De cómo San Millán de la Cogolla se convirtió en matamoros
y su cueva en cuna del español
Día 27/01/2014 - Noticia por ABC
FUNDACIÓN SAN MILLÁN DE LA COGOLLA
Los monasterios de Yuso (en primer plano) y Suso (al fondo)
Un libro recorre la historia de los santos, copistas, canteros y monjes de los monasterios de Suso y Yuso desde sus orígenes hasta la actualidad.
San
Millán de la Cogolla no
dejó nada escrito a su muerte en el año 574 con 101 años. Llevó una vida de
asceta en la sierra riojana de Demanda que solo abandonó por corto tiempo para
hacerse cargo de la parroquia de Berceo antes de ser cesado por entregar las
donaciones de la parroquia a los necesitados (acusado de malversación de
fondos). Nada hacía presagiar que la humilde cueva de este ermitaño se
convertiría con el tiempo en un símbolo para la lengua española.
En el Monasterio
de Suso que se erigió
en el lugar se escribirían las primeras palabras en romance que se conservan en
la actualidad, en «un proceso de construcción de una lengua escrita que
entonces no existía» y que supuso «un esfuerzo intelectual brutal de los monjes
por poner por escrito una lengua que coincide casi en su totalidad con la
oral». Así lo explica Javier
García Turza, profesor de
Historia Medieval de la Universidad de La Rioja que ha condensado el ayer y hoy
de San Millán de la Cogolla en apenas 200 páginas plagadas con otras tantas
fotografías de Mauricio Peña para acercar este enclave monástico.
En «El Monasterio de San Millán
de la Cogolla. Una historia de santos, copistas, canteros y monjes»,
García Turza humaniza a cada uno de los grupos responsables de que hoy sea «un
símbolo tanto para los riojanos como para el español». Gran conocedor de los
monasterios emilianenses, realiza una semblanza
de San Millán y de San Felices y
aborda los esfuerzos de los monjes posteriores, con el Papa y los reyes
navarros y castellanos, para engrandecer esas pequeñas posesiones y
convertirlas en un gran dominio monástico que fue desde el Pisuerga en
Valladolid hasta el río Arga en Navarra y desde la costa cantábrica hasta
Soria. «La jurisdicción del monasterio ocupaba todos esos territorios de
Castilla, Navarra y la actual La Rioja, aunque dentro de ellos había otros
monasterios con otros dominios», explica.
«La historia que los monjes quisieron contar»
En este capítulo, basado en documentación
oficial, el catedrático de la Universidad de La Rioja hace hincapié en «la
historia que los monjes quisieron contar», la visión que en especial Gonzalo
de Berceo, mostró para
dar a conocer el monasterio en el siglo XIII. «Convirtieron a un santo eremita
que fue pastor en el monte en un San Millán matamoros a imitación de Santiago,
un héroe para luchar contra los musulmanes», subraya García Turza. Para sacar
al monasterio de la crisis, «narraron una historia totalmente ficticia y
sobrenatural, presentando a San Millán junto a Santiago y Fernán González
luchando contra los musulmanes en la batalla de Simancas en el año 939 contra
Abderramán III», relata el exconsejero de Cultura riojano. Esta «falsedad
absoluta» se convirtió en una realidad ya que Fernán González concedería al
monasterio un voto que los castellanos pagaron a San Millán de la Cogolla hasta
el siglo XIX.
Toda la iconografía que queda en el
monasterio, en su mayoría obras realizadas por Juan Rizzi en el siglo XVII, presenta a San
Millán vestido de monje con una espada flamígera, luchando contra los moros.
ABC
Libros cantorales
La
construcción del monasterio primitivo de Suso y la posterior de Yuso por orden
del rey García Sánchez en el siglo XI, así como las sucesivas obras de
acondicionamiento y restauraciones posteriores se recogen en otro capítulo
dedicado a los canteros. En estos monasterios se conservan hoy joyas como los
restos rupestres eremíticos del siglo VI, la arqueta de marfil que guarda las
reliquias del santo, así como tesoros bibliográficos de gran valor en la
Biblioteca y el Archivo medieval.
Glosarios
Si San Millán de la Cogolla fue declarado
Patrimonio de la Humanidad en 1997 fue porque alberga los documentos escritos del español más
antiguos que se conservan. Javier
García Turza dedica un amplio apartado a estos primeros textos en romance del
año 950, a cuyo estudio ha dedicado 12 años junto a su hermano Claudio.
«Aquí nos quedan los primeros documentos
escritos de una lengua que ya no es latín». García Turza ha tratado de
exponer con un lenguaje comprensible cómo fue todo aquel proceso de
construcción de una lengua. «Los monjes se dieron cuenta de que estaban
escribiendo en una lengua, el latín, que el pueblo desconocía. Todas las
escrituras de propiedad, todos los documentos básicos, estaban escritos en una
lengua que no era la suya», cuenta el catedrático en Historia Medieval. En toda
Europa se despierta un interés por escribir en esa lengua hablada, en un
proceso de conversión que se vive en todos los monasterios al mismo tiempo. En
San Millán, como en Oña y otros centros españoles, se consigue poner por escrito
una lengua que coincide casi en su totalidad con la oral, algo que no sucedió
con el francés o el inglés.
Los textos escritos en San Millán han llegado
hasta nuestros días porque en este enclave monástico se escribieron un mayor
número de textos e incluso diccionarios. «En
San Millán hay algo que no hay en el resto: los diccionarios de los que se
sacaron las glosas», explica García Turza. Hay glosarios en San Millán de
la Cogolla «¡de hasta 100.000
acepciones!», un hecho que el autor subraya teniendo en cuenta que el
Diccionario actual de la RAE tiene 800.000 y esos textos se escribieron en el
siglo X.
García Turza ha tratado de acercar al público
los conocimientos que hasta ahora se tienen de este enclave en un libro para
«ser leído y visto» del que se han editado 3.000 ejemplares ya a la venta. «Al final el trabajo del investigador
tiene que ser una labor social», considera el autor de esta obra, cuya
publicación coincide con el decimoquinto aniversario de la Fundación San Millán.
Sensores de protección
El
Monasterio de Yuso va a incorporar un sistema de sensores MHS que controlará la
humedad y temperatura del centro, su iluminación y su protección. Esta
monitorización permitirá diagnosticar además las medidas correctoras que sean
necesarias para preservar en las mejores condiciones este Patrimonio de la
Humanidad que recibe cada año a más de 140.000 visitantes. La Fundación San
Millán de la Cogolla, en colaboración con la comunidad de agustinos recoletos
que vive en el monasterio y la Fundación Caja Madrid aportarán 24.000 euros y
los otros 16.000 restantes correrán a cargo de la Fundación Santa María la Real
de Aguilar de Campoo.
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