El espíritu de la pintura - Museo del Prado
La supuestamente mejor pinacoteca del mundo, la mayor concentración de obras maestras de la pintura occidental, permite por primera vez a un artista actual que realice in situ una serie de obras para ser expuestas junto a la colección permanente, un privilegio muy especial, una apuesta arriesgada y una iniciativa que desafía convencionalismos y que busca espolear el interés del público. El Museo del Prado, con la ayuda de una multinacional española comprometida con la innovación, presenta un proyecto que vincula a los maestros del pasado con la creación más actual y vanguardista representada por el artista chino Cai Guo-Qiang, quien atraido por El Greco y compañía pretende interpretar y sublimar a unos cuantos maestros de la tradición pictórica a través de su innovadora y particular técnica artística. Vayamos por partes. Cai Guo-Qiang nació en 1957 en Quanzhou, en la provincia de Fujian, China. Tras practicar dibujo, vídeo, escultura y performance, establecido en Japón desde 1986 hasta 1995, exploró los efectos de controladas explosiones de pólvora sobre óleos previos, buscando captar 'el alma' de lo plasmado por una senda a medio camino entre lo figurativo y lo abstracto. Vive y trabaja en Nueva York y junto con el anterior director del Prado, Miguel Zugaza, planeó este original intervención, que ha partido de convertir el Salón de Reinos en su estudio temporal, produciendo allí un conjunto de ocho obras, inspiradas en la memoria de este espacio palaciego, durante las semanas previas a la inauguración de la exposición, culminando con la pieza que da nombre a la muestra, 'El espíritu de la pintura', una tela a la escala monumental de 18 metros de largo por tres de ancho. Tanto esta como las otras siete obras creadas en el Salón de Reinos con pólvora se suman a 19 realizadas previamente en Nueva York, un conjunto de 27 trabajos completados con materiales preparatorios y otra documentación vital, como los dibujos en cajas de cerillas de su padre, que fue capital en su vocación artística.
En cuanto al Salón de Reinos puesto a disposición del artista para realizar una parte de lo expuesto, recordemos que fue el gran espacio de ceremonias y fiestas del Buen Retiro, el palacio que el conde-duque de Olivares mandó construir como casa de recreo para Felipe IV junto a la iglesia de San Jerónimo el Real, en la década de 1630. Su complejo programa decorativo, que evocaba el pasado, el presente y el futuro de la Casa de Austria y celebraba los triunfos del reinado, era una afirmación resonante del poder de la monarquía española. Durante la Guerra de la Independencia el palacio del Buen Retiro fue destruido en su mayor parte, pero el Salón de Reinos quedó en pie, mudo recordatorio de una edad lejana. Las pinturas que en otro tiempo decoraron sus paredes pasaron al Museo del Prado, donde se han conservado hasta el día de hoy, mientras el propio Salón se convertía en Museo del Ejército. Ahora, a comienzos del siglo XXI, aprobados los planes de ampliación del Museo del Prado y el traslado del Museo del Ejército a otro emplazamiento, queda por fin abierto el camino para poder devolver al Salón de Reinos algo semejante a su aspecto original. Si estos planes se llevan a cabo, el Salón recuperará el lugar que le corresponde, al lado de la Banqueting House de Whitehall y la Galerie des Glaces de Versalles, como monumento supremo a las ambiciones de los príncipes y los estadistas del siglo XVII y ejemplo señalado de la capacidad del arte para sobrevivir a la manifestación efímera del poder.
Volviendo al artista chino, su original técnica de prender calculadas cantidades y clases de pólvora sobre lienzos de papel previamente pintados y decorados, ha conseguido que sea considerada como un nuevo medio de expresión artística contemporánea. Usando fusibles creaba explosiones de potencia variada -entre uno y quince segundos de duración- que actuaban sobre el óleo, los pigmentos y materias depositadas, esparciéndolas en imágenes complejas y misteriosas. Actualmente usa tecnología muy sofisticada y ha llegado a crear una empresa que crea espectáculos de explosiones aéreas semejantes a fuegos artificiales para grandes eventos. Cai no es el único artista actual, sin embargo, que usa fuego y explosiones. Ya Joan Miró ensayó los efectos de medio quemar sus telas, y por ejemplo Radya Timofey usa cócteles molotov en sus obras y Rob Tarbell emplea humo y llamas. Pero sí que despliega explicaciones filosóficas sumamente ambiciosas para resumir los efectos logrados.
