Así lo recoge el tercer informe del Observatorio Cultural de Género. Las autoras han recibido el 7% de los premios dedicados al ensayo. Los hombres reciben 8 de cada 10 galardones a la trayectoria profesional.
Acaba de publicarse el tercer informe del Observatorio Cultural de Género (OCG), que incluye datos muy preocupantes sobre la situación de la mujer en el ámbito de los galardones literarios
El estudio, que ha listado los ganadores de los 70 premios a escritores en Cataluña en los últimos 15 años, contempla la infrarrepresentación de la mujer de manera "especialmente clara", en palabras de la directora del OCG, M. Àngels Cabré a Efe, en géneros como el ensayo, donde las escritoras han recibido solo el 7% de los premios.
Las mujeres no llegan al 25% de premiados en las modalidades más notorias, narrativa para adultos y poesía, y están "muy por debajo de la percepción general del porcentaje de mujeres narradoras y poetas", como explica Cabré.
El informe calcula, en oposición, que los hombres reciben 8 de cada 10 galardones dedicados a la trayectoria profesional, y copan el 96% de premios a obras teatrales. Para la directora del Observatorio, la conclusión del estudio es clara: "O hay menos mujeres en el mundo literario de lo que nos pensamos o no disfrutan de los mismos mecanismos de promoción que los hombres".
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El informe calcula, en oposición, que los hombres reciben 8 de cada 10 galardones dedicados a la trayectoria profesional, y copan el 96% de premios a obras teatrales. Para la directora del Observatorio, la conclusión del estudio es clara: "O hay menos mujeres en el mundo literario de lo que nos pensamos o no disfrutan de los mismos mecanismos de promoción que los hombres".
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as mujeres están muy poco representadas en la obtención de premios literarios
Ver más en: http://www.20minutos.es/noticia/2630157/0/observatorio-cultural-genero/mujeres/infrarrepresentadas/#xtor=AD-15&xts=467263
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Las mujeres están muy poco representadas en la obtención de premios literarios
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Las mujeres están muy poco representadas en la obtención de premios literarios
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La lengua que nos tocó vivir
Mi mamá cuenta que cuando era pequeña les prohibían hablar en español -Stop talking that monkey language- les decían. Con “lengua de monos” se referían al español.
Y es que la población negra de la cual desciendo, arribó como fuerza de trabajo migrante a mi país a finales del siglo XIX provenientes del Caribe Inglés. Llegaron en busca de mejores condiciones de vida para formar parte del contingente de trabajadores que construyeron el Ferrocarril al Atlántico costarricense y para trabajar en las plantaciones bananeras. Esta migración que iniciara en la última parte del siglo XIX, se extendió por varias décadas y estuvo compuesta en principio por una mayoría de hombres jóvenes. Más tarde, llegarían familias enteras con la esperanza de recolectar algún dinero para luego volver a su país de origen.
Con esta migración, llegaron maestros y maestras que fundaron pequeñas escuelas locales, que tenían como propósito asegurar que niños y niñas aprendieran el inglés de manera “correcta”, porque para entonces y aún por muchos años después, estos afrodescendientes se decían con mucho orgullo “súbditos de la Corona” y su objetivo con esta migración, nunca fue el de establecerse, sino más bien acumular algún dinero y regresar a su país, cosa que nunca aconteció.
El inglés de mis padres, si bien matizado por esa musicalidad y acentos característicos del Caribe, fue siempre muy bien hablado y con una gramática y vocabulario muy buenos. Ellos podían pasar de la conversación en el mejor inglés británico al coloquial inglés criollo, ya “hibridizado” entre acentos y palabras en español. En esa lengua, o en ambas, la generación de mis padres aprendió de cuentos, canciones e historias. Aprendieron de míticas imágenes en formas de animales, aprendieron de seres sobrenaturales que transmitían intrínsecas lecciones, re-creaban e imaginaban la historia, transportaban a territorios ancestrales y promovían la comunicación entre abuelos y abuelas, tíos y vecinos.
Establecían comunicación entre pueblos enteros que con ritos y religiones re-creaban experiencias de mucho tiempo atrás. Fue en esa lengua que mi madre me cantó las primeras canciones y mi padre me enseñó mis primeras oraciones. Para ellos, el inglés les dio no solo el privilegio de recibir y transmitir cultura y saberes ancestrales, sino que les otorgó también, según ellos, cierto estatus que entonces les hizo sentirse como parte de una clase de “realeza” en un país de “campesinos y gente sin educación”, al ser ellos “súbditos” de la corona Británica.
Toda esta historia se desarrolló sin embargo, en un país cuya lengua oficial es el español. Por esta razón, varias generaciones de población negra han debido luchar hasta hoy por conservar la lengua que trajeron consigo y con ella todo ese cúmulo de historia, sabiduría e identidad teniendo que lidiar con el rechazo por parte de la mayoría mestiza y de los gobiernos de turno que por años y aun habiendo nacido en el país, les negara la nacionalidad costarricense.
El español sin embargo, pronto pasaría a ser parte de la cultura de este pueblo, dada la dificultad de permanecer aislados y la necesidad e importancia de incorporarse al sistema educativo costarricense a fin de poder avanzar y que su educación fuera reconocida por el sistema. Hoy, mis padres y los padres de mis amigos y amigas, hablan español con un característico acento Inglés. Mi generación por su parte, aun cuando conserva el inglés como lengua materna, ya no tiene ese acento que alguna vez, fuera tan característico. En cuanto a las siguientes generaciones de afrodescendientes, el Inglés no es siempre la lengua materna, además de que en la actualidad, la existencia de escuelas e instituciones diversas que imparten clases de Inglés ha hecho que hablar esta lengua sea mucho más común y no patrimonio de los afrodescendientes como lo fuera hace unos 30 años.
A partir de cierto momento que no puedo recordar, mis padres decidieron no hablarnos en inglés. No se siquiera si fue una decisión consciente y consensuada entre ambos pero simplemente mis hermanos, hermanas y yo, crecimos sin poder hablar inglés. Esto provocó muchas veces burlas por parte de nuestros amigos afrodescendientes y que nos sintiéramos en otras oportunidades, excluidos de una etnicidad que a menudo era asociaba con la habilidad de hablar esta lengua.
La mayoría de nuestros amigos afrodescendientes hablaban inglés, por lo que en nuestra generación fuimos la excepción a la regla. Crecimos escuchando a mi madre y a mi padre comunicarse en inglés y la comunicación con tíos y tías, amigos cercanos y otros miembros de la familia extendida fue siempre en esa lengua, pero con nosotros, nunca se comunicaron en inglés. Tiendo a pensar que la razón estuvo relacionada con haber migrado a la capital, donde éramos una clara minoría o no sé, talvez un tímido intento por protegernos, dándonos una razón menos para ser diferentes.
Sigue leyendo a la escritora afrocostarricense Shirley Campbell Barr en Afroféminas.
Y es que la población negra de la cual desciendo, arribó como fuerza de trabajo migrante a mi país a finales del siglo XIX provenientes del Caribe Inglés. Llegaron en busca de mejores condiciones de vida para formar parte del contingente de trabajadores que construyeron el Ferrocarril al Atlántico costarricense y para trabajar en las plantaciones bananeras. Esta migración que iniciara en la última parte del siglo XIX, se extendió por varias décadas y estuvo compuesta en principio por una mayoría de hombres jóvenes. Más tarde, llegarían familias enteras con la esperanza de recolectar algún dinero para luego volver a su país de origen.
Con esta migración, llegaron maestros y maestras que fundaron pequeñas escuelas locales, que tenían como propósito asegurar que niños y niñas aprendieran el inglés de manera “correcta”, porque para entonces y aún por muchos años después, estos afrodescendientes se decían con mucho orgullo “súbditos de la Corona” y su objetivo con esta migración, nunca fue el de establecerse, sino más bien acumular algún dinero y regresar a su país, cosa que nunca aconteció.
El inglés de mis padres, si bien matizado por esa musicalidad y acentos característicos del Caribe, fue siempre muy bien hablado y con una gramática y vocabulario muy buenos. Ellos podían pasar de la conversación en el mejor inglés británico al coloquial inglés criollo, ya “hibridizado” entre acentos y palabras en español. En esa lengua, o en ambas, la generación de mis padres aprendió de cuentos, canciones e historias. Aprendieron de míticas imágenes en formas de animales, aprendieron de seres sobrenaturales que transmitían intrínsecas lecciones, re-creaban e imaginaban la historia, transportaban a territorios ancestrales y promovían la comunicación entre abuelos y abuelas, tíos y vecinos.
Establecían comunicación entre pueblos enteros que con ritos y religiones re-creaban experiencias de mucho tiempo atrás. Fue en esa lengua que mi madre me cantó las primeras canciones y mi padre me enseñó mis primeras oraciones. Para ellos, el inglés les dio no solo el privilegio de recibir y transmitir cultura y saberes ancestrales, sino que les otorgó también, según ellos, cierto estatus que entonces les hizo sentirse como parte de una clase de “realeza” en un país de “campesinos y gente sin educación”, al ser ellos “súbditos” de la corona Británica.
Toda esta historia se desarrolló sin embargo, en un país cuya lengua oficial es el español. Por esta razón, varias generaciones de población negra han debido luchar hasta hoy por conservar la lengua que trajeron consigo y con ella todo ese cúmulo de historia, sabiduría e identidad teniendo que lidiar con el rechazo por parte de la mayoría mestiza y de los gobiernos de turno que por años y aun habiendo nacido en el país, les negara la nacionalidad costarricense.
El español sin embargo, pronto pasaría a ser parte de la cultura de este pueblo, dada la dificultad de permanecer aislados y la necesidad e importancia de incorporarse al sistema educativo costarricense a fin de poder avanzar y que su educación fuera reconocida por el sistema. Hoy, mis padres y los padres de mis amigos y amigas, hablan español con un característico acento Inglés. Mi generación por su parte, aun cuando conserva el inglés como lengua materna, ya no tiene ese acento que alguna vez, fuera tan característico. En cuanto a las siguientes generaciones de afrodescendientes, el Inglés no es siempre la lengua materna, además de que en la actualidad, la existencia de escuelas e instituciones diversas que imparten clases de Inglés ha hecho que hablar esta lengua sea mucho más común y no patrimonio de los afrodescendientes como lo fuera hace unos 30 años.
A partir de cierto momento que no puedo recordar, mis padres decidieron no hablarnos en inglés. No se siquiera si fue una decisión consciente y consensuada entre ambos pero simplemente mis hermanos, hermanas y yo, crecimos sin poder hablar inglés. Esto provocó muchas veces burlas por parte de nuestros amigos afrodescendientes y que nos sintiéramos en otras oportunidades, excluidos de una etnicidad que a menudo era asociaba con la habilidad de hablar esta lengua.
