29 de junio de 2014

El Museo Carmelitano recibe la obra 'Cristo atado a la Columna', de Juan de Juanes

El Museo Carmelitano recibe la obra 'Cristo atado a la Columna', de Juan de Juanes - salamanca24horas
Permanecerá provisionalmente hasta que finalicen las obras de la iglesia de San Juan, en la que se ubica habitualmente


La gran sala de pintura del Museo Carmelitano de Alba de Tormes acogerá de forma provisional la obra ‘Cristo atado a la columna’, de Juan de Juanes, que estaba en un altar del muro meridional de la iglesia mudéjar de San Juan. 

Las obras de restauración que se realizan en este templo albense han llevado a la parroquia a buscar un acomodo provisional para esta gran obra del renacimiento español que durante unos meses estará a menos de 50 metros de su emplazamiento original.

La obra, óleo sobre tabla de 124x72 centímetros, fue atribuida primero a Luis de Morales, luego a  Vicente Macip y últimamente los expertos la consideran de Juan de Juanes, hijo de Masip y el último de los grandes pintores valencianos del segundo tercio del XVI. La pintura ya fue valorada a principios del pasado siglo por Gómez Moreno en su Catálogo Monumental de la Provincia de Salamanca, en el que destacaba que era seguramente italiana y de gran valor. Añadía, además, la siguiente descripción: “Representa a Cristo atado a la columna, de tamaño natural; su cabeza descubre nobilísima corrección y belleza; encima tiene un sutil nimbo, la actitud del cuerpo es original y feliz, la entornación de las carnes, pálida y algo verdosa, con mucho rigor de claroscuro; fondo negro; columna, jaspeada; sudario y manos con cierta sequedad y dureza; factura esmeradísima”.

Inspirado en otra obra de Sebastiano del Piombo

La evolución se constata desde el catálogo de la Exposición del Prado de 1922 en el que se atribuye a Luis de Morales hasta el la de Las edades del hombre de 2011 en el que se duda entre el padre Vicente Masip y el hijo conocido como Juan de Juanes (Vicente Juan Masip), dos pintores rafaelescos con muchas obras en las que es difícil discernir la autoría entre ambos, optando por el segundo y precisando que el cuadro se inspira en otro idéntico de Sebastiano del Piombo, confirmando el carácter italianizante de la pintura adelantado por Gómez Moreno. La influencia de Piombo se deja notar en la composición, forzada y marcadamente manierista, que recuerda a algunas Flagelaciones y otros visiones de Cristo del veneciano. 

No deja de ser sorprendente el que esta obra se atribuyese primero a Luis de Morales y finalmente se adjudique a la producción de Juan de Juanes, ya que si los dos son grandes creadores de pintura de devoción, el primero volcado en lo trágico y el segundo entregado a una búsqueda de la expresión más dulce posible, esta obra tiene una composición y unos recursos técnicos distintos y superiores a los de Luis de Morales. Y especialmente una cercanía al renacimiento italiano (de Rafael a del Piombo) que configura un manierismo muy distinto del de Morales, en el que no se dan los forzados puntos de vista que Juanes utiliza en esta obra.

Durante unos meses podrá verse privilegiadamente en el Museo Carmelitano un valioso cuadro en el que el autor se recrea en la carnación de Cristo, marcando los verdugones del látigo sobre su piel, en una forzada postura en la que Cristo que más parece se abraza a la columna que está atado a ella, lleva su cadera hacia el fuste, mientras se fuerza la separación de los hombros y singularmente de la cabeza que recuerda muchas otras de Juan de Juanes. Se resuelven brillantemente la columna con un vibrante jaspeado y el perizoma o paño de pudor, también vibrante en su trazado, amén de algo arcaizante en su drapeado.

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