Hay que añadir que este no es el primer proyecto de estas características que Cai realiza. En 2014 presentó en Buenos Aires 'Impromptu', una serie de obras realizadas en la Argentina durante varias semanas, fruto de un recorrido por el país, y en 2012 'actuó' en directo en el Museum of Contemporary Art de Los Angeles, California.
Su fórmula compositiva, 'Qi cheng zhuan he', se articula en la exposición en varias secciones. El Inicio ascendente (qi) muestra en la primera sala su diálogo con el espíritu del Greco. Incluye Día y Noche en Toledo, la primera obra con pólvora realizada en Madrid, recreando lo que quedó en su mente cuando visitó Toledo a comienzos de 2017. Realizó el cuadro espolvoreando por turno pólvora cruda negra y de colores. La ciudad, la catedral, el Tajo y el cielo aparecen como un espejismo, 'como si la historia y el presente se solapasen en un tiempo y espacio definidos', explica.
Su interpretación del Apostolado del Greco, un acto de extracción y reimpresión de la espiritualidad que transmiten los doce retratos del artista cretense, consiste en que para cada apóstol tendió un lienzo en el suelo y esparció pólvora por encima, colocó un lienzo en blanco sobre el primero y los prendió simultáneamente. El lienzo de abajo es más figurativo y el de arriba más abstracto, 'como si se hubiera extraído la espiritualidad del Greco y fijado su huella', dice.
En la serie En busca del Greco, trata de estudiar la técnica pictórica del Greco por medio de la pólvora y su deflagración, buscando evocar el flujo del color, la energía, la luz y la sombra. Muestra la pugna del artista por determinar qué carga de pólvora negra se debe mezclar con la de colores antes de utilizarla. Una cantidad mayor causa una deflagración más rápida que genera colores ennegrecidos y efectos limitados de humo de color y una cantidad menor puede proporcionar un colorido más rico, pero con el riesgo de que la pólvora de colores no llegue a prenderse por completo.
En la siguiente sección, Desarrollo (cheng), asume una forma de expresión más abstracta, y por lo tanto un aire algo más puro y elevado. Ceremonia negra y Las nubes distantes –creadas en el Salón de Reinos- expresan el duelo de Cai hacia personas queridas que ha perdido en los últimos años. El resto de las obras de esta sala reflejan su estudio de materiales y técnicas, y arrojan luz sobre la abstracción inherente al empleo de pólvora como material pictórico.
Ya en la tercera sección, Transformación (zhuan), quiere mostrar una nueva energía con las piezas La lujuria llameante, Amapolas negras y El último carnaval para culminar con la citada obra monumental El espíritu de la pintura, que busca la liberación desenfrenada de la sensibilidad artística del creador chino, que cuenta que es la culminación de más de dos años de análisis del espíritu de la pintura en la colección del Prado. Cai ha enriquecido su técnica en esta obra, poniendo sobre el lienzo, entre otras cosas, plantas y telas clásicas españolas, para hacer explotar muestras de la naturaleza, la cultura y la historia locales como 'una liberación final, osada y catártica'.
El último carnaval se basa en el estudio que Cai ha dedicado a las obras de Rubens presentes en el Prado, y concretamente a su habilidad para capturar el movimiento dinámico de hombres y animales, y se inspira también en el Jardín de las delicias del Bosco. La idea central ha sido crear una atmósfera abstracta en la que los animales de diferentes especies han sucumbido a la hibridación. La obra retrata un ambiente artificial en el que los seres vivos siguen gozando a pesar de que en el planeta ya solo queda una charca de agua.
En Amapola negra, a lo largo de sucesivos lienzo, Cai va reduciendo la cantidad de pólvora negra, hasta que deja al descubierto el rojo brillante que se ocultaba debajo. La obra expone el paso del tiempo. 'Lejos de expresar la energía, explica, he intentado dejar que sea la energía la que presente su propio avance'.
En Alquimista descarta las plantillas que utiliza en otras obras y se vale de las manos como pinceles que acarician la pólvora y le dan forma. La obra se inspira en la antigua alquimia y representa su símbolo icónico, el león verde. Pensando en la transformación de la pólvora como material y valiéndose del flujo de energía que genera, Cai ha homenajeado con ella la grandeza prodigiosa, alquímica, de los antiguos maestros del Prado.