La mayoría de nuestros amigos afrodescendientes hablaban inglés, por lo que en nuestra generación fuimos la excepción a la regla. Crecimos escuchando a mi madre y a mi padre comunicarse en inglés y la comunicación con tíos y tías, amigos cercanos y otros miembros de la familia extendida fue siempre en esa lengua, pero con nosotros, nunca se comunicaron en inglés. Tiendo a pensar que la razón estuvo relacionada con haber migrado a la capital, donde éramos una clara minoría o no sé, talvez un tímido intento por protegernos, dándonos una razón menos para ser diferentes.
Sigue leyendo a la escritora afrocostarricense Shirley Campbell Barr en Afroféminas.
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Ana López-Navajas: “No existe una historia sin mujeres ni una cultura sin mujeres”
Desde hace siete años, la investigadora de la Universidad de Valencia, Ana López-Navajas, está creando una base de datos sobre la labor de las mujeres en múltiples disciplinas a lo largo de la historia. Su objetivo final es que esos conocimientos lleguen a los libros de texto de la Educación Secundaria Obligatoria (ESO) en los que, nos explica López en la siguiente entrevista, la presencia de las mujeres es tan ínfima que constituye una falsificación de la realidad. Esta tiene nefastas consecuencias, como el fomento de la desigualdad desde los institutos o la pérdida masiva de talento.
Desde hace siete años, la profesora de lengua y literatura española e investigadora de la Universidad de Valencia, Ana López-Navajas, está creando una base de datos sobre la labor de las mujeres en múltiples disciplinas a lo largo de nuestra historia. Su objetivo final es trasladar los conocimientos de dicha base a los libros de texto de la Educación Secundaria Obligatoria (ESO) en los que, nos cuenta López Navajas en la siguiente entrevista, la presencia de las mujeres es tan ínfima que constituye una falsificación de la realidad.
Este hecho quedó patente en un estudio, también de Ana López, publicado en 2014 bajo el título Las mujeres en los contenidos de la Educación Secundaria Obligatoria. Cofinanciado por el Ministerio de Ciencia e Innovación y el Instituto de la Mujer, el estudio reveló la exclusión de las mujeres en los contenidos académicos de la enseñanza secundaria española: sólo el 7,6% de los referentes culturales y científicos que aparecen en los libros de texto de la ESO son mujeres.
¿Por qué razón? Según nos explica López-Navajas, esto se debe a que, en general, las mujeres no pasan a lo escrito, aunque hayan sido reconocidas escritoras, científicas, músicas, etc. en su momento. “Pero cincuenta años más tarde, han desaparecido de los libros que narran la época, de los libros de historia. Además, su producción cultural, como no se corresponde ni en perspectiva ni en género discursivo al canon androcéntrico, es excluida de las historias; no crea genealogía”, señala.
Pero lo cierto es que “no existe una historia sin mujeres, ni una cultura sin mujeres”; por eso ellasdeben llegar a los libros de texto. Así se evitaría el empobrecimiento cultural de todos, la discriminación femenina (“a quien no se le reconocen los logros culturales, difícilmente se le puede conceder valor social”, explica Ana López-Navajas) y el desperdicio de talento, pues se sabe que los estereotipos que promulgan los contenidos educativos afectan al desarrollo profesional y personal de las jóvenes estudiantes.
La base de datos en desarrollo podría estar a disposición del público en dos años, aunque para ello se necesitará “más apoyo por parte de la administración pública, la universidad o la iniciativa privada” reclama la investigadora. Quizá con ella puedan evitarse cifras tan escandalosas como los siguientes: en los libros de ciencia, música e historia de la ESO, solo un 5% de los humanos que aparecen mencionados son mujeres; en los textos de Tecnología la aparición de las mujeres no llega ni al 1%; y en literatura española hasta el XVIII solo aparece una escritora, y en el XX ni poetas ni dramaturgas. Y lo peor de todo, alerta López Navajas, en estos libros “las mujeres pierden peso en la narración de la Contemporaneidad, justamente cuando debían ganar peso, pues es de estas épocas de las que tenemos más datos y mayor conciencia de igualdad”.
¿Han hecho algo relevante las mujeres a lo largo de la historia?, porque poca información tenemos de ello…
Por supuesto, son protagonistas esenciales desde el principio de los tiempos ¿Cómo no van a hacer nada relevante las que han estado siempre codo con codo con los hombres? ¿Nos debemos creer que la mitad de la población no ha hecho nada relevante en el desarrollo histórico o cultural? Es un despropósito. El propio planteamiento –que nos hacemos todo el mundo- resulta tan contra toda lógica (y al mismo tiempo, es tan “natural”), que lo pone en evidencia.
Ellas han participado de forma ininterrumpida y desde el principio de los tiempos en todos los ámbitos de lo humano: en lo cultural, en lo social y en lo histórico. Fueron ellas, por poner un ejemplo, las que desarrollaron técnicas de recolección y cultivo, el cuidado y la crianza, la construcción, la medicina… De perfumistas asirias son las primeras definiciones de los procesos químicos, de la acadiaEnhedduAnna, hace 5.000 años, las primeras notaciones astronómicas, que continuaron Aglaonice y las brujas de Tesalia, que predecían eclipses, pasando por Teano y las pitagóricas, Hipatia de Alejandría hasta llegar a Sofía Brahe, la hermana de Tycho, que realizó casi al completo las tablas que, más tarde, utilizaría Kepler. Maria Cunnitz, o Elisabeth Hevelius en el siglo XVII o Caroline Herschel, en el XVIII continúan esta labor, hasta llegar al XIX con Mina Fleming o Annie Jump Cannon, en Harvard o ya en el XX, la gran Cecilia Payne.
Estas genealogías se dan, de una manera u otra, en absolutamente todos los campos del saber y del hacer. Pero no las conocemos y creemos que no existen.
El hecho de que nos lo planteemos indica el grado de distorsión histórica y cultural que tenemos. Lo que consideramos una historia y una cultura universales, no son más que una historia y una cultura de género. Masculino, por supuesto. Completamente parcial. Los hechos considerados relevantes o hitos culturales… todos son de protagonismo masculino. Es una historia y una cultura de hombres, pero que se hace pasar por colectiva, por universal. Este es el engaño cultural en el que vivimos. Y también la pobreza de una cultura que nos hurta referentes. Y hemos naturalizado tanto el hecho de que las mujeres no han hecho nada relevante, que un absurdo de tal calibre nos parece normal. Incluso se puede escuchar “es que ellas no deben haber podido hacer nada, siempre han estado en casa”.
Cuando hay que tener en cuenta un par de cosas. En primer lugar, el ámbito doméstico es un espacio esencial que ha sido ninguneado. El hogar es un centro de producción y reproducción esencial para el desarrollo social. Y en segundo lugar, ellas no han estado solo en la casa, ellas han estado en todas partes, han participado de forma distinta en los acontecimientos históricos y también culturales, con expresiones diferentes en la literatura, en el arte, en la música… pero han estado incluso en la guerra, el ejército o las huestes, la piratería, han gestionado el poder, de forma directa o en la sombra, han hecho avances científicos considerables… Tenemos modelos de mujeres de todo tipo, pero como no las conocemos… pues estos tipos de mujer siempre nos parecen raros, excepciones, que confirman esa visión engañosa de la historia. Una historia donde los hombres parecen los absolutos protagonistas y las mujeres parecen insignificantes. Una historia mentirosa que nos sustrae a todos, mujeres y hombres, obras y hechos esenciales de nuestra memoria colectiva.
Una mentira que también se refleja en los libros de texto, según su estudio de 2014. ¿De quién es la responsabilidad, de los historiadores, de los editores, de los educadores…?
Es un hecho estudiado que las mujeres no pasan a lo escrito. Son reconocidas en su tiempo: como escritoras o pintoras o creadoras de pensamiento o lo que sea. Pero cincuenta años más tarde, han desaparecido de los libros que narran la época, de los libros de historia. Además, su producción cultural, como no se corresponde ni en perspectiva ni en género discursivo, al canon androcéntrico, es excluida de las historias. No crea genealogía.
Los libros de texto son deudores de esas historias canónicas masculinas, por tanto, en ellos no aparecen las mujeres. El hecho de que no ser consideradas como sujetos históricos y culturales está en la raíz de esta exclusión. El estudio que hemos realizado se muestra contundente, con un 7,6% de apariciones femeninas en los contenidos escolares (las mujeres son mencionadas 1.266 veces, frente a las 15.319 veces en que son mencionados los varones). Esto pone en evidencia, entre otras cosas, la violenta exclusión de las mujeres de lo que consideramos el conocimiento legítimo, el de los manuales. El que llega a toda la ciudadanía.
¿Responsabilidad? Podríamos decir que es de la cultura patriarcal, que ha primado los hechos masculinos y despreciado los femeninos y ha hecho de una historia parcial un referente universal. Y todas y todos compartimos esa cultura. Como ya hemos dicho, no se ha considerado a las mujeres como sujeto histórico.
Pero sí que es importante que asumamos todos nuestra parte de responsabilidad para enderezar el entuerto: los historiadores, ellos y ellas, deben esforzarse para rehacer el relato de la historia, su periodización y sus espacios; y las historias, tanto del arte, como de la ciencia y la tecnología, de la música o de la cultura. Se deben incorporar todas las aportaciones femeninas que, años de estudios han sacado a la luz y cambian el sentido de la cultura.
Afectan a hechos fundacionales de la ciencia o la cultura. No contar con ellas ya no es posible. No existe una historia sin mujeres ni una cultura sin mujeres. Los editores, por su parte, deberían cuidar especialmente el material escolar.
Cuando, en los objetivos y fines de la LOMCE y anterior LOE se indica la obligación de “aprender las referencias culturales básicas”, estas no se pueden transmitir sin contar con las producción cultural femenina; o cuando se establece la obligación de “educar en igualdad de oportunidades”, está claro que no pueden ser iguales aquellos que se ven protagonistas de la historia (los hombres) y aquellas (las mujeres) que parecen no haber hecho nada relevante. Unos valen más que otras. En definitiva, los manuales deberían cumplir con estos fines, algo que ahora no hacen.
Además, sería deseable que se editara obra femenina de todos los tiempos. Se encuentra poca: ni libros de escritoras -barrocas o ilustradas o románticas o de otras épocas-; ni música y partituras de autoría femenina para ponerlas a disposición de orquestas, bandas o agrupaciones. Ni la divulgación de obra gráfica de pintoras.
Hay algunas iniciativas, como la de Mujeres Pintoras, donde encontramos cientos y cientos de pintoras de toda época o la de escritoras.com, donde también encontramos algunas de las numerosísimas escritoras en español.
Pero a la industria editorial le falta bucear entre las escritoras, donde encontraría auténticas joyas, como, por ejemplo, la inquietante prosa de Luisa de Carvajal y Mendoza o las delirantes obras de la dramaturga barroca Feliciana Enríquez de Guzmán, como Las tres gracias mohosas, que el Teatro del Velador, de Juan Dolores Caballero, ha representado por media España.
Y finalmente los educadores, con formación. Revisando los contenidos que imparten en la ESO. Y en los másteres de secundaria, incidiendo en la parte específica de cada materia, donde deberían incluirse el enfoque y las mujeres que faltan en cada área. La formación del profesorado y la revisión de los contenidos académicos es esencial para este cambio.
