José Pedro Pérez-Llorca y Alfredo Pérez de Armiñán, tras la firma del acuerdo - ABC
Bien está lo que bien acaba. Va a llevar razón Azaña cuando sentenció que «el Museo del Prado es lo más importante para España, más que la Monarquía y la República juntas». En esta guerra no hay vencedores ni vencidos. Ganamos todos. No tenía sentido ver a dos de las más señeras instituciones culturales del Estado en un enconado debate a causa de cuatro obras maestras que son de todos los españoles («El Jardín de las Delicias» y la «Mesa de los Pecados Capitales», ambos del Bosco; «El Descendimiento», de Van der Weyden, y «El Lavatorio», de Tintoretto), mientras el Ministerio de Cultura era incapaz de poner orden en casa y solventar un problema que se ha alargado demasiado tiempo.En un editorial publicado el pasado 23 de abril, ABC decía de forma contundente: «Los cuadros han de quedarse en el Prado»
En un editorial publicado el pasado 23 de abril, ABC se mostraba así de contundente: «Los cuadros han de quedarse en el Prado». La sensatez y el buen juicio le han dado la razón. Allí se quedan. Para siempre, como consta en el acuerdo firmado ayer en el Palacio Real por el presidente del Patronato del Prado, José Pedro Pérez-Llorca, y elpresidente de Patrimonio Nacional, Alfredo Pérez de Armiñán, por el cual se regula de manera estable el régimen de determinados depósitos recíprocos. Algo que resultó imposible con el anterior presidente de esta última institución,José Rodríguez-Spiteri, obcecado en que las cuatro obras abandonasen el Prado con vista a ser las estrellas del futuro Museo de las Colecciones Reales.
«El Jardín de las Delicias», del Bosco- MUSEO DEL PRADO
Cartas de ida y vuelta, propuestas y contrapropuestas, informes técnicos de las obras, dictámenes jurídicos, reuniones a dos, tres y más bandas, rechazo de préstamos, declaraciones subidas de tono por parte de Rodríguez-Spiteri a la prensa... La situación, insostenible, seguía en punto muerto. No fue posible el deshielo en esta absurda Guerra Fría hasta la marcha de Rodríguez-Spiteri al frente de Patrimonio Nacional. Su sustituto, Alfredo Pérez de Armiñán, buen conocedor del Prado, apenas lleva dos meses en el cargo. Tiempo suficiente para que las aguas vuelvan a su cauce y se firmase ayer el anhelado acuerdo. ABC ha podido saber que esta última fase de las negociaciones se ha llevado a cabo directamente entre las dos instituciones, sin intermediarios.
El Bosco, gran regalo de aniversario
Que El Bosco esté en casa es el mejor regalo para celebrar por todo lo alto, como se merece, el V centenario de la muerte del pintor. Como contrapartida a que las cuatro obras ya mencionadas se queden definitivamente en el Prado, se garantiza la permanencia de las siete que, en compensación, depositó el museo en el Monasterio del Escorial: «Descanso en la huida a Egipto», del taller de Tiziano; «Vista del Monasterio del Escorial» y «Vista de El Campillo, casa de campo de los monjes del Escorial», ambas de Benito Manuel de Agüero; «Retrato de D. Juan de Austria», atribuido a Juan Pantoja de la Cruz; «El Descendimiento» (copia de Van der Weyden), de Michiel Coxcie;«La creación» (Tríptico), del Bosco, y «El cambista y su mujer», de Marinus Reymerswaele. El resto de los depósitos se atendrá al régimen ordinario.
Aunque el acuerdo tiene vocación de permanencia, es preceptivo que se formalice el depósito cada dos años
Pero se ha querido ir más allá. Ambas instituciones han acordado «reemprender y reforzar su cooperación en el ámbito de sus respectivos fines, de acuerdo con lo dispuesto en sus legislaciones específicas, y como instituciones configuradas sobre la base del legado histórico artístico y cultural de la Corona de España». Dicho de otro modo, las relaciones entre Prado y Patrimonio Nacional vuelven a ser inmejorables. Es de suponer, pues, que no habrá más bloqueos en los préstamos.
