6 de marzo de 2014

Saqueo al arte de Cuba

La Habana confirma que un número “importante” de pinturas fueron robadas del Museo Nacional de Bellas Artes, al descubrirse que al menos una decena de ellas habían sido ofertadas en el mercado de arte cubano de MiamiIn English: Stolen Cuban art surfaces in Miam

La pintura de Eduardo Abela 'Carnaval Infantil' será devuelta a Cuba. / REUTERS

Todo se reveló cuando Ramón Cernuda –coleccionista de arte cubano-- llamó a las autoridades de la isla para confirmar si la pintura que a él le vendieron hace dos semanas en una galería de Miami había sido robada del Museo Nacional de Bellas Artes de La Habana. 
Tomó la llamada la vicepresidenta del museo, Luz Merino: dijo que no había ningún reporte de robo, que iría a las bóvedas a averiguar y tres horas después confirmó que sí. La obra que compró Cernuda fue hurtada de los almacenes de la institución, aún no se sabe cuándo, junto a casi un centenar de piezas valoradas en miles de dólares.
“Carnaval infantil”, del vanguardista Eduardo Abela , fue la primera pieza del Museo Nacional de Bellas Artes que Ramón Cernuda encontró en una galería de Miami a mediados de febrero. Un óleo sobre madera de pequeño formato –30x20 centímetros—del periodo realista mágico –circa 1950-- estimado como la mejor época del pintor, por el cual pagó 15.000 dólares. “Detectamos que la obra era robada durante el proceso de catalogación, cuando la vimos reproducida en un libro sobre Abela, publicado en Sevilla, donde decía claramente que pertenecía a la colección del Museo Nacional. Enseguida llamamos al museo”, ha dicho Cernuda a EL PAÍS.
Cernuda es propietario de la galería Cernuda Arte de Coral Gables desde 2000 y en otras oportunidades ha colaborado con la unidad especial de crímenes de arte y antigüedades del Buró Federal de Investigaciones (FBI). Hace dos años cooperó para que los agentes federales detuvieran en su galería a un grupo de ladrones, que intentó venderle una decena de obras del modernismo cubano –de René Portocarrero, Mariano Rodríguez, Antonio Gatorno y Amelia Peláez— robadas en Miami. Luego de informar a La Habana de su primer hallazgo, Cernuda volvió a la galería donde le vendieron la pieza. “Al día siguiente, indagué qué más había allí. Entonces me enseñaron diez Romañach, que habían sido mutilados con cuchillo. Los ladrones habían cortado las obras para no tomarse el tiempo de sacar los clavos de los bastidores”. Volvió a llamar a La Habana. También esas obras pertenecían al museo.
El viernes 28 de febrero, el Consejo Nacional de Patrimonio Cultural de Cuba confirmó públicamente que “detectó un importante faltante” en el almacén de obras de la institución. “El acceso al local no había sido violentado por lo que no puede precisarse la fecha exacta en que la sustracción tuvo lugar (…) Los malhechores cortaron las obras recolocando los marcos ordenadamente, por lo que a simple vista no se podía detectar (el hurto)”, anunció la institución a través de un comunicado. “La mayor parte de las obras sustraídas corresponden a Arte Cubano, al periodo conocido como cambio de siglo (tránsito entre la academia y la vanguardia) y especialmente piezas realizadas por Leopoldo Romañach”, continúa el texto. “Las propias autoridades cubanas, de manera menos pública, están estimando un robo de al menos 95 obras, pudieran ser algunas más”, asegura Ramón Cernuda.
El Museo Nacional de Bellas Artes de La Habana fue fundado en 1913 y posee la más completa colección de arte cubano de los siglos XVI al XX. No es la primera vez que ocurre un robo masivo de su colección, pero sí es la primera oportunidad en que el Gobierno cubano promete que divulgará información –imágenes y fichas técnicas-- de las obras robadas. En 1995, otras 40 pinturas desaparecieron del museo, sin que fuesen incorporadas oficialmente a las bases de datos internacionales de arte robado; se sospechó entonces que fueron sustraídas con complicidad de las autoridades. La Fundación Cintas, dedicada a la promoción de los artistas cubanos en el extranjero, demandó sin éxito a la casa de subastas Sotheby’s en España, por vender dos de esas piezas. Ese mismo año, el Gobierno cubano dijo haber desarticulado una red de contrabando de arte, conformada por cinco personas, y dirigida por el administrador del museo. Esta vez, Cuba ha dicho que pondrá “a disposición de las autoridades competentes, dentro y fuera del país, la relación total de obras que han sido robadas de una institución oficial, y que pueden estar a merced del tráfico ilícito a nivel nacional e internacional”. De acuerdo a cifras de The Art Loss, la más grande base de datos privada de arte robado, las pérdidas anuales por la comisión de estos delitos a nivel mundial superan los mil millones de dólares.
El “Carnaval infantil” de Eduardo Abela está ahora en manos del FBI y será devuelta al Museo Nacional de Bellas Artes de La Habana, y “ya hay un gran jurado evaluando la posible culpabilidad de alguien aquí, en Estados Unidos”, según ha dicho Cernuda. Sobre el destino del resto de la colección –cómo salieron las obras del museo y de Cuba, en cuánto tiempo fueron robadas y si hubo funcionarios del Estado involucrados en el proceso-- poco o nada se sabe.

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