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Este hecho quedó patente en un estudio, también de Ana López, publicado en 2014 bajo el título Las mujeres en los contenidos de la Educación Secundaria Obligatoria. Cofinanciado por el Ministerio de Ciencia e Innovación y el Instituto de la Mujer, el estudio reveló la exclusión de las mujeres en los contenidos académicos de la enseñanza secundaria española: sólo el 7,6% de los referentes culturales y científicos que aparecen en los libros de texto de la ESO son mujeres.
¿Por qué razón? Según nos explica López-Navajas, esto se debe a que, en general, las mujeres no pasan a lo escrito, aunque hayan sido reconocidas escritoras, científicas, músicas, etc. en su momento. “Pero cincuenta años más tarde, han desaparecido de los libros que narran la época, de los libros de historia. Además, su producción cultural, como no se corresponde ni en perspectiva ni en género discursivo al canon androcéntrico, es excluida de las historias; no crea genealogía”, señala.
Pero lo cierto es que “no existe una historia sin mujeres, ni una cultura sin mujeres”; por eso ellasdeben llegar a los libros de texto. Así se evitaría el empobrecimiento cultural de todos, la discriminación femenina (“a quien no se le reconocen los logros culturales, difícilmente se le puede conceder valor social”, explica Ana López-Navajas) y el desperdicio de talento, pues se sabe que los estereotipos que promulgan los contenidos educativos afectan al desarrollo profesional y personal de las jóvenes estudiantes.
La base de datos en desarrollo podría estar a disposición del público en dos años, aunque para ello se necesitará “más apoyo por parte de la administración pública, la universidad o la iniciativa privada” reclama la investigadora. Quizá con ella puedan evitarse cifras tan escandalosas como los siguientes: en los libros de ciencia, música e historia de la ESO, solo un 5% de los humanos que aparecen mencionados son mujeres; en los textos de Tecnología la aparición de las mujeres no llega ni al 1%; y en literatura española hasta el XVIII solo aparece una escritora, y en el XX ni poetas ni dramaturgas. Y lo peor de todo, alerta López Navajas, en estos libros “las mujeres pierden peso en la narración de la Contemporaneidad, justamente cuando debían ganar peso, pues es de estas épocas de las que tenemos más datos y mayor conciencia de igualdad”.
¿Han hecho algo relevante las mujeres a lo largo de la historia?, porque poca información tenemos de ello…
Por supuesto, son protagonistas esenciales desde el principio de los tiempos ¿Cómo no van a hacer nada relevante las que han estado siempre codo con codo con los hombres? ¿Nos debemos creer que la mitad de la población no ha hecho nada relevante en el desarrollo histórico o cultural? Es un despropósito. El propio planteamiento –que nos hacemos todo el mundo- resulta tan contra toda lógica (y al mismo tiempo, es tan “natural”), que lo pone en evidencia.
Ellas han participado de forma ininterrumpida y desde el principio de los tiempos en todos los ámbitos de lo humano: en lo cultural, en lo social y en lo histórico. Fueron ellas, por poner un ejemplo, las que desarrollaron técnicas de recolección y cultivo, el cuidado y la crianza, la construcción, la medicina… De perfumistas asirias son las primeras definiciones de los procesos químicos, de la acadiaEnhedduAnna, hace 5.000 años, las primeras notaciones astronómicas, que continuaron Aglaonice y las brujas de Tesalia, que predecían eclipses, pasando por Teano y las pitagóricas, Hipatia de Alejandría hasta llegar a Sofía Brahe, la hermana de Tycho, que realizó casi al completo las tablas que, más tarde, utilizaría Kepler. Maria Cunnitz, o Elisabeth Hevelius en el siglo XVII o Caroline Herschel, en el XVIII continúan esta labor, hasta llegar al XIX con Mina Fleming o Annie Jump Cannon, en Harvard o ya en el XX, la gran Cecilia Payne.
Estas genealogías se dan, de una manera u otra, en absolutamente todos los campos del saber y del hacer. Pero no las conocemos y creemos que no existen.
El hecho de que nos lo planteemos indica el grado de distorsión histórica y cultural que tenemos. Lo que consideramos una historia y una cultura universales, no son más que una historia y una cultura de género. Masculino, por supuesto. Completamente parcial. Los hechos considerados relevantes o hitos culturales… todos son de protagonismo masculino. Es una historia y una cultura de hombres, pero que se hace pasar por colectiva, por universal. Este es el engaño cultural en el que vivimos. Y también la pobreza de una cultura que nos hurta referentes. Y hemos naturalizado tanto el hecho de que las mujeres no han hecho nada relevante, que un absurdo de tal calibre nos parece normal. Incluso se puede escuchar “es que ellas no deben haber podido hacer nada, siempre han estado en casa”.
Cuando hay que tener en cuenta un par de cosas. En primer lugar, el ámbito doméstico es un espacio esencial que ha sido ninguneado. El hogar es un centro de producción y reproducción esencial para el desarrollo social. Y en segundo lugar, ellas no han estado solo en la casa, ellas han estado en todas partes, han participado de forma distinta en los acontecimientos históricos y también culturales, con expresiones diferentes en la literatura, en el arte, en la música… pero han estado incluso en la guerra, el ejército o las huestes, la piratería, han gestionado el poder, de forma directa o en la sombra, han hecho avances científicos considerables… Tenemos modelos de mujeres de todo tipo, pero como no las conocemos… pues estos tipos de mujer siempre nos parecen raros, excepciones, que confirman esa visión engañosa de la historia. Una historia donde los hombres parecen los absolutos protagonistas y las mujeres parecen insignificantes. Una historia mentirosa que nos sustrae a todos, mujeres y hombres, obras y hechos esenciales de nuestra memoria colectiva.
Es un hecho estudiado que las mujeres no pasan a lo escrito. Son reconocidas en su tiempo: como escritoras o pintoras o creadoras de pensamiento o lo que sea. Pero cincuenta años más tarde, han desaparecido de los libros que narran la época, de los libros de historia. Además, su producción cultural, como no se corresponde ni en perspectiva ni en género discursivo, al canon androcéntrico, es excluida de las historias. No crea genealogía.
Los libros de texto son deudores de esas historias canónicas masculinas, por tanto, en ellos no aparecen las mujeres. El hecho de que no ser consideradas como sujetos históricos y culturales está en la raíz de esta exclusión. El estudio que hemos realizado se muestra contundente, con un 7,6% de apariciones femeninas en los contenidos escolares (las mujeres son mencionadas 1.266 veces, frente a las 15.319 veces en que son mencionados los varones). Esto pone en evidencia, entre otras cosas, la violenta exclusión de las mujeres de lo que consideramos el conocimiento legítimo, el de los manuales. El que llega a toda la ciudadanía.
¿Responsabilidad? Podríamos decir que es de la cultura patriarcal, que ha primado los hechos masculinos y despreciado los femeninos y ha hecho de una historia parcial un referente universal. Y todas y todos compartimos esa cultura. Como ya hemos dicho, no se ha considerado a las mujeres como sujeto histórico.
Pero sí que es importante que asumamos todos nuestra parte de responsabilidad para enderezar el entuerto: los historiadores, ellos y ellas, deben esforzarse para rehacer el relato de la historia, su periodización y sus espacios; y las historias, tanto del arte, como de la ciencia y la tecnología, de la música o de la cultura. Se deben incorporar todas las aportaciones femeninas que, años de estudios han sacado a la luz y cambian el sentido de la cultura.
Afectan a hechos fundacionales de la ciencia o la cultura. No contar con ellas ya no es posible. No existe una historia sin mujeres ni una cultura sin mujeres. Los editores, por su parte, deberían cuidar especialmente el material escolar.
Cuando, en los objetivos y fines de la LOMCE y anterior LOE se indica la obligación de “aprender las referencias culturales básicas”, estas no se pueden transmitir sin contar con las producción cultural femenina; o cuando se establece la obligación de “educar en igualdad de oportunidades”, está claro que no pueden ser iguales aquellos que se ven protagonistas de la historia (los hombres) y aquellas (las mujeres) que parecen no haber hecho nada relevante. Unos valen más que otras. En definitiva, los manuales deberían cumplir con estos fines, algo que ahora no hacen.
Además, sería deseable que se editara obra femenina de todos los tiempos. Se encuentra poca: ni libros de escritoras -barrocas o ilustradas o románticas o de otras épocas-; ni música y partituras de autoría femenina para ponerlas a disposición de orquestas, bandas o agrupaciones. Ni la divulgación de obra gráfica de pintoras.
Hay algunas iniciativas, como la de Mujeres Pintoras, donde encontramos cientos y cientos de pintoras de toda época o la de escritoras.com, donde también encontramos algunas de las numerosísimas escritoras en español.
Pero a la industria editorial le falta bucear entre las escritoras, donde encontraría auténticas joyas, como, por ejemplo, la inquietante prosa de Luisa de Carvajal y Mendoza o las delirantes obras de la dramaturga barroca Feliciana Enríquez de Guzmán, como Las tres gracias mohosas, que el Teatro del Velador, de Juan Dolores Caballero, ha representado por media España.
Y finalmente los educadores, con formación. Revisando los contenidos que imparten en la ESO. Y en los másteres de secundaria, incidiendo en la parte específica de cada materia, donde deberían incluirse el enfoque y las mujeres que faltan en cada área. La formación del profesorado y la revisión de los contenidos académicos es esencial para este cambio.
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Fallece la artista y escritora Elena Asins
Desde la poesía concreta al vídeo, pasando por el dibujo, la escultura o la instalación, todos sus trabajos buscaron siempre esa idea de perfección a la que solo el cálculo matemático parece poder acercarse.
Elena Asins.
La artista Elena Asins ha muerto en su casa de Azpirotz (Pamplona). Aunque su salud era delicada desde hacía tiempo, su muerte debida a una pulmonía ha pillado por sorpresa al mundo del arte. Su amiga la galerista Juana de Aizpuru informaba ayer a última hora a los medios en un breve comunicado.
Artista, escritora, conferenciante y crítica de arte, Elena Asins nació en Madrid en 1940. Pionera del arte conceptual a través de la informática en España, estudió en la Escuela de Bellas Artes de París, en la Universidad de Stuttgart (Semiótica con el profesor Max Bense), en el Centro de Cálculo de la Universidad Complutense de Madrid, en The New School for Social Research (Nueva York) y en la Columbia University (Departament of Computer Science: Computer Art), donde, invitada como Visiting Scholar para la investigación de la aplicación digital en las artes plásticas (computer art), estudió con Noam Chomsky.
Fue precisamente de los primeros seminarios de Generación Automática de Formas Plásticas en el Centro de Cálculo de la Universidad Complutense de Madrid, de donde, en 1968 nace la primera experiencia en España de computer art. Un año más tarde participa en la primera exposición de arte generado por ordenador, Formas computables, con Soledad Sevilla, José María Yturralde y Equipo 57, entre otros.
