21 de diciembre de 2015

Cuestionario literario: Rebeca García Nieto

1 Cubierta Eric 1Licenciada en psicología y especialista en psicología clínica,Rebeca García Nieto no es nueva en el mundo de la literatura. La dedicación profesional a la psicología ha convivido en García Nieto con la más plena dedicación a la literatura, una dedicación que se plasma en su labor como crítica literaria en diversos medios así como en su faceta como autora literaria.
En el 2012 publicaba Historia de una mirada, una novela que fue seleccionada para el Festival du Premier Roman de Chambéryy, también, dentro de la obra colectiva –Galería de invisibles– el breve ensayo Hugo von Hofmannsthal y Stefan George: el remitente y el destinatarioAhora en el 2015, García Nieto regresa a la ficción narrativa con Eric: sin ser en absoluto autobiográfica, Eric nace de la experiencia de la autora en Nueva York, ciudad donde transcurrió un año trabajando en un hospital y, como dice la propia autora, se trata de una obra en la que, con respecto a su primer trabajo de ficción, es posible observar una mayor influencia de su formación en psicología, disciplina que no aparece de forma explícita como tema, pero cuyas referencias, sobre todo en cuanto a trastornos, sirven a la autora para construir unos personajes caracterizados por el miedo, el abandono y, a la vez, el rechazo de la propia historia y la paranoia persecutoria. La desmitificación de la ciudad de Nueva York, experiencia que la autora, como ella misma confiesa, vivió durante su estancia al comprobar cuán lejos estaba aquel “sueño americano” y cuán contradictoria era una ciudad entregada, por una parte, a la ética y a la esclavitud del trabajo y, por otra parte, una ciudad extremadamente hostil en referencia a las desigualdades sociales y al abandono de determinados sectores urbanos y sociales, adquiere en Eric un valor central a la vez que trasciende la propia trama. La huida del pasado por parte de los padres de Eric, auto-exiliados del propio pasado que quieren olvidar, es el punto de partida de esta novela donde, Astor City (Manhattan), espacio geográfico donde se enmarca la trama, se convierte en un espacio ideal y, a la vez, en un refugio para los padres de Eric que no sólo huyen, despatriados y auto-despatriados, de su propia vida precedente, sino que buscan construir un marco y un contexto nuevo para su hijo. Los dos protagonistas buscan en Astor City el lugar en el mundo para Eric: sin embargo, ese espacio ideal, eseDorado voltariano se revela inexistente. En efecto, lejos de construir un espacio utópico, Rebeca García Nieto desmonta la utopía, revela su falsedad y, en cierta manera, castiga las ensoñaciones de los padres de Eric, unas ensoñaciones que, como tales, se revelan irrealizables. En este sentido, la novela adquiere tintes kafkianos puesto que, a lo largo de la historia, Astor City va mostrándose en esa misma contrariedad con la que se le mostraba Nueva York a la autora: contrariedad y, a la vez, sin sentido terminan por definir Astor City. Asimismo, tan irreal es Astor City como imposible es la huida del pasado que acecha a los padres de Eric, convirtiéndose en origen de miedos y de paranoias. El terror hacia un pasado que no termina de explicitarse y, a la vez, el terror hacia un presente que no puede sino revelarse como eco de ese pasado invade a los padres de Eric; es un miedo hacia aquello que pasó y, sobre todo, hacia aquello que puede conllevar ese pasado. El miedo a que los vecinos conozcan el origen de la historia, descubran el motivo del traslado a Astor City, el miedo, en el fondo, a ser descubiertos y, consecuentemente, el miedo y el absoluto rechazo a aceptar un pasado que no puede borrarse definen la novela de Rebeca García Nieto y la ponen en relación no sólo con Kafka –especialmente el Kafka de El proceso-, sino también con Thomas Pynchon en la descripción del carácter paranoico de la sociedad norteamericana, marcada por el constante miedo a toda posible amenaza y obsesionada con la más férrea vigilancia.
¿Cuál es su idea de felicidad perfecta?  
Lo que uno siente cuando sale del decimoquinto bar de una ruta de vinos en bicicleta. A partir de ahí todo se viene abajo: la felicidad, los cuerpos, las bicicletas…
¿Cuál es su gran miedo?
La verdad es que soy algo hipocondriaca. Hace un par de años tuve una neuropatía periférica por un antibiótico. Durante unos días perdí la sensibilidad de las dos manos. La idea de no poder volver a escribir me aterrorizó.
¿Cuál considera que es la virtud más sobrevalorada?
La obediencia.
¿En qué ocasiones recurre a la mentira? (en el caso que confiese mentir)
¿Vale mentirse a uno mismo? Si es así, a diario. Es muy difícil estar cuerdo sin una dosis alta de autoengaño.
¿Se muerde la lengua antes de expresar determinadas opiniones por temor al qué dirán?
Por respeto a la persona que tengo enfrente, puede; por temor al qué dirán, jamás.
¿Cuándo fue la última vez que tuiteó o publicó algún comentario en las redes sociales con plena libertad?
Hace un rato.
¿Qué es para usted la libertad?
