23 de febrero de 2014

Pintura rupestre de Baja California, la obra de arte más antigua de México

NOVEDAD. La historiadora María Teresa Uriarte presentó su libro Historia y Arte de la Baja California.

La pintura rupestre de la Península de Baja California es la obra de arte más antigua del país, ya que su temporalidad inicia en el 7,500 a.C. y se mantiene hasta el 1,054 d.C., además evidencian que las culturas nómadas se regían por un calendario lunar y no tenían una preocupación por permanecer después de la muerte. Ésas son algunas de las nuevas aportaciones que ofrece la historiadora María Teresa Uriarte, en su reciente libro Historia y Arte de la Baja California.

Durante la presentación del libro hecha ayer por Verónica Hernández –investigadora del Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM– en la XXXV Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería, se destacó que estas culturas dividían el año en seis breves estaciones de dos meses cada una, relacionados con el cambio de la naturaleza y en los cuales basaban sus ceremonias religiosas funerales.

Además, mencionó que el libro revela que en el noroccidente, las personas no enterraban a sus muertos debajo de las casas, al contrario, se esforzaban por borrar toda huella de su existencia. “Incineraban a sus difuntos, también quemaban la casa habitada con todas sus pertinencias, dispersaban las cenizas y no volvían a pronunciar su nombre”, dijo Verónica Hernández.

Como parte de este ritual funerario, añadió, los familiares ofrecían una gran fiesta que incluso los dejaba en bancarrota durante siete años, “lo cual no importaba, pues el objetivo era que el espíritu del difunto pudiera partir y no volviera a molestar a los vivos”.

La también arqueóloga de la UNAM señaló que en el libro de la coordinadora del seminario de pintura  mural de México, se analizan y explican las representaciones plasmadas en los murales de gran formato ubicados en Sierra de San Francisco, Sierra del Aguaje, Sierra San Juan, Sierra de Guadalupe y la Sierra de San Borja.

“El arte rupestre describe varios lugares, una gran diversidad de motivos que van desde figuras humana, fauna terrestre, marítima y aérea, así como los de tipo fantástico, tal es el caso de serpientes con cuernos de venado y aves con cuerpo humano”, indicó.

FALTA INVESTIGACIÓN. Al final de la presentación, Teresa Uriarte dedicó unas palabras sobre su obra expuesta y comentó que el pasado precolombino en México se ha concentrado en lo mesoamericano y no se ha hecho la suficiente investigación en el occidente y norte del país debido a la geografía complicada y falta de acceso a la zona.

La también coordinadora de difusión cultural de la UNAM opinó al igual que las presentadoras de su obra –Verónica Hernández y Ana Carolina Ibarra, directora del Instituto de Investigaciones Estéticas, que la concentración de estudios prehispánicos hacia el centro del país hace pensar que en el norte no se desarrollaron culturas indígenas y de ahí, que sea una línea de investigación poco explotada.

Destacó que es importante la conservación de estas expresiones de arte e indicó que muchas veces se han valorado con el arte mesoamericano, lo cual no coincide ni tiene punto de comparación pues son culturas distintas y que afortunadamente, la pintura rupestre ya ocupa un lugar dentro del patrimonio cultural de la humanidad.

“La pintura rupestre nos permite conocer la ideología de un pueblo, y se si se logran hacer más estudios arqueológicos podemos conocer más sobre la vida cotidiana de estas culturas, aunque el problema es que hay poca presencia de cerámica”, comentó.

Sobre la cosmovisión, Teresa Uriarte destaca en su obra que los nómadas creían que el origen del universo provenía del cielo ya que ahí residía un gran señor creador del mar, de la tierra y una señora del mar, puntos que marcan una cosmovisión radical a la mesoamericana.

Además, expresó  que durante sus rituales religiosos se pintaban los cuerpos de negros y colores, que elaboraban tablas para representar a los hombres más destacados de la sociedad y que los chamanes usaban tocados con cola de venado, evidencias que están plasmadas en las pinturas rupestres y de ahí la importancia de su preservación y conservación.

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