Desde entonces, realizó más de 40 exposiciones individuales en distintos países, escribió y publicó “Ensayos únicos sobre estética” y poemas de “Poesía experimental” en publicaciones especializadas en arte y estética, en España, Francia, Alemania y Estados Unidos. Haciendo suya una práctica artística que unía el arte con la cibernética y que, como le decía en una de las pocas entrevistas concedida en estos últimos años a Bea Espejo, es "personal y libre de cualquier ismo". Una obra difícil y arriesgada que ella asumía con naturalidad: “Yo no he hecho otra cosa en mi vida que investigar. Considero que es lo esencial y necesario”.
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Artista, escritora, conferenciante y crítica de arte, Elena Asins nació en Madrid en 1940. Pionera del arte conceptual a través de la informática en España, estudió en la Escuela de Bellas Artes de París, en la Universidad de Stuttgart (Semiótica con el profesor Max Bense), en el Centro de Cálculo de la Universidad Complutense de Madrid, en The New School for Social Research (Nueva York) y en la Columbia University (Departament of Computer Science: Computer Art), donde, invitada como Visiting Scholar para la investigación de la aplicación digital en las artes plásticas (computer art), estudió con Noam Chomsky.
Fue precisamente de los primeros seminarios de Generación Automática de Formas Plásticas en el Centro de Cálculo de la Universidad Complutense de Madrid, de donde, en 1968 nace la primera experiencia en España de computer art. Un año más tarde participa en la primera exposición de arte generado por ordenador, Formas computables, con Soledad Sevilla, José María Yturralde y Equipo 57, entre otros.
Desde entonces, realizó más de 40 exposiciones individuales en distintos países, escribió y publicó “Ensayos únicos sobre estética” y poemas de “Poesía experimental” en publicaciones especializadas en arte y estética, en España, Francia, Alemania y Estados Unidos. Haciendo suya una práctica artística que unía el arte con la cibernética y que, como le decía en una de las pocas entrevistas concedida en estos últimos años a Bea Espejo, es "personal y libre de cualquier ismo". Una obra difícil y arriesgada que ella asumía con naturalidad: “Yo no he hecho otra cosa en mi vida que investigar. Considero que es lo esencial y necesario”.
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De la ya consolidada Ediciones La Palma (www.edicioneslapalma.com), llevada por la poeta y editora Elsa López, nace una nueva colección: eme ::: escritura de mujeres en español, cuya creación y dirección depende de la poeta y editora Nuria Ruiz de Viñaspre (galardonada este año con el Premio Racimo de Literatura 2013).
El propósito de la colección será “visibilizar la buena literatura escrita por mujeres y con el único afán de ofrecer un amplio catálogo femenino de voces españolas junto a otras hispanoamericanas de gran calidad que avalen el prestigio que arrastra la editorial.
Ruiz de Viñaspre acaba de sacar a la calle los tres primeros títulos y espera editar otros tres en octubre. La previsión de publicaciones será de seis títulos al año, tiempo en el que la colección garantizará la inclusión de autoras hispanoamericanas. En este sentido eme contará con la poeta Esperanza López Parada, profesora titular de literatura hispanoamericana en la Universidad Complutense de Madrid, que preparará para un futuro próximo una antología de estas voces.
Los tres primeros títulos, ya en las librerías son ‘El Emparrado’ de María Antonia Ortega, ‘Jardín de arena’ de Julia Otxoa y por último, ‘La jaula bajo el trapo’ de la argentina María Negroni.
El 27 de mayo presentarán la colección en La Central de Callao (Madrid), interviniendo en el acto Elsa López (poeta y editora de Ediciones La Palma), Nuria Ruiz de Viñaspre (directora de la colección) y las autoras María Antonia Ortega (Madrid), Julia Otxoa (Guipúzcoa) y María Negroni (Rosario, Argentina).
‘El Emparrado’ de María Antonia Ortega
Aborda la temática del lenguaje en lo que respecta a su entonación, cuestión de suma importancia en el tiempo presente, sosteniéndose que en esta etapa de la Historia la palabra ha de ser modulada de otra manera diferente, suavizándose, ahora que por haberse desarrollado todavía más la conciencia no se puede eludir la visión total de las cosas. (María Antonia Ortega).
‘Jardín de arena’ de Julia Otxoa
Jardín de arena habla del desierto y del jardín como espacios en diálogo de un mismo tiempo circular. Desde la circunstancia extrema del ser expulsado de todos los lugares, desde el destierro, en el que todo se detiene para renacer en el jardín como descubrimiento iniciático. Desde la radicalidad del vacío, el alumbramiento. Perder el lenguaje para hallarlo al fin, en llamas. Tránsito de arena hacia la raíz y la palabra, desenterrando el canto. (Julia Otxoa).
‘La jaula bajo el trapo’ de María Negroni
Negroni hace gala, en este largo poema de amor, de una distancia samurái, oponiendo a la lírica intrauterina de Luce Irigaray en ‘Jamás la una sin la otra’ (también teatro entre una mujer y su madre) la meticulosa puesta en escena de una tragedia que nunca se desencadena. ‘La jaula bajo el trapo’ tampoco permite una lectura en clave autobiográfica. “La biografía –dice– no es más que una oportunidad para ciertas conclusiones, una desesperación, solo eso”. Como en ‘Fragmentos de un discurso amoroso’ de Roland Barthes, se trata más de un discurso estructural que psicológico. Tanto así que podríamos parafrasear el acápite de aquel libro (“Es pues un enamorado el que habla y dice”) y reescribir: “Es pues una hija la que habla y dice” (María Moreno).
Más información de la colección:
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Ana Gorría confecciona una antología de poesía contemporánea en lengua gallega
Consciente de la diversidad y de la ebullición de la poesía contemporánea en lengua gallega, Ana Gorría confecciona una relevante antología con 17 autores dirigida a un público desconocedor de la escena, por lo que plantea un enfoque panorámico.
De hecho, la selección de nombres ha sido consultada (y procede, a su vez, de una interesante investigación sobre el estado y recepción de la poesía en lengua gallega en el resto del Estado Español y en América, y cuyos resultados, que no se incorporan a esta entrega, bien podrían constituir un ensayo notorio). Todos los autores recogidos coinciden en haber publicado su primera obra ya en el siglo XXI (entre 2001 y 2011, exactamente).
A su vez, el arco de edad va de 1968 a 1987, aunque existe una mayoría de nacidos entre finales de los setenta y principios de los ochenta. Por otra parte, la selección de textos ha sido realizada por los propios poetas pero finalmente fue decidida por Ana Gorría (que se quedó con 5 de los 20 poemas presentados por los escritores). Ella, además, aporta un conciso análisis de cada una de las propuestas de estos autores en el estudio preliminar del volumen.
Todo este proceso, en definitiva, busca el equilibrio entre el consenso, la percepción subjetiva y el rigor literario. El resultado es un libro ecléctico, explícito en el dinamismo (y precariedad, por tanto) del canon consecuente, con textos de diversos registros, que logra el objetivo de ponernos en el umbral de la puerta de un vasto campo literario.
De hecho, la selección de nombres ha sido consultada (y procede, a su vez, de una interesante investigación sobre el estado y recepción de la poesía en lengua gallega en el resto del Estado Español y en América, y cuyos resultados, que no se incorporan a esta entrega, bien podrían constituir un ensayo notorio). Todos los autores recogidos coinciden en haber publicado su primera obra ya en el siglo XXI (entre 2001 y 2011, exactamente).
A su vez, el arco de edad va de 1968 a 1987, aunque existe una mayoría de nacidos entre finales de los setenta y principios de los ochenta. Por otra parte, la selección de textos ha sido realizada por los propios poetas pero finalmente fue decidida por Ana Gorría (que se quedó con 5 de los 20 poemas presentados por los escritores). Ella, además, aporta un conciso análisis de cada una de las propuestas de estos autores en el estudio preliminar del volumen.
Todo este proceso, en definitiva, busca el equilibrio entre el consenso, la percepción subjetiva y el rigor literario. El resultado es un libro ecléctico, explícito en el dinamismo (y precariedad, por tanto) del canon consecuente, con textos de diversos registros, que logra el objetivo de ponernos en el umbral de la puerta de un vasto campo literario.
Así, nos encontramos con la rica imaginería, de impulsos surrealistas y tintes tenebrosos, de los excelentes poemas de Xavier Lama; o con el sentido de indagación y de búsqueda e interrogación de la composición del individuo a través de un lenguaje más conceptual que referencial de Baldo Ramos.
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Leteo premia a la subversiva Sharon Olds
Una mujer rebelde, contestataria, que puso en evidencia al mismísimo George Bush. La poeta norteamericana Sharon Olds recibirá el día 19 en el Musac el Premio Leteo, que cumple quince años ‘de milagro’, ya que la retirada de subvenciones al premio literario más internacional de Castilla y León estuvo a punto de frustrar esta edición. La providencial campaña lanzada por la revista Leer y el Club Leteo, a la que se sumaron decenas de intelectuales españoles, consiguió mantener un premio que han recibido desde Antonio Gamoneda a Paul Auster, los fallecidos Ledo Ivo y Juan Gelman, Martin Amis, Fernando Arrabal, Michel Houellebecq, Adonis o John Banville.
Olds, profesora de la Universidad de Nueva York y autora de obras como Satán dice o Las víctimas, sobresale por su lenguaje crudo y por derribar mitos, especialmente en el terreno de la sexualidad. Leteo ha premiado este año «la valentía dialéctica de una mujer que ha luchado por generar una voz disidente con el poder fáctico. Poder generado por un machismo imperante en todos los campos —artístico, político, social, etc— y que nuestra premiada, Sharon Olds, ha sabido combatir desde ese lugar donde la libertad siempre tiene la hegemonía: la poesía», afirma el poeta Rafael Saravia, presidente de Leteo.
Este año las jornadas literarias, en las que se circunscribe el premio, durarán cinco días. Veinticuatro horas después de recibir el Premio Leteo, Sharon Olds se someterá a las preguntas del público en la mesa redonda que compartirá con Rosa Lentini y Jordi Doce. El programa también incluye la presentación de la novela Una historia de Anar Khan, de Alfonso Barguño, y el poemario Impajaritable, de Julio Obeso, ambas publicadas por Leteo.
Las dificultades económicas, por contra, han sido un auténtico revulsivo, «gracias al apoyo de múltiples colaboradores», que han hecho posible que Leteo llegue a celebrar sus tres lustros de vida «de manera rotunda y siempre contando con la mejor oferta literaria del momento». «Patrocinadores empresariales como la revista Leer o la clínica San Francisco, fundaciones como Cerezales Antonino y Cinia o Monteleón; y como novedad y posible recurso de futuro, el apoyo de la ciudadanía haciéndose socios de Leteo, nos han dado la posibilidad de estar aquí un año más con lo mejor de la literatura internacional. También empresas como el hotel Quindós, la librería Artemis, el Hostal de San Marcos o el Musac y Diario de León —periódico oficial de las jornadas literarias— han permitido que Sharon Olds recoja el premio Leteo.
