Concurso. Las obras finalistas del Premio Banco Central ofrecen en el Palais de Glace un interesante panorama de la pintura contemporánea argentina.
POR MERCEDES PEREZ BERGLIAFFA
Adriana Minolitti. “Ninfxs”, 2014. Nico Sara. Sin título, 2013.
Palais de Glace, planta baja, nave central: allí se exponen actualmente las 42 obras seleccionadas por el jurado del concurso organizado por el Banco Central de la República Argentina (BCRA).
Realizando este año su octava edición, la competencia –que se instauró en 2007 bajo la gestión de Martín Redrado en el banco, por entonces presidente de la entidad–, se posiciona en la escena local como uno de los certámenes más convocantes y poderosos, no solamente por la cantidad de dinero con que están dotados sus premios, sino también porque distingue diferentes categorías por edades.El concurso distingue cada año con un Gran Premio Homenaje Adquisición, a un artista argentino que “por su trayectoria y acción en las artes visuales, haya contribuido al fortalecimiento de nuestra cultura y consolidación de nuestra identidad”. Y además otorga premios y menciones en dos categorías: artistas mayores de 35 años y jóvenes que no han llegado aún a esa edad. Como los premios son adquisición, el banco va formando así su propia colección de pintura.
Este año la participación fue récord: se presentaron 1.173 concursantes, 868 en la categoría mayores de 35 años y 305 en la categoría menores de esa edad.
El jurado que revisó y seleccionó las obras estuvo compuesto por Juan Doffo, artista plástico; Ana Martínez Quijano, crítica; Tomás Bondone, director del Museo Superior de Bellas Artes Evita (de Córdoba), Carlos Herrera, artista, y Roberto Miranda, por el BCRA. La curaduría estuvo a cargo de Rodrigo Alonso, quien quien eligió cuál de las tres obras presentadas por Marcia Schvartz –la artista elegida para recibir el Gran Premio de Honor– sería la adquirida por el banco y acompañaría a las otras dos en la exposición (ver recuadro).
El Premio BCRA da un panorama de todo lo que se comprende por pintura hoy en día. En la sala del Palais de Glace se ve clarito. El arco abarca desde la obra de Martín Touzón realizada con pelusas condensadas de ropa, que alguna vez quedaron en el fondo de las máquinas lavadoras –“Composición A1-ISO 216 #2”– hasta técnicas súper tradicionales, por ejemplo, el óleo sobre tela “Gigo”, la obra de Andrés Compagnucci.
Si usted va al Palais, se encontrará con un conjunto de obras disímiles: lo único que tienen en común es su bidimensionalidad y aún así, algunas le escapan a esta característica. De ahí en más, muchos de los trabajos seleccionados por el jurado eluden los límites clásicos de la disciplina. Muchas de las obras podrían calificarse como pintura expandida , es decir, una pintura híbrida, que hace uso de todos los medios a su alcance para expandir su discurso.
En rigor, lo que puede verse en el Palais es una pintura expandida aún tímida. Hay un par de obras que son impresiones digitales color sobre tela, o –como describió Leonel Luna a la suya– “pintura digital inkjet sobre PET” (un tipo de policarbonato rígido). Estos tratamientos nos llevan a cuestionarnos sobre la naturaleza de lo pictórico y a remarcar –una vez más y ya bastante entrado el siglo XXI– las consecuencias que sigue teniendo en todas las áreas del arte la continua expansión de lo conceptual, y la mezcla de la antigua disciplina pictórica con otras; es decir, las consecuencias que a lo largo del siglo XX fueron logrando la impureza, la dependencia de unas disciplinas de otras, la no-autonomía entre ellas. En este sentido, “Latencia”, de Lorena Ventimiglia (obra con mención), y “Tapial #5”, de Guido Ignatti, reflexionan sobre estos límites.
Otros trabajos son polémicos desde el punto de vista de lo representado y no tanto desde la génesis o naturaleza de los materiales. “Puerto Pollensa”, de Alberto Passolini –el retrato acercándose a la caricatura de Sandra Mihanovich–; “Jardín”, de Anabella Papa; “Un toro”, de Manuel Aja Espil; “Ezeiza”, de Gerardo Oberto.
Las siguientes son las obras premiadas por el jurado: en la categoría “Mayores de 35 años”, el Primer Premio fue para “Sin título”, de Alfredo Londaibere; el Segundo Premio, para Onofre Fraticelli y su pintura “El voto ganador”; el Tercer Premio, para Miguel Harte y su obra sin título. En la categoría “Menores de 35 años”, recibió el Primer Premio Adriana Minolitti por su obra “Ninfxs”; el Segundo Premio fue para Carlos Huffman por su “Muerte con linterna”. También vale la pena prestar especial atención a “El principio, el fin y otra vez el principio”, de Santiago Iturralde; “Cromo sapiens”, de Mariano Molina; “Grey garden”, de Verónica Navajas; “Sin título”, de Nico Sara, y a la Mihanovich de Passolini.
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