Pintar, la mejor terapia
El pintor Sebastián Molina presenta en Málaga 'Paisajes y ensoñaciones', una muestra en la que deja al descubierto su sentimiento más íntimo de la realidad
'La casa en el río.' Victoria Gallardo
A Sebastián Molina no le gusta pintar todos sus cielos de azul intenso. Prefiere que sea su estado de ánimo el que hable y decida qué color emplear en cada ocasión. Para este malagueño, la pintura siempre ha tenido algo de terapeútico. Tanto es así que la define como "el mejor tratamiento del mundo, y también el más gratificante".
Con tan sólo 18 años, este pintor hizo las maletas y partió rumbo a Suiza. Sin embargo, las frías estampas que allí contempló no consiguieron borrar de su retina las casitas encaladas de Algarrobo, su municipio natal.
Ahora, varias décadas después, las calles de su infancia y su adolescencia cobran una nueva dimensión en la exposición Paisajes y ensoñaciones, gracias a la reinterpretación de este lugar que ha plasmado en sus lienzos con sus sueltas pinceladas y su particular paleta de colores.
Pero la muestra no está compuesta sólo a base de recuerdos, sino también de esas ensoñaciones a las que se alude en el título, imágenes con las que el pintor deja al descubierto su sentimiento más íntimo de la realidad.
Es ese mismo sentimiento el que, a veces sin hacerse notar, indica a sus pinceles el camino a seguir: "Pintando, más de una vez me han dado las cinco o las seis de la mañana sin darme cuenta. En ocasiones, he podido sacar un cuadro de una canción o de una lectura, pero en otras he trabajado sin saber qué o quién me ha guiado. Es como si otros lo hubieran pintado por mí".
De este modo, entre retazos de sus vivencias y fragmentos de ilusiones, Molina deja al descubierto un universo propio repleto de recuerdos para que el espectador también sueñe su propia realidad.
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