subirlos un poco más: porque los que ya se cayeron del consumo ya se cayeron y los que pueden pagar, pueden ayudar a mejorar el margen.
“Si los editores supiéramos qué libros resultan ser best sellers sólo publicaríamos best sellers”
Ana María Cabanellas, que es dueña de una editorial “mediana” y que presidió la Cámara del Libro y la Unión Internacional de Editores, explica que “el 50 por ciento del precio total del libro se va en comercialización”. Y detalla: 50 pesos para la librería, 8 pesos en comisiones por venta, 2 pesos mínimo por la entrega del libro y luego, si no se vende, por la devolución. Y, además, “10 pesos por derecho de autor, 20 pesos para hacer el libro (papel, imprenta, diseño de tapa, corrección, armado).Y el papel, además, paga el 27 por ciento de impuestos”.
De los 20 pesos que quedan, dice Cabanellas “tengo que pagar la oficina”. Y no empezamos a hablar del costo financiero: “el libro llega pago a la librería y vos lo das en consignación, o sea, lo cobrás despues de la venta, unos tres meses más tarde”. Tu plata -concluye Cabanellas- “está colocada en libros que muchas veces no vendés”.
Cabanellas aporta más datos: la venta de todos los libros no bajó igual. “Los libros jurídicos tiran de 300 a 500 ejemplares cuando en los años 80 las tiradas eran de diez mil”. Y está el tema de España: hace grandes tiradas y lo que le sobra lo vende a precio de saldo a Latinoamérica. Por todo esto, la editora arriesga una conclusión que escapa a lo políticamente correcto: “Si los editores supiéramos qué libros resultan ser best sellers sólo publicaríamos best sellers”.
Nadie tiene una solución en el bolsillo pero, claro, se esperan decisiones políticas: mayor trabajo para promover la lectura y , por qué no, revisar lo que se paga de impuestos. Porque, más que con la espada, nos hicimos argentinos con la pluma y la palabra.
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