Disponer de mi tiempo como me venga en gana. Sin imposiciones. Sin horarios.
¿Siente el ser una persona reconocida públicamente le resta libertad con respecto a la persona anónima?
Bueno, en primer lugar no soy una persona reconocida públicamente, así que no sé. Sí que creo que para publicar, es decir, para hacer público algo que antes estaba guardado en un cajón, o en un archivo del ordenador, hay que ser o muy valiente o muy inconsciente, y ser relativamente inmune a las opiniones de los demás.
¿Hablar y expresar públicamente opiniones políticas o silenciarlas?
Pues depende. De todas formas, creo que, con las redes sociales, tendemos a sobrevalorar nuestra opinión. Ahora todo el mundo cree ser experto en todo y opina con mucha alegría sobre el tema del día, ya sea sobre política o lo que se tercie. Pensamos que tenemos una audiencia planetaria cuando lo cierto es que nuestras opiniones le interesan a dos o tres personas en total.
¿Activismo público o compromiso privado?
Allá cada uno. No obstante, pienso que la literatura, al menos cierta forma de literatura, es ya activismo. No me gustan los libros que  le dicen al lector qué tiene que pensar o en qué tiene que creer, pero sí los que le hacen cuestionar las cosas. Me interesa la literatura que incomoda, que se contrapone al discurso oficial. Creo que es necesaria.
¿Informarse o ser informado?
Informarme. Estamos bombardeados de información, de datos, de minucias. Es importante filtrar la información que recibimos.
¿Qué es para usted y qué valor tiene la información?
Internet ha contribuido a la democratización del conocimiento, y eso está muy bien. La información es muy valiosa, pero los que tienen el poder –político, económico- también lo saben. Los medios de comunicación no son inocentes. Básicamente, creo que sabemos lo que nos permiten saber. Tenemos acceso a muchos datos, pero no sé si nos dejan saber lo importante. Bueno, paro que me estoy poniendo en plan Pynchon, o directamente paranoica
La cultura, ¿cuestión de esnobismo o conocimiento transversal?
Cuestión de resistencia, más bien. Como digo, me interesan las formas de cultura que plantean preguntas, que invitan a cuestionar las cosas. Ponerse a leer un libro es, de por sí, un acto de resistencia. Para empezar, cuando uno se mete en un libro, desconecta de redes sociales, de la tele, del mundo real. Cuando uno lee, está a solas con sus sentimientos y pensamientos. Y eso es algo que a mucha gente se le está olvidando porque cada vez lo hace con menos frecuencia. Ese acto que antes era cotidiano ahora es cada día más heroico.
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¿Todo es cultura? O, mejor dicho, ¿qué no es cultura para usted?
No todo es cultura. Las corridas de toros, por ejemplo, para mí no lo son.
¿Sus referentes culturales son literarios, musicales, artísticos, cinematográficos…?
Literarios, musicales y cinematográficos. Me interesa el arte, pero no estoy ni mucho menos al día de lo que se mueve en los círculos artísticos.
¿Un autor para releer?
Thomas Bernhard es un autor para leer ininterrumpidamente. A Delibes también vuelvo con frecuencia.
¿Un autor recién descubierto?
Joy Williams, publicada en España por Alpha Decay.
¿Una película, una obra de teatro o un espectáculo recientemente visto y que no olvidará?
La última película que me impresionó, y de eso ya ha llovido, fue Nymphomaniac, de Lars von Trier (en especial, la primera parte; la segunda me decepcionó un poco).
La creación, ¿un arte, una pasión o un ofició que se puede aprender?
Creo que el talento se tiene o no se tiene, no se aprende. Por otra parte, creo que la escritura es un acto un tanto desesperado. Algunos de mis colegas psiquiatras creen que se parece mucho a un síntoma psiquiátrico. Es a la vez herida y sutura. Doloroso y placentero al mismo tiempo.
¿Todos podemos escribir un libro?
Supongo que con mucho trabajo y una buena labor de investigación todos, o casi todos, podemos escribir un libro…  Otra cosa es que ese libro sea literatura.
¿Todos podemos publicar?
Con Amazon, parece que sí.
¿Todos podemos ser artistas?
No. Yo creo que el artista nace. Los cursos, los talleres… pueden ayudar a perfeccionar la técnica, a coger oficio, pero, como decía antes, el talento se tiene o no se tiene, no se aprende.
El éxito, ¿personal o profesional?
No me gusta mucho la palabra “éxito”, me parece muy relativa y, sobre todo, muy americana. De todos modos, si tengo que elegir, lo personal siempre primero.
El éxito, ¿fama, dinero, reconocimiento o no necesariamente?
Ninguna de las anteriores es correcta… Creo que un escritor debe aspirar a que lo lean el mayor número de lectores y, sobre todo, a ser respetado. Poco más. El reconocimiento es caprichoso y a veces responde a intereses extraliterarios.
¿Cuál considera que es su gran logro?
Haber escrito cuatro libros a pesar de tener un trabajo bastante duro. Compaginar la literatura y la psicología me resulta cada día más complicado.
¿Cuál es su lema?
Es mejor arder que apagarse lentamente. (De un tal Neil Young).
 http://www.culturamas.es/

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