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Olds, profesora de la Universidad de Nueva York y autora de obras como Satán dice o Las víctimas, sobresale por su lenguaje crudo y por derribar mitos, especialmente en el terreno de la sexualidad. Leteo ha premiado este año «la valentía dialéctica de una mujer que ha luchado por generar una voz disidente con el poder fáctico. Poder generado por un machismo imperante en todos los campos —artístico, político, social, etc— y que nuestra premiada, Sharon Olds, ha sabido combatir desde ese lugar donde la libertad siempre tiene la hegemonía: la poesía», afirma el poeta Rafael Saravia, presidente de Leteo.
Este año las jornadas literarias, en las que se circunscribe el premio, durarán cinco días. Veinticuatro horas después de recibir el Premio Leteo, Sharon Olds se someterá a las preguntas del público en la mesa redonda que compartirá con Rosa Lentini y Jordi Doce. El programa también incluye la presentación de la novela Una historia de Anar Khan, de Alfonso Barguño, y el poemario Impajaritable, de Julio Obeso, ambas publicadas por Leteo.
Las dificultades económicas, por contra, han sido un auténtico revulsivo, «gracias al apoyo de múltiples colaboradores», que han hecho posible que Leteo llegue a celebrar sus tres lustros de vida «de manera rotunda y siempre contando con la mejor oferta literaria del momento». «Patrocinadores empresariales como la revista Leer o la clínica San Francisco, fundaciones como Cerezales Antonino y Cinia o Monteleón; y como novedad y posible recurso de futuro, el apoyo de la ciudadanía haciéndose socios de Leteo, nos han dado la posibilidad de estar aquí un año más con lo mejor de la literatura internacional. También empresas como el hotel Quindós, la librería Artemis, el Hostal de San Marcos o el Musac y Diario de León —periódico oficial de las jornadas literarias— han permitido que Sharon Olds recoja el premio Leteo.
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Un cuarto propio para la tribu
El próximo 22 de enero se celebra en el Iberostar Las Letras Gran Vía (Madrid) el próximo encuentro de La tribu de Frida.
"Un cuarto propio para la tribu" contará con un cartel excepcional de escritoras, como Elvira Navarro,Pilar Adón, Lara Moreno, Gabriela Wiener, Natalia Carrero, Carolina del Olmo, Luz Pichel González yJulieta Valero.
"Un cuarto propio para la tribu" contará con un cartel excepcional de escritoras, como Elvira Navarro,Pilar Adón, Lara Moreno, Gabriela Wiener, Natalia Carrero, Carolina del Olmo, Luz Pichel González yJulieta Valero.
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Escritora Piedad Bonnett lanza su nuevo libro: ‘Poesía reunida’
Escritora Piedad Bonnett / Foto AFP
La escritora Piedad Bonett presentó su nuevo libro ‘Poesía reunida’, una colección de sus poemas, y manifestó su preocupación por la manera en que los jóvenes escriben.
Bonnett, docente y escritora desde hace más de treinta años, explicó que escribir poemas ha sido un proceso personal que la ha acompañado siempre, pero que hasta ahora se ha atrevido a publicarlos a modo de colección.
“Para mí fue una experiencia muy impactante hacer una revisión de toda la poesía reunida, leerme a mí misma como una historia de vida. La poesía desnuda mucho al poeta, es tal vez el único género donde uno se expone de una manera más abierta. (…) Está más abierto el corazón que en los otros géneros“, aseguró la escritora.
Añadió que lo que hacen los artistas es una búsqueda incesante entre el lenguaje, “como a la altura del momento que estamos viviendo. Un gesto de honestidad de un escritor es conectarse con la edad en la que está viviendo”.
Bonnett además recalcó que a lo largo de sus poemas recientemente publicados puede evidenciarse un proceso de crecimiento y honestidad intelectual, caracterizado por la transformación en su forma de entender la vida.
“Mi poesía no es eufórica, como puede ser la de Walt Whitman. (…) Yo veo como esa voz va cambiando hacia un escepticismo, espero que no sea totalmente desolado. El dolor de vivir se acumula“, sostuvo Piedad Bonnett.
Respondiendo a la pregunta de por qué las personas escriben poesía, la autora señaló que no hay una manera de definir el género, pero que sí tiene rasgos notables. “Hay algo siempre conmovedor en la buena poesía. (…) La poesía tiene una música que el universo no tiene“, precisó.
Sobre lo anterior, añadió que “todos los seres humanos tenemos en menor o mayor medida, un afán de transmitir. El lenguaje posibilita, con su capacidad de generar símbolos. La poesía, como ningún otro género, apunta a los grandes problemas humanos“.
Sin embargo, la autora también confesó que se siente preocupada por los bajos niveles en la escritura y la lectura de nuevas generaciones, a las cuales ha podido leer a través de varios concursos y convocatorias.
“A mí me mandaron escritos de niños de todo el país. (…) Lo que yo digo es que un 70 u 80% de esos niños no tienen nociones de gramática, no saben dónde se pone un punto. Hubo como cuarenta textos donde ni siquiera había una tilde puesta“, argumentó Bonnett.
Según ella, también debe haber preocupación por el bajo nivel de los docentes colombianos, quienes en ocasiones no se dan cuenta de los errores de los alumnos, en medio de lo que calificó como un sistema de “educación muy mediocre”.
“Escribir poesía es de lo más placentero que le puede pasar a un ser humano. Por eso me extraña que solo unos pocos lo intenten“, sostuvo finalmente Piedad Bonnett.
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Bonnett, docente y escritora desde hace más de treinta años, explicó que escribir poemas ha sido un proceso personal que la ha acompañado siempre, pero que hasta ahora se ha atrevido a publicarlos a modo de colección.
“Para mí fue una experiencia muy impactante hacer una revisión de toda la poesía reunida, leerme a mí misma como una historia de vida. La poesía desnuda mucho al poeta, es tal vez el único género donde uno se expone de una manera más abierta. (…) Está más abierto el corazón que en los otros géneros“, aseguró la escritora.
Añadió que lo que hacen los artistas es una búsqueda incesante entre el lenguaje, “como a la altura del momento que estamos viviendo. Un gesto de honestidad de un escritor es conectarse con la edad en la que está viviendo”.
Bonnett además recalcó que a lo largo de sus poemas recientemente publicados puede evidenciarse un proceso de crecimiento y honestidad intelectual, caracterizado por la transformación en su forma de entender la vida.
“Mi poesía no es eufórica, como puede ser la de Walt Whitman. (…) Yo veo como esa voz va cambiando hacia un escepticismo, espero que no sea totalmente desolado. El dolor de vivir se acumula“, sostuvo Piedad Bonnett.
Respondiendo a la pregunta de por qué las personas escriben poesía, la autora señaló que no hay una manera de definir el género, pero que sí tiene rasgos notables. “Hay algo siempre conmovedor en la buena poesía. (…) La poesía tiene una música que el universo no tiene“, precisó.
Sobre lo anterior, añadió que “todos los seres humanos tenemos en menor o mayor medida, un afán de transmitir. El lenguaje posibilita, con su capacidad de generar símbolos. La poesía, como ningún otro género, apunta a los grandes problemas humanos“.
Sin embargo, la autora también confesó que se siente preocupada por los bajos niveles en la escritura y la lectura de nuevas generaciones, a las cuales ha podido leer a través de varios concursos y convocatorias.
“A mí me mandaron escritos de niños de todo el país. (…) Lo que yo digo es que un 70 u 80% de esos niños no tienen nociones de gramática, no saben dónde se pone un punto. Hubo como cuarenta textos donde ni siquiera había una tilde puesta“, argumentó Bonnett.
Según ella, también debe haber preocupación por el bajo nivel de los docentes colombianos, quienes en ocasiones no se dan cuenta de los errores de los alumnos, en medio de lo que calificó como un sistema de “educación muy mediocre”.
“Escribir poesía es de lo más placentero que le puede pasar a un ser humano. Por eso me extraña que solo unos pocos lo intenten“, sostuvo finalmente Piedad Bonnett.
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Las mujeres dominan la lista de los 100 mejores libros británicos de la historia
Una lista de los 100 mejores libros británicos ,elegidos por la crítica internacional , sitúa a las autoras en el top 10. Entre ellas están George Eliot, Virginia Woolf, Charlotte y Emily Bronte y Mary Shelley .
La lista, compilada por la BBC a partir de las contribuciones de 82 críticos literarios de todo el mundo(ninguno de ellos del Reino Unido), está coronada por Middlemarch, novela cuya autora, Mary AnneEvans, tuvo que firmar como hombre (George Eliot) para asegurar su publicación.
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La lista, compilada por la BBC a partir de las contribuciones de 82 críticos literarios de todo el mundo(ninguno de ellos del Reino Unido), está coronada por Middlemarch, novela cuya autora, Mary AnneEvans, tuvo que firmar como hombre (George Eliot) para asegurar su publicación.
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Anne Sexton. Un autorretrato en cartas.
Llega a España «Un autorretrato en cartas», la correspondencia completa de la gran poeta estadounidense. Se reúne en este volumen una amplia selección de las cartas que Anne Sexton escribió y de las que guardaba copia en papel carbón. Organizadas cronológicamente en seis capítulos enmarcados entre un prólogo y un epílogo, con abundantes ilustraciones fotográficas, cada una de las secciones va introducida por un poema alusivo a la época de las cartas y por un pormenorizado estudio biográfico que contextualiza las circunstancias en las que Anne Sexton escribió su abundante corespondencia.
Anne Sexton (1928-1974) nombró a su hija Linda su albacea literaria el día que ésta cumplió veintiún años. A los pocos meses, la poeta estadounidense se quitó la vida. La muerte cogió a todos por sorpresa, salvo a ella, que llevaba años luchando contra la terrible pulsión del suicidio. Hasta que ya no pudo más, y se rindió. O descansó. Nunca se sabe.
El caso es que, pasado el tiempo del luto oficial (el otro nunca se pasa), la editorial Houghton Mifflinse puso en contacto con Linda; querían publicar un libro con las cartas de su madre, cuyas cenizas aún reposaban, latentes, sobre el armario de su padre. Pese al dolor y la ausencia, Linda se lanzó a ello «sin dudarlo» y «Anne Sexton: Un autorretrato en cartas» vio la luz en 1977, aunque la obra ha permanecido inédita en España hasta ahora, que Linteo acaba de publicarla, en una hermosa edición.
El caso es que, pasado el tiempo del luto oficial (el otro nunca se pasa), la editorial Houghton Mifflinse puso en contacto con Linda; querían publicar un libro con las cartas de su madre, cuyas cenizas aún reposaban, latentes, sobre el armario de su padre. Pese al dolor y la ausencia, Linda se lanzó a ello «sin dudarlo» y «Anne Sexton: Un autorretrato en cartas» vio la luz en 1977, aunque la obra ha permanecido inédita en España hasta ahora, que Linteo acaba de publicarla, en una hermosa edición.
