El Museo Nacional de Escultura reutiliza materiales para dar una segunda vida a su exposición sobre Ricardo de Orueta en aulas de Zamora, Salamanca y Madrid
La idea de sostenibilidad está calando en los museos con efectos que van más allá de los usos ecológicos. El Museo Nacional de Escultura participa en una iniciativa del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte que incentiva el reciclaje de exposiciones, alargando la vida de estas para recalar en versiones reducidas en institutos, universidades o centros cívicos.
Se trata de aprovechar todo aquello que pierde su utilidad cuando se clausura una muestra, como paneles, fotografías, banderolas, telas y elementos diversos que conforman el entorno que da contexto a las piezas de arte y buscarle un uso didáctico y expositivo.
Esta filosofía se ha aplicado en el instituto de Educación Secundaria Maestro Haedo, de Zamora, que acoge desde hace varios días una versión reducida de ‘Esto me trae aquí. Ricardo de Orueta, en el frente del arte’, la exposición que el año pasado organizó el Museo Nacional de Escultura como homenaje a su fundador.
En el Palacio de Villena de Valladolid se reunieron más de un centenar de piezas entre esculturas, manuscritos, libros, documentos personales, pinturas y fotografías así como gráficos que plasmaban la huella de Ricardo de Orueta como pionero de la defensa del patrimonio en el tiempo que estuvo al frente de la Dirección General de Bellas Artes del Gobierno republicano, entre 1931 y 1936.
Ahora, el centro museístico redobla su apuesta por rescatar del olvido la figura de Orueta reutilizando los paneles y las fotografías de la muestra original para mostrarlos en el instituto zamorano en una primera etapa antes de recalar en febrero de 2016 en la Facultad de Geografía e Historia de la Universidad de Salamanca y, en mayo, en la de la Universidad Complutense de Madrid.
Perdurar en el tiempo
«Por sostenibilidad se entiende muchísimas facetas, y la que aplicamos en el museo tiene que ver con hacer que las exposiciones perduren en el tiempo para rentabilizar la inversión no solo económica, sino de materiales, e intelectual, de manera que a cuanta más gente llegue y se difunda, más se aprovecha», explica Celia Guilarte, responsable del departamento de Comunicación del Museo Nacional de Escultura.
En la exposición original sobre Ricardo de Orueta predominaba el aspecto gráfico, destacado con profusión a través de paneles y cronologías que remarcaban su faceta documental, lo que hace más factible su reciclaje, en palabras de Celia Guilarte, «algo que no hubiera sido posible hacer con la dedicada a la melancolía clausurada recientemente, donde las obras artísticas eran el elemento esencial e imprescindible que no se puede reemplazar», subraya.
La experiencia del instituto de Zamora ofrece también al museo la oportunidad de llegar a lugares donde no se le conoce y acceder a otros públicos. «Llevar la muestra a Zamora ha sido una experiencia mágica, una lección, porque les entregamos la exposición desmontada, numerada, en ‘plan Ikea’: les facilitamos un documento con instrucciones de montaje y después el instituto tiró de recursos propios haciendo suya la muestra y completándola con un trabajo colaborativo entre profesores, alumnos y padres que ha resultado muy interesante. Nos dieron esa lección que te da gente que no tiene tantos recursos para hacer exposiciones porque no es lo suyo», apunta.
Hay varios institutos de Castilla y León que se han interesado por acoger la versión reciclada de la muestra mientras en el museo se intensifica la apuesta por dar una segunda vida a paneles, cartelería, tejidos y materiales diversos que normalmente se emplean en grandes eventos expositivos. «Intentamos aprovechar todo, desde las banderolas y la tela para hacer bolsas y material para los talleres hasta la madera», asegura Celia Guilarte. Entre tanto, se ha abierto una senda para ampliar el horizonte cultural a exposiciones que acabarán su vida como material didáctico en centros educativos y vecinales.
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