por Almudena Mestre Izquierdo
El mundo está lleno de pequeñas alegrías; el arte consiste en saber distinguirlas.
Ni siquiera se inmutó, siguió pintando con paciencia y tranquilidad a pesar del estruendo fuera de su casa. No miró ni por la ventana, se limitó a seguir ensimismado en su arte. Los colores, los tonos, los matices cambiaban en los cielos de aquel artista que pasaba sus horas mirando sus telas, haciendo mezclas en su paleta y limpiando sus pinceles. Se percató de una tormenta pero siguió entretenido con su arte, no les inquietaba nada más que seguir, aprender nuevas técnicas, repasar las ideas de otros artistas que le ayudasen a completar su proyecto.
Antonio Gómez Sousa
Rosáceos en la playa, barcos anclados en puerto o quizás a la deriva, grises nebulosas de paisajes que se entretejen con la ficción en un espacio único, el suyo, su mundo, el que él crea en su mente a través de una estructura donde existen ideas jerarquizadas y combinaciones fugaces de pensamientos.
Escritor y pintor, va caminando y vagando por el mundo de los sueños, de las ideas fantasmales donde se encuentra consigo mismo. Autobiografía de un círculo o varios que componen su historia; un paisaje le incita un relato, una pincelada invita a una palabra, el silencio de la habitación le hace eco en su interior. Los recuerdos del ayer invaden sus playas donde existe vida y armonía; barcos varados que entrañan historias que nunca sabremos; sueños del inconsciente a través de sus flores que roban armonía en su vida.
Un conjunto de deseos se dibujan en sus ojos mientras pinta con suavidad el impulso del corazón. Una mente ocupada por el trabajo de un artista.
Mirando al infinito sigue con su idea creadora, comienza de nuevo al carboncillo, un trazo y otro trazo hasta acabar su tela repleta de tenues colores que desgranan su paz interior ante la vida donde lo único que admira es el color, la figura, el trazo, el estilo y como no, la armonía y la belleza.
La poética le incita, dibuja en su cerebro y lo transmite al lienzo; su música, su danza, su poesía, le inundan la mente y absorto, termina el día escribiendo un relato y esbozando una marina. A través de sus ojos penetra en el arte de la vida y eso solo, le motiva para seguir viviendo y en definitiva, seguir amando.
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