Como bien describe Linda en el prefacio, se trata de un «mapa del tesoro» de la vida de la poeta;en cada carta se percibe el espíritu de su ingenio, su talento, su humor… pero también su enorme sufrimiento. Organizada en un prólogo y seis capítulos cronológicos («Joven», «El oficio de las palabras», «Todos sus seres queridos», «Algunas cartas extrañas», «Huye en tu asno», «Transformaciones» y «Arrancando las estrellas»), la obra es una incursión en los recovecos más oscuros del alma de Sexton, tantas veces expuesta a través de sus poemas.
En cada misiva, la vida misma, finalmente segada: su infancia (y la de sus hijas), su relación con su madre (y su incapacidad para ejercer como tal ella misma), sus infidelidades, sus arrebatos de odio y amor, de euforia (cuando estaba de buen humor, bailaba de habitación en habitación al son de Ella Fitzgerald) y tristeza, su poesía, su inmadurez… su enfermedad.
En cada misiva, la vida misma, finalmente segada: su infancia (y la de sus hijas), su relación con su madre (y su incapacidad para ejercer como tal ella misma), sus infidelidades, sus arrebatos de odio y amor, de euforia (cuando estaba de buen humor, bailaba de habitación en habitación al son de Ella Fitzgerald) y tristeza, su poesía, su inmadurez… su enfermedad.
El grado de intimidad se multiplica en las cartas que dirige a Anne Wilder (en esta edición aparece como Anne Clarke, para respetar su intimidad), quien empezó siendo su psiquiatra y con la que terminó teniendo una relación platónica y erótica. «Anne, me siento tan sola. Pienso, entre tú y yo, que estoy medio tan bien y medio tan enferma… y no quiero que la parte enferma gane… perder todo el control… pero… pero… sola…», escribe a su «adorada Anne» en 1964. Pocos días después, vuelve a ellas (a Anne, y a la muerte):
«Cuando la muerte te agarra y te trata como un trapo, es un hombre. Pero cuando te suicidas es una mujer. Y de aquí hasta su descubrimiento de que 1. en realidad yo no creo que los muertos estén muertos 2. que definitivamente no pienso que vaya a morir a pesar de que esté muerta 3. que los suicidas van a un lugar especial… se duermen, por ejemplo. 4. ¡¡¡que el suicidio es una forma de masturbación!!!». despide de su hija: «Entrégate a los que amas. Háblale a mis poemas y háblale a tu corazón -yo estoy en ambos: si me necesitas»
Un año después le habla a Lois Ames de Sylvia Plath: «Me escribió algunas veces desde Inglaterra… pero siempre sobre su vida. Sobre su muerte guardó silencio. Maldita sea. Pero bueno, quizá -o quizás no- fuera asunto suyo. Todo el mundo va por ahí condenándola por eso y yo digo: ¡Era derecho suyo!… Pero es verdad que deja a los amigos desolados».
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A la vanguardista Gloria Fuertes el franquismo la empequeñeció despojándole de todos sus matices
Para muchas personas resultará sorprendente saber que la mujer de la fotografía superior es Gloria Fuertes durante unos años que compartió con su novia americana mientras daba clases en la universidad de Pensilvania. Todos tenemos grabada en la mente la imagen de una señora mayor y solitaria con chaleco estampado.
También puede chocar que la autoría de esos rotundos versos del título de esta columna no se deba a Leopoldo María Panero o, yo no sé, a Javier Corcovado, sino a “la poeta de los niños”. Y es que Gloria Fuertes, además de la creadora de estupendos libros infantiles, fue una singular artista underground que contó con el reconocimiento de otros escritores de la época de la talla de Jaime Gil de Biedma, Caballero Bonald, Gabriel Celaya, José Batlló o Pere Gimferrer.
Mujer, sin estudios, poeta, lesbiana y de izquierdas, no es que lo tuviera fácil para abrirse camino en la España de la dictadura triunfante. La imagen paródica popularizada después por los humoristas Martes y trece –tan falsa y esquemática como la del hada buena- mostraba una señora hombruna que hacía rimas fáciles y soltaba palabrotas con voz de camionero. El caso es que despolitizada y descafeinada, limitada por la estrechez de miras del momento, a la vanguardista Gloria Fuertes el franquismo la empequeñeció despojándole de sus caras más problemáticas, de todos sus matices, la redujo a la medida de su mediocridad (la del régimen).
Esa edulcoración de Fuertes es una muestra de cómo actúa la desmemoria. 40 años de desmemoria, fue el título que utilizó este diario para conmemorar el aniversario de la muerte de Franco. Pues sí, en buena parte de los medios que se han ocupado del tema predominan las listas de canciones de esa época, la referencia humorística a la moda en el vestir, los programas de entonces, chascarrillos, anécdotas de personajes famosos, etc. Como si todo se redujera no ya a una pesadilla sino a un concurso televisivo donde todo el país participó en una rifa insustancial de la que salió más o menos bien parado.
Manuel-Reyes Mate, filósofo de la memoria y Premio Nacional de Ensayo 2009 por su libro La herencia del olvido (Errata Naturae), apunta que el modelo de la transición española fue construido sobre el olvido, en una especie de amnesia colectiva. Lo que ocurre, afirma, es que “se confunde víctima e ideología. Pero ser víctima no es una opción”.
El Estado Español no ha tenido iniciativa en el cuidado de la memoria histórica. Hay gente muy sensible al holocausto que sin embargo prefiere no hablar de los cadáveres en las cunetas y los miles de cuerpos sin identificar. Pero hay algo peor, además, y es que la desmemoria conduzca al falseamiento. El golpe militar de 1936 contra el gobierno democrático no fue una repentina lucha de dos bandos como ha afirmado Esperanza Aguirre en un escrito reciente. También Aguirre ha negado que el franquismo fuera impuesto por la fuerza a todos los españoles, y por supuesto no reconoce la estrategia de represión institucionalizada que siguió. Habría que recordar las cosas horribles para que no vuelvan a suceder. Pero si uno de entrada niega que éstas hayan sucedido qué ocurre.
Lo que debería dar miedo es la amnesia, el olvido. Con sentido de la memoria, la cultura española sería más rica, no se limitaría sólo a lo que impuso la instrucción franquista sino lo silenciado, lo que se desarrolló en el exilio, lo que se disfrazó de conveniente, lo que no fue masivo, lo que no entró como materia en los textos escolares. La Gloria Fuertes más contestataria.
La semana pasada asistí junto a un puñado de personas a la instalacion de una placa en la
calle de Lavapiés donde vivió la escritora. Una escritora a la que, en sus propias palabras, primero le “pilló la guerra” y después le “salió una oficina” donde trabajaba "como si fuera tonta". ¿Por qué ocultar todas sus caras, todos sus matices bajo el disfraz de escritora infantil reconocida por las autoridades? La pequeña exposición que se mostró durante unos días en el -magnífico por otra parte-espacio socialEcooo recogía algunas fotos, pero me pregunto si no hay cuadernos o diarios, si nadie tiene correspondencia u objetos significativos para completar el retrato de esta autora compleja y heterodoxa.
De aquí a un año se cumplirá el centenario de su nacimiento. Cien años ya, y es que –queridos contemporáneos- no me canso de repetirlo, hace un siglo fuimos modernos.
Sigue leyendo a Begoña Huertas en eldiario.es.
También puede chocar que la autoría de esos rotundos versos del título de esta columna no se deba a Leopoldo María Panero o, yo no sé, a Javier Corcovado, sino a “la poeta de los niños”. Y es que Gloria Fuertes, además de la creadora de estupendos libros infantiles, fue una singular artista underground que contó con el reconocimiento de otros escritores de la época de la talla de Jaime Gil de Biedma, Caballero Bonald, Gabriel Celaya, José Batlló o Pere Gimferrer.
Mujer, sin estudios, poeta, lesbiana y de izquierdas, no es que lo tuviera fácil para abrirse camino en la España de la dictadura triunfante. La imagen paródica popularizada después por los humoristas Martes y trece –tan falsa y esquemática como la del hada buena- mostraba una señora hombruna que hacía rimas fáciles y soltaba palabrotas con voz de camionero. El caso es que despolitizada y descafeinada, limitada por la estrechez de miras del momento, a la vanguardista Gloria Fuertes el franquismo la empequeñeció despojándole de sus caras más problemáticas, de todos sus matices, la redujo a la medida de su mediocridad (la del régimen).
Esa edulcoración de Fuertes es una muestra de cómo actúa la desmemoria. 40 años de desmemoria, fue el título que utilizó este diario para conmemorar el aniversario de la muerte de Franco. Pues sí, en buena parte de los medios que se han ocupado del tema predominan las listas de canciones de esa época, la referencia humorística a la moda en el vestir, los programas de entonces, chascarrillos, anécdotas de personajes famosos, etc. Como si todo se redujera no ya a una pesadilla sino a un concurso televisivo donde todo el país participó en una rifa insustancial de la que salió más o menos bien parado.
Manuel-Reyes Mate, filósofo de la memoria y Premio Nacional de Ensayo 2009 por su libro La herencia del olvido (Errata Naturae), apunta que el modelo de la transición española fue construido sobre el olvido, en una especie de amnesia colectiva. Lo que ocurre, afirma, es que “se confunde víctima e ideología. Pero ser víctima no es una opción”.
El Estado Español no ha tenido iniciativa en el cuidado de la memoria histórica. Hay gente muy sensible al holocausto que sin embargo prefiere no hablar de los cadáveres en las cunetas y los miles de cuerpos sin identificar. Pero hay algo peor, además, y es que la desmemoria conduzca al falseamiento. El golpe militar de 1936 contra el gobierno democrático no fue una repentina lucha de dos bandos como ha afirmado Esperanza Aguirre en un escrito reciente. También Aguirre ha negado que el franquismo fuera impuesto por la fuerza a todos los españoles, y por supuesto no reconoce la estrategia de represión institucionalizada que siguió. Habría que recordar las cosas horribles para que no vuelvan a suceder. Pero si uno de entrada niega que éstas hayan sucedido qué ocurre.
Lo que debería dar miedo es la amnesia, el olvido. Con sentido de la memoria, la cultura española sería más rica, no se limitaría sólo a lo que impuso la instrucción franquista sino lo silenciado, lo que se desarrolló en el exilio, lo que se disfrazó de conveniente, lo que no fue masivo, lo que no entró como materia en los textos escolares. La Gloria Fuertes más contestataria.
La semana pasada asistí junto a un puñado de personas a la instalacion de una placa en la
calle de Lavapiés donde vivió la escritora. Una escritora a la que, en sus propias palabras, primero le “pilló la guerra” y después le “salió una oficina” donde trabajaba "como si fuera tonta". ¿Por qué ocultar todas sus caras, todos sus matices bajo el disfraz de escritora infantil reconocida por las autoridades? La pequeña exposición que se mostró durante unos días en el -magnífico por otra parte-espacio socialEcooo recogía algunas fotos, pero me pregunto si no hay cuadernos o diarios, si nadie tiene correspondencia u objetos significativos para completar el retrato de esta autora compleja y heterodoxa.
