El general Vara de Rey y sus soldados en el Caney - 1898 Miniaturas
Ni panzers, ni legionarios romanos. La marca que dirigen Rafael y Javier Gómez ha logrado posicionarse en el mercado del coleccionismo y del «wargame» dando vida a los soldados que combatieron en Cuba y Filipinas a finales del siglo XIX.Desde hace décadas las tiendas están plagadas de carros de combate «Sherman», legionarios romanos e infantería de línea francesa. Es lo que más reclama el público. Sin embargo, España se ha convertido en la cuna de una nueva gama de figuras jamás vista antes: las diseñadas por «1898 Miniaturas». Una firma que aboga por recrear las contiendas que cambiaron el mundo al otro lado del Atlántico a finales del siglo XIX. Los hermanos Rafael y Javier Gómez son los genios tras los soldados vestidos de rayadillo o (entre otros) los tagalos filipinos que se enfrentaron al Imperio colonial español. Y su proyecto, que pretende aunar los «wargames» (juegos de estrategia sobre tablero) y el coleccionismo, va viento en popa.-¿Cómo nació «1898 miniaturas»?
JAVIER - La marca nació porque Rafael y yo, que somos hermanos, llevamos muchos años dedicados al modelismo. Rafa, por ejemplo, es jefe de la tienda de miniaturas «Atlántica» desde hace veintiséis años y es una de las personas que mejor conoce el sector del «hobbie» en general, y del «wargame» y del miniaturismo en particular. En mi caso he dirigido una revista sobre miniaturas y he pintado profesionalmente para marcas como«Perry Miniatures» y coleccionistas privados durante años bajo el pseudónimo de «El Mercenario».
Así surgió la idea. Teníamos la inquietud de hacer nuestra propia marca, aunque no nos imaginábamos que ese sueño pudiera hacerse realidad con la gran carga de trabajo que teníamos. Él con su tienda y yo con la revista que edito actualmente, «Desperta Ferro». Pero el proyecto terminó cuajando.
-¿Cómo eligieron el período a representar?
RAFAEL - Fue complicado. Hay períodos que son mucho más populares. La Segunda Guerra Mundial es quizá el rey del «wargame» y del miniaturismo. Pero hay muchas marcas que tratan la Segunda Guerra Mundial. Al final vimos que teníamos dos opciones. Hacer lo que pide todo el mundo y entrar en competencia directa con cientos de empresas, o buscar un período menos conocido, menos popular por desconocimiento, y apostar por él. Elegimos lo segundo.
-¿Barajaron varios períodos?
RAFAEL - A los dos nos apetecía hacer algo de historia de España, tan ninguneada hasta ahora. La mayoría de las marcas son anglosajonas (británicas, norteamericanas, neozelandesas, australianas...), y se focalizan en sus períodos de la historia. Es lógico porque es lo que más van a vender debido a que el principal público de «wargame» a nivel internacional es anglosajón. Un ejemplo es que hay más marcas que diseñan Guerra Civil inglesa que las que fabrican Guerra de los Treinta Años, cuando la Guerra de los Treinta Años es mucho más importante.
Ante esa avalancha anglosajona, un tanto ajena a España, queríamos apostar por algo nuestro. Una temática que abarcase un período más desconocido de nuestra historia. En concreto, nos apetecía mucho tratar las guerras de Cuba y Filipinas, muy desconocidas ya no para el público internacional, sino para el nacional.
-¿Qué nicho de mercado pretenden llenar?
JAVIER - Nos dirigimos a un segmento de mercado un tanto amplio, desde el «wargamer» hasta el coleccionista. Lo bueno de la escala de 28 milímetros es que es híbrida. No es tan grande como la de 54 milímetros (casi exclusiva para colección), ni tan pequeña como la de 15 milímetros (pensada para el juego). Es una escala que tiene suficiente nivel de detalle como para que las figuras luzcan perfectamente bien en la vitrina, en un diorama o en la mesa de juego.
-¿Qué tipo de figuras abarcará «1898 miniaturas»?
