«A arte é unha arma cargada de futuro». Esta es la frase que desde el último fin de semana de noviembre se puede leer en el interior de una casa abandonada ubicada en la calle Principal de Boiro.
La cita, con su profundo mensaje, se estampó en la pared el día en que un grupo de artistas de la localidad, entre los que se encuentran Susana Diz y Mara Castro, que integran el colectivo Creaturas, decidieron que había que intentar lavar un poco la mala cara de la travesía.
«Hace algunos meses los vecinos se quejaron por el estado en el que se encuentra la calle, sabíamos que había cierta polémica en torno a ella y por eso decidimos hacer las intervenciones», apunta Mara. Las improvisadas macetas que se instalaron en el interior de una vivienda reciclando botellas de plástico de refrescos o los murales que se pueden ver (más bien lo que queda de ellos) en diversos inmuebles abandonados se realizaron en una sola tarde, aunque antes hubo que hacer una serie de gestiones y trabajos que requirieron de mucho esfuerzo.
Bolsas de escombros
Para acceder a una de las casas en ruinas, primero «tivemos que sacar de alí bolsas e bolsas de escombros, quitar as portas e as fiestras que xa estaban rotas e limpar moito», asegura Susana, a lo que Mara Castro añade que «incluso había dentro animales muertos». Quien piense que los artistas no corren riesgos en su profesión se equivoca. «A casa estaba moi mal, o dono xa nos avisou e de feito non puidemos nin poñer cravos para colgar o que puxemos por medo a que se derrubase. Fixemos un seguro mentres traballamos no seu interior polo que puidera pasar», indica Diz al recordar la experiencia.
No fue fácil, pero el resultado valió la pena. En un primer momento pensaron en recrear un pequeño salón reciclando mobiliario, pero lo desestimaron. Finalmente optaron por disponer un pequeño jardín vertical «con plantas silvestres y botellas de plástico. La idea era que reciclando y con una frase bonita se pudiera convertir lo abandonado en algo bello, incluso romántico», aseguran.
Jóvenes artistas
Pero los miembros de Creaturas no estuvieron solos en su cometido, sino que contaron con la ayuda de una decena de estudiantes del Bachillerato de Artee que se imparte en el instituto Praia de Barraña. Estos, con la colaboración de sus profesores, fueron los encargados de diseñar y colocar los murales que se pueden ver en las fachadas de varias casas.
«Sabemos que esta modalidad de arte es efímera. Una de las intervenciones no duró ni unas horas. Poco después de que los chavales acabaran ya alguien le había arrancado un cacho», afirma con cierta amargura Mara Castro. «É certo que houbo xente que non entendeu o que se fixo, pero outros moitos apoiárono e mostraron a súa conformidade con que se fagan este tipo de cousas», resalta Susana Diz.
En lo que coinciden las dos artistas es en que se consiguió lo que se buscaba, que era «dar que hablar». Además, consideran que, aunque se debiera respetar el trabajo, fue una buena experiencia para los jóvenes que participaron ya que pudieron enfrentarse a las críticas del público, algo inevitable en el mundo del arte.
Estas dos integrantes del colectivo Creaturas no descartan que se realicen más intervenciones de estas características en el futuro: «Esto fue un guiño intentando dar el pistoletazo de salida a algo mayor, haciendo ver que se puede conseguir mucho más».
Colaboración con propietarios. Para realizar las intervenciones fue necesario que los dueños de las viviendas dieran su consentimiento, algo que no fue difícil conseguir. Susana Diz y Mara Castro dicen que su colectivo está abierto a colaborar con los propietarios de inmuebles antiguos que quieran adecentarlos con actuaciones como estas.
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