Valoraciones de los protagonistas
Tras la noticia, llegó la hora de las valoraciones por parte de los protagonistas. En conversación telefónica con ABC, Pérez-Llorca se mostraba muy satisfecho: «Todo ha acabado muy felizmente. Se ha impuesto el sentido común. Estamos contentísimos con la gestión de Pérez de Armiñán. Ahora se abre una etapa de muy intensa colaboración entre las dos instituciones». Por su parte, Pérez de Armiñán también apuntaba a este diario que «lo importante de este acuerdo es que ratifica el hermanamiento entre las dos instituciones. No es un solo un acuerdo de colaboración sino un reforzamiento que tiene que traducirse en una auténtica alianza cultural. El Prado y Patrimonio Nacional son dos instituciones hermanas, que nacen ambas del mecenazgo real, que tienen sus orígenes en las colecciones de la Corona española y que tienen que caminar juntas. Son dos brazos del mismo cuerpo. No tiene sentido que el Prado camine sin Patrimonio Nacional y éste sin el Prado. Pero tengo que decir, en honor a la verdad, que Patrimonio Nacional nunca ha hecho una solicitud de levantamiento del depósito».
Aunque el acuerdo tiene vocación de permanencia, es preceptivo que se formalice el depósito cada dos años
Sí quedó bloqueada, hace casi cuatro años, la formalización del depósito. A partir de ahora se seguirá renovando cada dos años, como es preceptivo. «Pero este depósito –advierte Pérez de Armiñán– tiene vocación de permanencia. El titular de los bienes es el Patronato del Monasterio del Escorial, pero el acuerdo reconoce que estas obras cumplen muy adecuadamente su función cultural en las salas de pintura flamenca e italiana del Prado». Y allí permanecerán definitivamente.
El secretario de Estado de Cultura, José María Lassalle, valoraba así el acuerdo para ABC: «Estamos realmente satisfechos de haber dado estabilidad y una solución mejor a la que existía antes de este problema. Todos nos reconocemos en la decisión. Así que podemos estar de enhorabuena. Es fundamental que el Prado y el Museo de las Colecciones Reales, por tanto Patrimonio Nacional, sean capaces de encontrar una fórmula de colaboración y de trabajo que ponga en evidencia lo que ambas son: la colección real transformada en colección de todos los españoles».
El Decreto de 1943, sin derogar
Pero, para entender esta historia, debemos remontarnos a los años 30. Desde entonces las cuatro obras maestras forman parte ya de la identidad del Prado.En 1936 tres de ellas llegaron al museo por orden de la Junta de Incautación, Protección y Conservación del Tesoro Artístico. Tres años antes,el 14 de enero del 33, había ingresado en la pinacoteca «El Jardín de las Delicias», por expreso deseo de Azaña. Tras el «exilio» forzoso a causa de la guerra, en 1943 la presidencia del Gobierno firmó un Decreto por el cual se resolvía la naturaleza jurídica de las cuatro obras: quedaban en depósito temporal, pero indefinido –necesario, no voluntario– en el Prado. El Decreto nunca fue derogado y, por tanto, seguía en vigor.
El Prado envió informes al Gobierno en los que expresaba su temor a un expolio, un desguace, una desamortización
Con la aprobación de la Ley de 1982 y el Real Decreto de 1987 que regulan el ente público Patrimonio Nacional, quedó establecido un trámite burocrático: el depósito de las cuatro obras citadas en el Prado debía renovarse cada dos años. Y así fue hasta febrero de 2012. Pero, con la llegada de Rodríguez-Spiteri al frente de Patrimonio Nacional, la cosa cambió, utililizando este asunto como arma arrojadiza contra el Prado, negando a éste préstamos para exposiciones: dejó descabezada la muestra de Bernini y no permitió que «El Calvario», de Van der Weyden, restaurado en los talleres del Prado, prolongara su estancia en el museo un mes más.
Avalado por hasta cuatro dictámenes jurídicos, el Prado había enviado informes al Gobierno en los que hablaba de desmantelamiento, desamortización, desguace, expolio, atentando contra el museo, desgarro de sus colecciones... Se lamentaban de que «sería desvestir a un santo (el Prado) para vestir a otro (el Museo de las Colecciones Reales)», se produciría una avalancha de reclamaciones, se abriría una puerta giratoriaque facilitaría la salida de obras en todas las instituciones del país, empezando por el Reina Sofía y su «Guernica». Afortunadamente, la sangre no llegó al río.
abc.es
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