RAFAEL - De todo. Infantería, caballería, ametralladoras y artillería. Este es un período que tiene mucho potencial. Antes de la intervención norteamericana en la contienda, durante la guerra entre los españoles y los mambises, los rebeldes cubanos ya eran célebres por sus cargas de caballería machete en mano. Y lo mismo pasaba con la artillería. En Filipinas, aunque parece que se luchaba en medio de la jungla (que más o menos es lo que pasaba), los españoles arrastraron sus cañones distancias larguísimas porque los necesitaban para tomar los pueblos fortificados enemigos. También había posiciones de trincheras, alambradas… Es un tiempo de transición con muchos elementos de la I Guerra Mundial y las guerras del siglo XIX. Por descontado, esto le da mucho potencial como «wargame».
-¿Llegará pronto la caballería a la marca?
JAVIER - De momento tenemos una gama limitada. Las primeras referencias son de diciembre del año pasado y todavía nos faltan muchas cosas por hacer. Desde entonces hemos sacado españoles, filipinos, norteamericanos… Vamos poco a poco. Lo próximo que saldrá serán los «buffalo soldiers». Es decir, soldados negros americanos. ellos fueron los que cargaron en Lomas de San Juan contra la posición española. Podían formar parte del ejército, pero no se mezclaban con los regimientos de blancos.
Españoles contra tagalos- 1898 Miniaturas
También vamos a sacar enseguida artillería. Estoy seguro de que, poco a poco, la marca se irá consolidando. Creo que hay mucha gente todavía esperando a que la gama sea un poco más completa para adquirir las miniaturas. Es una forma de cerciorarse de que no les vamos a dejar tirados, de estar seguros de que no vamos a dejar de hacer figuras repentinamente. Que no tengan problema porque eso no va a pasar.-La web de «1898 Miniaturas» parece ir más allá de la simple venta...
JAVIER - Nuestra web va un paso más allá. No es la página de una marca de miniaturas al uso, sino un proyecto más redondo. Buscamos que todo se complemente. Por un lado es un soporte para vender miniaturas, pero también incluye artículos de historia sobre las guerras de Cuba y Filipinas; artículos de modelismo o artículos que explican cómo pintar los uniformes de los diferentes ejércitos (por ejemplo, el «rayadillo»; que tiene una especial complejidad).
Nuestro objetivo es que se puedan acercar a este espacio desde miniaturistas, hasta interesados en el período histórico. Y eso es lo que está ocurriendo. Han llegado a contactar filipinos proponiéndonos escribir algún artículo sobre la guerra de Filipinas desde el punto de vista local.
-¿«1898 Miniaturas» se dirige únicamente al pueblo español?
JAVIER - Nuestro público más evidente era en principio el español, pero nos ha sorprendido ver que, a día de hoy, cada vez tenemos más compradores norteamericanos y británicos. Con los visitantes a nuestra página web también sucede. Es entendible. Para los Estados Unidos estas guerras tuvieron gran importancia porque fueron las primeras contiendas coloniales dentro de la doctrina Wilson (mediante la que se buscaba la expansión del país). Hay que tener en cuenta que los norteamericanos salieron de la Guerra de Secesión muy reforzados, con una experiencia militar muy importante, y buscaban una política más expansionista. Con la crisis de España tuvieron una excusa perfecta: intervenir tanto en Cuba como en Filipinas con un ánimo supuestamente libertador. El problema fue que no acudieron solo para ello, sino para quedarse después. De hecho, cuando acabó la guerra contra los españoles en Filipinas, la empezaron contra los tagalos.
Con esto no quiero decir que en España se venda mal, ni mucho menos. De hecho, estamos funcionando mejor de lo que yo a priori pensaba. Lo que pasa es que el público norteamericano es mucho más grande. Es un mercado inmenso y el potencial que tiene es infinito.
-¿Representa un riesgo abarcar la guerra del 98?
RAFAEL - Hay períodos muy consolidados del “wargame” como la Segunda Guerra Mundial. Tenemos que hacer mucha didáctica para que la gente conozca la historia del período, los uniformes, la esencia… y a partir de ese punto se vuelque.
-¿Elaborarán su propio reglamento?
RAFAEL - Hay varios reglamentos que se pueden utilizar en diferentes escalas para escaramuzas o para batallas un poco más sólidas. En la página web tenemos adaptaciones de diferentes manuales para las guerras de Cuba y de Filipinas que funcionan perfectamente. Pero sí, estamos planteándonos nuestro propio reglamento.
-¿Hasta qué punto es importante la exactitud histórica en «1898 miniaturas»?