De aquí a un año se cumplirá el centenario de su nacimiento. Cien años ya, y es que –queridos contemporáneos- no me canso de repetirlo, hace un siglo fuimos modernos.
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Poesía LXXXIII con Marisa Silva Schultze
Se cae en un segundo
y no bastan todos los segundos
para volver a aquella superficie
hospitalaria y cierta
desde donde siendo imposible caerse
nos caímos.
y no bastan todos los segundos
para volver a aquella superficie
hospitalaria y cierta
desde donde siendo imposible caerse
nos caímos.
Atormenta comprobar cómo un objeto
arrastra al otro y al otro y así
lo separado
se une en la caída
como una grave síntesis que devela
bruscamente
la insospechada existencia de otro orden
arrastra al otro y al otro y así
lo separado
se une en la caída
como una grave síntesis que devela
bruscamente
la insospechada existencia de otro orden
Hay un bochinche un lío
se ha desparramado todo y es
-justamente- el estruendo
la medida –aparente- del desastre.
Pero escuchen:
qué silenciosa la recogida
qué inadvertido y sobrio ese momento
cuando las cosas
-aparentemente-
parecerían volver a su lugar.
se ha desparramado todo y es
-justamente- el estruendo
la medida –aparente- del desastre.
Pero escuchen:
qué silenciosa la recogida
qué inadvertido y sobrio ese momento
cuando las cosas
-aparentemente-
parecerían volver a su lugar.
A su manera
cada quien conoce su espacio
ese borde
del que huye
el arduo perímetro de la cordura
esa frontera de un no más
de un hasta aquí.
cada quien conoce su espacio
ese borde
del que huye
el arduo perímetro de la cordura
esa frontera de un no más
de un hasta aquí.
Pero no siempre se puede
andar con el mapa a cuestas.
andar con el mapa a cuestas.
(del poemario inédito "Leyes de gravedad")
La autora
Marisa Silva Schultze nació en Uruguay en 1956. Es escritora y profesora de historia. Sus libros de poesía publicados son Taller de Juguetes (Ediciones Destabanda, 1987) y Las casas son una ilusión necesaria (Ediciones De Uno, 1994, Mención en el concurso de Poesía Inédita del MEC, 1993). Su libro inédito "Leyes de Gravedad" obtuvo el Segundo Premio en el concurso de Poesía inédita del MEC en 1999.
Sus novelas publicadas son: La limpieza es una mentira provisoria (Alfaguara, 1997, Primer premio compartido en el concurso de Narrativa Inédita de la IMM, 1996, Mención en el concurso de Narrativa Édita del MEC, 1997); Qué hacer con lo no dicho (Alfaguara, 1999), Apenas diez (Alfaguara, 2005) y Siempre será después (Alfaguara, 2012, Primer Premio en el concurso de Narrativa Inédita, 2011).
Su ensayo Aquellos comunistas (1955-1973) (Taurus, 2009) fue nominado en la terna de Ensayo político-histórico para el Premio Bartolomé Hidalgo (2009).
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Poesía solidaria
Branca Vilela organiza la segunda edición del recital internacional
La poeta fisterrana Branca Vilela vuelve a la carga con suRecital Poético Solidario Internacional.
La segunda edición arrancará mañana en Ferrol, pero volverá a visitar la Costa da Morte en fechas próximas puesto que el día 17 se celebrará un recital colectivo en Corcubión.
Además, la iniciativa, que tiene como lema ¿Verso, qué traes? Esperanza, ya ha tenido eco en otras muchas ciudades de la Península y de otros países, como Argentina.
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La segunda edición arrancará mañana en Ferrol, pero volverá a visitar la Costa da Morte en fechas próximas puesto que el día 17 se celebrará un recital colectivo en Corcubión.
Además, la iniciativa, que tiene como lema ¿Verso, qué traes? Esperanza, ya ha tenido eco en otras muchas ciudades de la Península y de otros países, como Argentina.
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Presentación de "el miedo detrás", de Yolanda Ortíz Padilla, en Jaén
La obra ha sido publicada en la colección "Poética y peatonal", acompañada de pinturas del artista Gabriel Viñals
La poeta Yolanda Ortíz Padilla presentará el próximo 11 de diciembre en Café Jaén (Jaén) el libro "el miedo detrás", en una curiosa edición consistente en 20 únicos ejemplares firmados y numerados.
Se trata de una edición artesanal para coleccionistas, pues cada ejemplar va indivisiblemente acompañado de una de las 20 pinturas realizadas directamente sobre camisetas por el artista Gabriel Viñals.
La obra de Ortíz entra así a formar parte de la colección “Poética y peatonal”, de Ejemplar Único, una de las aventuras editoriales más sugestivas del panorama nacional del momento.
Su artífice, Gabriel Viñals, es un defensor del arte efímero que lleva más de 20 años pintando exclusivamente sobre camisetas. Viñals cree que estas –sus obras- deben usarse hasta que se estropeen y desaparezcan.
Un poema del libro:
Se trata de una edición artesanal para coleccionistas, pues cada ejemplar va indivisiblemente acompañado de una de las 20 pinturas realizadas directamente sobre camisetas por el artista Gabriel Viñals.
La obra de Ortíz entra así a formar parte de la colección “Poética y peatonal”, de Ejemplar Único, una de las aventuras editoriales más sugestivas del panorama nacional del momento.
Su artífice, Gabriel Viñals, es un defensor del arte efímero que lleva más de 20 años pintando exclusivamente sobre camisetas. Viñals cree que estas –sus obras- deben usarse hasta que se estropeen y desaparezcan.
Un poema del libro:
Tan difícil, tan frágil.
O esa línea etérea
donde toda pasión que no venza
a la muerte,
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Alice Notley: otra poesía es posible
La obra de la autora norteamericana, perteneciente a la segunda generación de la Escuela de Nueva York, demuestra que es posible una poesía nueva y deslumbrante
Sí, es posible una poesía nueva y deslumbrante, y la obra de Alice Notley lo demuestra. «Grave of Light» es el título de su poesía selecta. Los críticos sitúan a Alice Notley, que tiene actualmente setenta años, en la segunda generación de la Escuela de Nueva York (la de Ashbery, O’Hara, Koch, Schuyler, Berrigan), pero eso en realidad no importa mucho. «Yo no tengo una poética», dice Notley. «Las poéticas son chorradas, inventos comerciales». Y luego: «Yo pertenezco a mi propia escuela poética».
Es como si en Estados Unidos la poesía, desde hace ya unos cuantos años, hubiera comenzado a convertirse en algo diferente de cualquier cosa que hubiera habido antes. Algo prefigurado, quizá, por John Ashbery, por James Merrill, por la difícil música de Robert Creeley. Se trata de esos poemas que se publican, por ejemplo, en «The New Yorker», esas piezas altamente inteligentes, totalmente a-musicales, llenas de ingenio y observaciones visuales sobre la realidad contemporánea y que capturan de forma magistral las cadencias de la voz hablada. Una poesía que borra cualquier límite que pudiera separarla de la prosa, de la narración, del diario; que une lo social con lo íntimo, lo coloquial con lo visionario. Estas son, también, las líneas principales de la poesía de Alice Notley.
«La poesía de la realidad», escribe Steve Silberman a propósito de Alice Notley, «es una prosa pulida y luciente». ¿No es maravilloso definir la poesía como un tipo de prosa? Cuatro elementos me gustaría destacar en la poesía de Alice Notley: la voz, la luz (el color, la imagen), el ritmo y lo narrativo.
«La prosodia», dice Alice Notley en una entrevista para la siempre inspirada revista «Bomb», «trata en realidad sobre tu propia voz, tu propia fisiología, tus propias vibraciones». El segundo marido de Notley, Douglas Oliver, hacía experimentos colocando electrodos en la garganta de personas a las que luego pedía que leyeran poemas y obtenía, de este modo, los gráficos sonoros de un poema. La idea era que la prosodia es lo que uno puede encontrar en esos gráficos. Notley no está interesada en estos experimentos en sí, pero sí en su espíritu.
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Es como si en Estados Unidos la poesía, desde hace ya unos cuantos años, hubiera comenzado a convertirse en algo diferente de cualquier cosa que hubiera habido antes. Algo prefigurado, quizá, por John Ashbery, por James Merrill, por la difícil música de Robert Creeley. Se trata de esos poemas que se publican, por ejemplo, en «The New Yorker», esas piezas altamente inteligentes, totalmente a-musicales, llenas de ingenio y observaciones visuales sobre la realidad contemporánea y que capturan de forma magistral las cadencias de la voz hablada. Una poesía que borra cualquier límite que pudiera separarla de la prosa, de la narración, del diario; que une lo social con lo íntimo, lo coloquial con lo visionario. Estas son, también, las líneas principales de la poesía de Alice Notley.
«La poesía de la realidad», escribe Steve Silberman a propósito de Alice Notley, «es una prosa pulida y luciente». ¿No es maravilloso definir la poesía como un tipo de prosa? Cuatro elementos me gustaría destacar en la poesía de Alice Notley: la voz, la luz (el color, la imagen), el ritmo y lo narrativo.
«La prosodia», dice Alice Notley en una entrevista para la siempre inspirada revista «Bomb», «trata en realidad sobre tu propia voz, tu propia fisiología, tus propias vibraciones». El segundo marido de Notley, Douglas Oliver, hacía experimentos colocando electrodos en la garganta de personas a las que luego pedía que leyeran poemas y obtenía, de este modo, los gráficos sonoros de un poema. La idea era que la prosodia es lo que uno puede encontrar en esos gráficos. Notley no está interesada en estos experimentos en sí, pero sí en su espíritu.
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Laura Escudero recibe premio Iberoamericano de Poesía para Niños
La autora argentina Laura Escudero recibió el Premio Iberoamericano de Poesía para Niños, por su libro ''Ema y el silencio''.
Este año, el jurado que eligió la obra entre más de 300 manuscritos, estuvo conformado por la poeta Mercedes Calvo, Susana Díaz, pedagoga y María Emilia López, también docente con especialidad en la lectura para niños. El fallo se dio por unanimidad.
Laura Escudero tiene maestría en la Castilla- La Mancha, ha sido ganadora en dos ocasiones del premio el Barco de Vapor, de SM. Su libro premiado será publicado el próximo año por el Fondo de Cultura Económica, ya que desde el comienzo del certamen se dio la alianza editorial con el FCE, para la publicación de las obras ganadoras. Igualmente, el texto se publica acompañado de ilustraciones.
En la entrega realizada dentro de la FIL estuvo la poeta Marta Riva Palacio, ganadora de la pasada edición del certamen. Su libro fue publicado por el Fondo de Cultura Económica. Marta apuntó que el premio busca encontrar una voz propia que tenga la fuerza necesaria para conmover al lector, sin importar su edad: ''no hay una sola forma de hacer poesía, sino muchos''. Agregó que cada autor parte de la premisa de que los niños están inmersos en su propia poética: ''Celebro a esta Ema...Es colibrí, niña, poeta, sabia. La poesía es lo que decimos, pero también es lo que sucede en el espacio entre cada palabra, entre cada letra'', agregó.