La obra central de la cuarta sección, Unificación (he), gira en torno al Salón de Reinos como tema y evocar los fantasmas de los artistas del pasado como Velázquez. 'También he intentado expresar las sensaciones que he vivido en el Salón de Reinos… perdido en la ensoñación del crepúsculo'. En Palmira'intenté primero utilizar la pólvora y la deflagración para recrear el Tres de mayo de Goya, buscando su energía y su tensión, y también realizar un gesto de empatía de un museo mundialmente célebre a un hito de la civilización antigua en el momento de su desgracia'.
Entre Valle en celo y Montaña en celo buscan un equilibrio de yin y yang, evocando la pintura oriental con aguadas de tinta. En Montaña en celo 'el remolino de deseo y pasión que surge en el interior de esta montaña de hongos afrodisíacos está próximo a estallar': persigue la impresión de profundidad superponiendo capas de textura sobre el plano pictórico, 'desgarrado entre la ligereza y sencillez del arte contemporáneo y la profundidad y armonía de la pintura clásica, tratando de comunicar una nueva estética'.
La exposición finaliza con una sección que relata los orígenes y las historias que subyacen tras ella. Comienza con los dibujos realizados por el padre de Cai en cajas de cerillas y con dos de las obras tempranas de Cai, un óleo y un acrílico, que hablan de la influencia del Greco sobre él. Las fotografías narran el viaje que Cai realizó con la mayor de sus hijas siguiendo los pasos del Greco y los bocetos seleccionados hablan de la relación del artista con la colección del Prado, y revelan su proceso creativo para esta exposición, incluyendo reflexiones sobre el color, el concepto y el tema. Finalmente, un documental de Isabel Coixet recoge el proceso de gestación y creación de este proyecto. La carpeta resumen del catálogo es excelente. Visitar estas dos imponentes salas a mitad de recorrido por la colección permanente será una experiencia digna de vivirse y juzgarse con criterios propios.
La muestra resulta impresionante aunque no estemos seguros de que su intento de captar el espíritu de la pintura sea algo más que una interesante técnica puesta al servicio de un artista con ideas profundas. Cai Guo-Qiang crea pequeños bigbang en busca del origen, deconstruye ideas plasmadas para sembrar espirales atómicas, produce efectos nuevos jugando con la energía y la materia. Definir el resultado con frases convencionales es reducirlo a eslóganes.
Aproximación a la exposición (del 1 al 10)
Interés: 8
Despliegue: 8
Comisariado: 8
Catálogo (avance): 9
Documentación a los medios: 8
Museo Nacional del Prado, edificio Jerónimos. Salas C y D.
“El espíritu de la pintura. Cai Guo-Qiang en el Prado”
Del 25 de octubre de 2017 al 4 de marzo de 2018
Comisario: Alejandro Vergara, conservador del Museo del Prado
Este patrocinio se enmarca en el apoyo de ACCIONA a los proyectos más innovadores del Museo del Prado con la apertura de sus instalaciones a artistas vivos como Miquel Barceló, Thomas Struth, Cy Towmbly y Richard Hamilton, entre otros.
La tarifa única de entrada al Museo es de 15 euros (reducida o gratuita, conforme a las condiciones habituales ya establecidas) y permite la visita a la colección permanente, la exposición “El espíritu de la pintura. Cai Guo-Qiang en el Prado” y a las exposiciones temporales coincidentes con su calendario de apertura.
De lunes a sábado de 18.00 a 20.00 horas, y domingos y festivos de 17.00 a 19.00 horas, todos los visitantes que quieran acceder a la exposición podrán beneficiarse de una reducción en el precio de la entrada individual que les corresponda, así los visitantes con tarifa general adquirirán una entrada reducida por importe de 7,50 euros y los colectivos con derecho a entrada reducida podrán adquirir la entrada con una reducción del 50%, es decir, a un precio de 3,75 euros
El horario de visita a la exposición será de lunes a sábado, de 10.00 a 20.00h., y domingos o festivos, de 10.00 a 19.00h.
Actividades El propio artista será protagonista de una de las actividades programadas, ya que el 25 de octubre a las 18.30 h. conversará en el auditorio con Alejandro Vergara, conservador del Museo del Prado y comisario de la exposición.
Además, se han organizado itinerarios didácticos por las salas de la exposición los miércoles a las 11.00 y 17.00 h.
Más información en www.museodelprado.es
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