JAVIER - En mi caso, además de dedicarme al miniaturismo durante muchos años, soy también editor de «Desperta Ferro Ediciones» e historiador. En «Desperta Ferro» imprimimos un rigor muy elevado a todo lo que hacemos, desde los artículos hasta las ilustraciones. He querido extrapolar ese nivel de exigencia tan alto a «1898 Miniaturas».
La documentación de las figuras es muy precisa. El uniforme y las armas son iguales a las que llevaban las tropas de la época. Lo mismo pasa con el «lock and feel» de los soldados. Es decir, cuando tú miras una miniatura te tiene que dar la impresión de que representa a un combatiente de la época, y con muchas marcas no sucede eso. Normalmente parece gente haciendo reconstrucción histórica. Nosotros damos mucha importancia a eso.Imitamos las barbas que se llevaban hace un siglo, los rasgos de los hombres de entonces… Trabajamos mucho, por ejemplo, con fotografías de aquellos años. Se las pasamos al escultor para que copie los rasgos que vea en esas fotografías.
-¿Hay algún detalle histórico en las miniaturas que les haga sentirse especialmente orgullosos?
JAVIER - En general el rigor es espectacular. Pero de lo que me siento quizá más orgulloso es del «look» realista que imprimimos a nuestras figuras. Normalmente todas las marcas hacen miniaturas que parece que van de gala. Nosotros no porque queremos ser muy rigurosos a nivel histórico.
Personalmente leí muchas descripciones de la época para conocer cómo iban vestidos realmente. Me estudié, entre otros, un libro que se llama «Arcabuces, mosquetes y fusiles» de Julio Albi. Una obra que te explica, por ejemplo, cómo evoluciona el ejército desde el siglo XVI hasta 1898 y que usa muchas citas de la época. Además te describe perfectamente los uniformes (que solían estar desgastados por el clima, la exposición al sol y las lluvias) y hasta la complexión física de los combatientes, que iban famélicos perdidos a la contienda porque no tenían qué comer y estaban machacados por las enfermedades.
Hay descripciones que te hablan de los soldados españoles vistiendo literalmente harapos o prácticamente desnudos. Sin llegar a ese extremo, porque nadie se compraría esas figuras, hicimos una tanda de miniaturas de soldados con un uniforme más emblemático e impoluto, pero tambiéntropas «de campaña». Es decir, con sombreros más irregulares, uniformes con una higiene un tanto cuestionable, barbas descuidadas…
No nos hemos inventado nada. Todo está en las fotos. En ellas ves a soldados a los que les faltan piezas de equipo, que tienen rotos en el uniforme, que llevan parches… Todo eso está representado en nuestra gama.
-¿Ayudan las miniaturas a divulgar la historia?
JAVIER - Sin duda. En el club de «wargames» «Alpha Ares» (del que soy presidente) tenemos unas jornadas anuales en las que hemos comprobado que es posible hacer que el público generalistas se interese por la historia a través de este tipo de miniaturas. La última experiencia ha sido, sin ir más lejos, una colaboración con el Museo de Historia de Cataluña. Allí, durante una exposición dedicada a los templarios, hicimos una serie de actividades con figuras que tenían que ver con la historia de las cruzadas. Fue un éxito espectacular.
Platón decía que la guerra no era algo serio, que lo que es serio es el juego. Afirmaba que el juego era un elemento esencial en la educación de niños y de los adultos. Algo imprescindible. Y esto es un ejemplo meridiano.
De hecho, el «wargame» no solo sirve para atraer a gente a la historia, sino a todos los niveles. Se utiliza desde el siglo XIX, por ejemplo, en las academias militares para simular combates y situaciones concretas. Y en el ámbito académico también hay iniciativas curiosas. Phil Sabin, que es profesor del King's College London, tiene varios libros sobre la utilización del «wargame» desde un punto de vista didáctico en el mundo universitario. A sus alumnos les hace crear un «wargame» para que aprendan historia a través de su diseño. Así se ven obligados a contemplar aspectos como táctica, estrategia, logística, avituallamiento de las tropas, reclutamiento... Al final te das cuenta de que es una herramienta increíble no solo para trasladar la historia al neófito.