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Este año, el jurado que eligió la obra entre más de 300 manuscritos, estuvo conformado por la poeta Mercedes Calvo, Susana Díaz, pedagoga y María Emilia López, también docente con especialidad en la lectura para niños. El fallo se dio por unanimidad.
Laura Escudero tiene maestría en la Castilla- La Mancha, ha sido ganadora en dos ocasiones del premio el Barco de Vapor, de SM. Su libro premiado será publicado el próximo año por el Fondo de Cultura Económica, ya que desde el comienzo del certamen se dio la alianza editorial con el FCE, para la publicación de las obras ganadoras. Igualmente, el texto se publica acompañado de ilustraciones.
En la entrega realizada dentro de la FIL estuvo la poeta Marta Riva Palacio, ganadora de la pasada edición del certamen. Su libro fue publicado por el Fondo de Cultura Económica. Marta apuntó que el premio busca encontrar una voz propia que tenga la fuerza necesaria para conmover al lector, sin importar su edad: ''no hay una sola forma de hacer poesía, sino muchos''. Agregó que cada autor parte de la premisa de que los niños están inmersos en su propia poética: ''Celebro a esta Ema...Es colibrí, niña, poeta, sabia. La poesía es lo que decimos, pero también es lo que sucede en el espacio entre cada palabra, entre cada letra'', agregó.
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Recital de poesía de Menchu Gutiérrez y Marcos Díez en Santander
Menchu Gutiérrez (Madrid,1957) Escritora. De formación Autodidacta, realizó estudios de arte y literatura en Madrid y Londres. Autora de varias obras en Prosa como "Detrás de la boca" (Siruela, 2007). Como ensayista ha publicado la biografía literaria "San Juan de la Cruz (Omega, 2003) y "Decir la nieve" (Siruela, 2011). Es asimismo autora de varios poemarios ,«Subir al sótano y bajar al ático», escribe Menchu Gutiérrez en Lo extraño, la raíz (Vaso Roto,2015) su nuevo libro de poemas –fruto de un trabajo intermitente pero dilatado en el tiempo.
Marcos Díez (Santander, 1976). Ha publicado los poemarios "Combustión" (Visor 2014) y "Puntos de apoyo" (La Grúa de Piedra 2011). Es autor también del libro de cuentos "Desdoblados" (Valnera 2012). Ganador del Premio de Poesía José Hierro, del Premio Internacional de Poesía Hermanos Argensola y del Premio de Poesía Ciudad de Alcalá. Es autor de guiones de varios cortometrajes, entre ellos "Namnala", que acaba de ser seleccionado para los premios Goya, acumula una docena de premios y más de un centenar de selecciones en festivales de todo el mundo.
Recital en Fundación Casyc de Santander, hoy 3 de diciembre de 2015, a las 19.00 horas.
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Marcos Díez (Santander, 1976). Ha publicado los poemarios "Combustión" (Visor 2014) y "Puntos de apoyo" (La Grúa de Piedra 2011). Es autor también del libro de cuentos "Desdoblados" (Valnera 2012). Ganador del Premio de Poesía José Hierro, del Premio Internacional de Poesía Hermanos Argensola y del Premio de Poesía Ciudad de Alcalá. Es autor de guiones de varios cortometrajes, entre ellos "Namnala", que acaba de ser seleccionado para los premios Goya, acumula una docena de premios y más de un centenar de selecciones en festivales de todo el mundo.
Recital en Fundación Casyc de Santander, hoy 3 de diciembre de 2015, a las 19.00 horas.
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Lectura poética de autoras de la colección eme, de Ediciones La Palma
Colección eme (Escritura de Mujeres en Español), perteneciente a Ediciones La Palma, ha organizado una lectura poética con cuatro de sus autoras: María Antonia Ortega, Marifé Santiago, Luz Pichel yCinta Montagut. El acto será presentado por Nuria Ruiz de Viñaspre, poeta y directora de la colección.
Se realizarán lecturas de "El Emparrado", de María Antonia Ortega; "Las constelaciones del capitán", de Marifé Santiago; "Tran(s)humancias", de Luz Pichel; y "Cenizas", de Cinta Montagut.
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La casa de las habitaciones propias
Una muestra repasa el poder transformador de la Residencia de Señoritas, creada en 1915 para potenciar el progreso de las mujeres
Hace un siglo, un grupo de privilegiadas decidió exhibir nucas, tobillos y neuronas. Se apuntaron a la Universidad y a partidos de hockey. Se vistieron de hombres y se empaparon de libros. Cultivaron el ensayo y el tubo de ensayo, la lingüística y la poesía. Se metieron en política. Se hicieron sufragistas, surrealistas y lo que hiciese falta.
Para todo ello sirvió la Residencia de Señoritas, creada para espolear el talento y la formación de las mujeres, “una habitación propia para las españolas”, en expresión —citando a Virginia Woolf— de Almudena de la Cueva y Margarita Márquez Padorno. Ambas son comisarias de la exposición Mujeres en vanguardia, que desde ayer y hasta el próximo 27 de marzo repasa en la Residencia de Estudiantes, en Madrid, la corta y revulsiva historia de una institución que nació en 1915 y que, como tantas otras luces, se apagó durante la Guerra Civil.
Cuando los reformadores, embebidos del espíritu de la Institución Libre de Enseñanza, decidieron abrir ese año en la capital española un espacio para las jóvenes que querían seguir estudiando, solo habían pasado cinco años desde la legalización de la presencia de las mujeres en la Universidad mediante una real orden. Antes asistían rodeadas de bedeles, tutores y asombros. Nada incoherente en un país donde el siglo XX se había estrenado con un analfabetismo femenino del 71%, 16 puntos más que el masculino.
Al frente de esa casa se colocó María de Maeztu (Vitoria, 1882- Buenos Aires, 1948), una mujer que no se había cortado el pelo, pero que había segado sucesivos convencionalismos al matricularse en Filosofía y Letras y, más tarde, en Derecho.
Para captar la atmósfera de la época, donde convivían progreso y caspa, baste dejar constancia de la solemne reunión convocada en el Colegio de Abogados de Bilbao para impedir que Maeztu ejerciese tras licenciarse, hecho que recordó el lunes en la Fundación Ortega-Marañón María José Turrión, coeditora del libro La Residencia de Señoritas (Ediciones Universidad de Salamanca).
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Para todo ello sirvió la Residencia de Señoritas, creada para espolear el talento y la formación de las mujeres, “una habitación propia para las españolas”, en expresión —citando a Virginia Woolf— de Almudena de la Cueva y Margarita Márquez Padorno. Ambas son comisarias de la exposición Mujeres en vanguardia, que desde ayer y hasta el próximo 27 de marzo repasa en la Residencia de Estudiantes, en Madrid, la corta y revulsiva historia de una institución que nació en 1915 y que, como tantas otras luces, se apagó durante la Guerra Civil.
Cuando los reformadores, embebidos del espíritu de la Institución Libre de Enseñanza, decidieron abrir ese año en la capital española un espacio para las jóvenes que querían seguir estudiando, solo habían pasado cinco años desde la legalización de la presencia de las mujeres en la Universidad mediante una real orden. Antes asistían rodeadas de bedeles, tutores y asombros. Nada incoherente en un país donde el siglo XX se había estrenado con un analfabetismo femenino del 71%, 16 puntos más que el masculino.
Al frente de esa casa se colocó María de Maeztu (Vitoria, 1882- Buenos Aires, 1948), una mujer que no se había cortado el pelo, pero que había segado sucesivos convencionalismos al matricularse en Filosofía y Letras y, más tarde, en Derecho.
Para captar la atmósfera de la época, donde convivían progreso y caspa, baste dejar constancia de la solemne reunión convocada en el Colegio de Abogados de Bilbao para impedir que Maeztu ejerciese tras licenciarse, hecho que recordó el lunes en la Fundación Ortega-Marañón María José Turrión, coeditora del libro La Residencia de Señoritas (Ediciones Universidad de Salamanca).
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Ángeles Caso narra la historia de las hermanas Brontë
La escritora Ángeles Caso narra la historia de la familia Brontë en su novela “Todo ese fuego” (Planeta), trasladando a las páginas de la ficción la historia real y documentada de tres escritoras que en plena época victoriana revolucionaron la poesía y la literatura escrita por mujeres.
Cuando las hermanas Brontë pergeñaban sus primeros poemas, siendo aún unas niñas, lo hacían a escondidas de todos, especialmente de su padre, que consideraba que la escritura era una actividad destinada exclusivamente a los hombres y en la que las mujeres no debían siquiera pensar: su padre, que las había educado en la pasión por la libertad y en el amor por la lectura.
No era esta la mentalidad exclusiva de un pastor protestante de ideas conservadoras sino el sentir general de la sociedad inglesa de la época, en la que las mujeres estaban destinadas al matrimonio y la procreación. Incluso el poeta Robert Southey, quien apreciaba los versos juveniles de Charlotte, le previno para que se alejase de la escritura.
Ángeles Caso ha sabido penetrar en este ámbito personal de las mujeres cultas y con talento a quienes los prejuicios sociales impedían mostrar al mundo su creatividad y que lucharon por imponer su criterio y sus ideas, primero desde la clandestinidad, enmascaradas bajo un seudónimo, y definitivamente con la valentía de revelar sus verdaderas personalidades y denunciar las contradicciones de una sociedad enferma de soberbia.
Una sociedad que elogiaba su poesía y sus novelas porque estaban firmadas con nombres de hombre, unas obras que con seguridad atraerían la cólera y la rabia de las mismas personas que las ensalzaban, si supiesen que habían sido escritas por mujeres.
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Cuando las hermanas Brontë pergeñaban sus primeros poemas, siendo aún unas niñas, lo hacían a escondidas de todos, especialmente de su padre, que consideraba que la escritura era una actividad destinada exclusivamente a los hombres y en la que las mujeres no debían siquiera pensar: su padre, que las había educado en la pasión por la libertad y en el amor por la lectura.
No era esta la mentalidad exclusiva de un pastor protestante de ideas conservadoras sino el sentir general de la sociedad inglesa de la época, en la que las mujeres estaban destinadas al matrimonio y la procreación. Incluso el poeta Robert Southey, quien apreciaba los versos juveniles de Charlotte, le previno para que se alejase de la escritura.
Ángeles Caso ha sabido penetrar en este ámbito personal de las mujeres cultas y con talento a quienes los prejuicios sociales impedían mostrar al mundo su creatividad y que lucharon por imponer su criterio y sus ideas, primero desde la clandestinidad, enmascaradas bajo un seudónimo, y definitivamente con la valentía de revelar sus verdaderas personalidades y denunciar las contradicciones de una sociedad enferma de soberbia.
Una sociedad que elogiaba su poesía y sus novelas porque estaban firmadas con nombres de hombre, unas obras que con seguridad atraerían la cólera y la rabia de las mismas personas que las ensalzaban, si supiesen que habían sido escritas por mujeres.
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