«La pintura es un camino que puede hacer uno mismo. Me gusta beber de todos lados», indica Francisco Gambín, autor autodidacta que nació en Molina de Segura. No ha cursado los estudios de Bellas Artes, pero a pesar de ello ha participado en varias exposiciones colectivas. Trabajó como publicista en diseño gráfico. Ahora en paro, cuida a sus dos hijas, Elena y Alba, «lo más grande que me puede haber pasado», apunta. Expone hasta el 30 de junio en la Asociación Cultural Murcia Flamenca (calle Vitorio, 16, en Murcia) en la muestra 'Con tiento. Retratos flamencos'.
-¿Cómo es que le llegó la afición por la pintura?
-Fue inevitable. Es una manera de mirar las luces; todo me llama la atención. La realidad tiene otra lectura a los ojos de la pintura. El arte te ayuda a vivir, es algo que siempre está ahí. Hay un momento místico en el que el tiempo no existe. Los artistas somos una caricatura del ser humano, cualquier cosa que se realice con las manos te entretiene.
-¿Cómo calificaría su obra?
-Me gusta el expresionismo y el hiperrealismo puro que parece estar muerto. También el arte abstracto. Al final, creo que me cuesta tener un estilo fijo y calificar las obras.
-¿Qué predomina en sus cuadros?
-La ilustración de prensa y de libros. He realizado muchas portadas.
-¿Por qué se llama 'Con tiento' a su exposición?
-El tiento es un palo del flamenco y también es lo que utiliza el pintor para trabajar con pulso los detalles. Es el que guía a los ciegos y puede considerarse lo de 'echarse un tiento'. Incluso tiene una acepción, que es la tentativa antes de ejecutar una obra definitiva. Esta exposición no deja de serlo y con ella me he lanzado a un reto que me gustaría consolidar con una segunda muestra.
-¿A quienes ha pintado?
-A Camarón de la Isla y Paco de Lucía, Morente, 'El Agujetas', 'Capullo de Jerez'... Me gustan mucho las arrugas de los artistas y el rostro humano es muy expresivo en el cantaor. Es como pintar a alguien gritando sin que dé miedo. El arte es recrear el sentimiento, la alegría y el dolor en toda su belleza.
-¿Es fácil reproducir el flamenco sobre el papel?
-¿Tiene muchos misterios la temática que aborda?-Al principio le tenía miedo a la temática, pero luego ha sido un placer. Es sentimiento y gozo; ha sido un paralelismo el descubrimiento del flamenco y su traducción al papel. Mientras pintaba iba escuchando música, y poco a poco me enamoraba.
-El problema para el artista es pintar las sombras y las luces, y en el flamenco existen muchas. El diálogo que hay entre el cantaor y el guitarrista es algo que traduzco al diálogo del papel con el carboncillo.
-¿Dónde se encuentra el duende en la pintura?
-En todo. Tiene que ver con la actitud con la que 'peleas' la obra. No saber cuándo terminas de pintar un cuadro es una de estas luchas. Hay un momento que ves cuándo tienes las pinceladas justas.
-¿Qué colores predominan en sus obras?
-En esta exposición he empezado con el blanco y negro para sujetarme un poco. Más que de colores hablaría de atmósferas. Los colores también tienen un diálogo, no existen aisladamente.
-¿A qué se refiere cuando habla de atmósfera?
-Es lo que envuelve el cuadro. Cuando pinto uso mucho el trapo; mancho y le hago preguntas. Entonces, van saliendo las luces y creando esa atmósfera particular.
-¿Cuáles son las peteneras del pintor?
-Los fantasmas que le visitan a menudo, sus obsesiones.
-¿Hasta dónde le gustaría llegar?
-De momento, me interesa mucho el día a día. Soy consciente de que la obra perfecta no existe, todo es un recorrido. Quiero seguir pintando sin que se me acabe la pasión.
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