Infantería estadounidense- 1898 Miniaturas
El «wargame» tiene un potencial espectacular. Pero hay que quitarse muchos prejuicios a la hora de acercarse a él porque no deja de ser un juego. Los aficionados no somos gente belicista. De hecho podemos ser pacifistas y que nos guste la historia militar. No tiene nada que ver.
-¿Cómo es el modelado de una miniatura?
RAFAEL - El mercado ha cambiado con la introducción de las nuevas tecnologías y va a seguir cambiando. Ahora hay modelaje por ordenador, impresión 3D... En la actualidad hay una revolución descomunal. Pero nosotros somos «old school», de la vieja escuela, y seguimos haciendo las cosas de forma artesana y tradicional.
Lo primero es diseñar las gamas. Decidimos si vamos a hacer, por ejemplo, un soldado con jipijapa avanzando, otro disparando…; el uniforme que va a llevar; el país en el que estará ambientado etc. Luego hay un proceso de documentación muy exhaustivo. Preparamos un dossier se lo trasladamos al escultor.
Entonces empieza el proceso de modelado. En él, se preparan unos maniquíes con alambre en el que se representa la postura que tendría esa figura. Posteriormente ese maniquí se va rellenando. Se le va «poniendo carne» con una masilla de dos componentes que le da volumen. Una vez que se tiene la figura un poco más definida se empiezan a esculpir los detalles. El uniforme, el sombrero, etc. Eso con cada figura. Luego se elaboran unos «maestros» para la producción en serie.
-¿Apostáis por plástico o metales?
RAFAEL - Nosotros preferimos metal. Fabricar plástico es más caro. La materia en sí es increíblemente barata, pero el procedimiento para hacer una caja es mucho más costoso. Las marcas lo usan solo para elaborar miniaturas de las que van a vender muchísimo, como la infantería napoleónica. Al fin y al cabo, saben que el que juegue con un ejército francés va a necesitar muchas de ellas. Pero si se tiene que hacer algo un poco más raro, o que va a tener menos potencial de venta tan grande, es más difícil que se rentabilice si se hace en plástico.
Además, como personas de la vieja escuela, y aunque no tenemos nada en contra del plástico y nos parece que ha revolucionado el mercado, nos gusta más el peso de la miniatura en metal. A su vez, con el metal todavía tienes ese pequeño plus de calidad cuando el escultor es bueno.
-¿Cómo es el modelado de una miniatura?
RAFAEL - El mercado ha cambiado con la introducción de las nuevas tecnologías y va a seguir cambiando. Ahora hay modelaje por ordenador, impresión 3D... En la actualidad hay una revolución descomunal. Pero nosotros somos «old school», de la vieja escuela, y seguimos haciendo las cosas de forma artesana y tradicional.
Lo primero es diseñar las gamas. Decidimos si vamos a hacer, por ejemplo, un soldado con jipijapa avanzando, otro disparando…; el uniforme que va a llevar; el país en el que estará ambientado etc. Luego hay un proceso de documentación muy exhaustivo. Preparamos un dossier se lo trasladamos al escultor.
Entonces empieza el proceso de modelado. En él, se preparan unos maniquíes con alambre en el que se representa la postura que tendría esa figura. Posteriormente ese maniquí se va rellenando. Se le va «poniendo carne» con una masilla de dos componentes que le da volumen. Una vez que se tiene la figura un poco más definida se empiezan a esculpir los detalles. El uniforme, el sombrero, etc. Eso con cada figura. Luego se elaboran unos «maestros» para la producción en serie.
-¿Apostáis por plástico o metales?
RAFAEL - Nosotros preferimos metal. Fabricar plástico es más caro. La materia en sí es increíblemente barata, pero el procedimiento para hacer una caja es mucho más costoso. Las marcas lo usan solo para elaborar miniaturas de las que van a vender muchísimo, como la infantería napoleónica. Al fin y al cabo, saben que el que juegue con un ejército francés va a necesitar muchas de ellas. Pero si se tiene que hacer algo un poco más raro, o que va a tener menos potencial de venta tan grande, es más difícil que se rentabilice si se hace en plástico.
Además, como personas de la vieja escuela, y aunque no tenemos nada en contra del plástico y nos parece que ha revolucionado el mercado, nos gusta más el peso de la miniatura en metal. A su vez, con el metal todavía tienes ese pequeño plus de calidad cuando el escultor es bueno.
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