Pólvora española
La mayor potencia de fuego cristiana, sobre todo la de los disciplinados arcabuceros, marcó las diferencias en Lepanto. De los 28.000 infantes cristianos, 8.000 eran españoles y 12.000 los pagaba directamente Felipe II. Los Tercios españoles embarcados estaban a las órdenes de Lope de Figueroa, Pedro de Padilla, Diego Enríquez y Miguel de Moncada. Frente a las flechas turcas, se impuso el arcabuz y las medidas de Don Juan de Austria para aumentar el campo de tiro: embarcó españoles en las galeras venecianas y cortó los espolones de los galeones.
Jenízaros, la unidad de élite turca
Entre las tropas turcas había 2.500 jenízaros, armados con arcabuces y adiestrados desde pequeños. Esta unidad de élite se nutría de las levas forzosas que se hacían a niños y jóvenes en los territorios balcánicosocupados por los turcos. En Lepanto su participación no pudo ser destacada, para empezar porque suponían una fuerza minoritaria. Tras seis meses de operaciones marítimas, la flota turca se encontraba muy debilitada y la mayoría de los jenízaros habían dejado ya los barcos con el pretexto de visitar a sus familiares.
Galeazas venecianas
Las galeazas eran una variante gruesa de la galera y fueron empleada por los venecianos en Lepanto como plataforma artillera. Su lentitud hacía que fuera necesario que otras galeras la remolcaran para situarse en la línea de combate. Al contrario de lo que la historiografía italiana ha relatado, su participación fue muy limitada. La lucha desembocó tan rápido en un enfrentamiento terrestre en la mar, que las 6 galeazas se vieron sobrepasadas en los primeros compases. En la imagen, Sebastiano Venier, comandante veneciano, aparece en primer plano por tratarse de un encargo de esta república.
La alianza de Pío V, el artífice
El Papa Pio V fue el artífice de la Santa Alianza, creada con el fin de frenar el poder otomano. Además de dinero, el Pontífice envió 12 galeras comandadas por Marco Antonio Colonna. El romano era un viejo aliado de Felipe II y actuó con coraje durante la batalla. Su embestida contra «la Sultana», cuando ésta se encontraba luchando contra «la Real», condenó a muerte al principal mando turco, Alí Pachá. A su regreso a Roma el nuevo Papa Gregorio XIII lo ratificó en su puesto. En la imagen se puede ver a Colonna en una galera con el símbolo de las llaves de San Pedro.
Don Juan de Austria, el bastardo
Con los años el hijo bastardo de Carlos I de España se convirtió en un fiel reflejo de lo que había sido su padre y de lo que nunca pudo ser Felipe II: un hábil jinete, un rápido espadachín y un amante de la guerra. Tras sofocar la Rebelión de las Alpujarras, Don Juan de Austria se postuló para encabezar la coalición cristiana contra la temida flota otomana. El joven tuvo un ejercicio perfecto en la batalla. Empleó su afable carácter para mantener en calma las relaciones con Venecia y supo compensar su poca experiencia –solo tenía 24 años– dando voz a consejeros más curtidos. Estuvo asesorado en todo momento por el catalán Luis de Requesens, amigo de la infancia de Felipe II, y combatió junto a su sobrino Alejandro Farnesio, que en el futuro sería otro importante militar.
Cervantes, el soldado bisoño
La galera «Marquesa» fue víctima de una sangría de la cual solo Miguel de Cervantes y unos pocos pudieron salir con vida. El joven escritor de Alcalá de Henares se encontraba con fiebre en la bodega del barco cuando fue informado de que el combate en el flanco izquierdo cristiano amenazaba con engullirlos. Como ha representado recientemente Ferrer Dalmau, el soldado bisoño Cervantes fue herido por dos veces en el pecho y por una en el brazo.
La bandera desconocida
En la parte superior de la imagen aparece una galera con un blasón rojo con una banda diagonal blanca. Tras consultar con diversos expertos, el historiador Agustín Ramón Rodríguez-Gonzalez considera que podría tratarse de la bandera de un pequeño estado italiano, «puede ser Molise, que era un condado del centro-sur, con costa al Adriático, bajo la corona española desde 1530».
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