«El Museo del Prado es más importante para España que la República y la Monarquía juntas». Esta es la frase que Manuel Azaña, presidente de la República, llegó a decir a su homólogo Juan Negrín durante la evacuación del Tesoro Artístico Nacional entre la frontera catalana y francesa al final de la Guerra Civil.
Este es el contexto donde comienza «Un cadáver al óleo» (Descrito Ediciones), la octava novela del escritor Joaquín Copeiro, que se presenta este jueves, a las 19.00 horas, en la Librería Taiga de la travesía Gregorio Ramírez, 2.
Es febrero de 1939 y las bombas alemanas e italianas arrecian sobre Figueras, donde la pintora Diana Richardson es asesinada en su domicilio, delante de su último cuadro. Los presuntos culpables camuflan su cadáver y el lienzo en la caravana de evacuación del Tesoro Artístico Español con destino a Ginebra. Carla, hija de la víctima, los persigue hasta las proximidades de Perpiñán. Allí conoce al joven detective Leo Ventura, y ambos acaban uniendo sus fuerzas en una misión que los conducirá a las costas de Normandía.
-Su última novela, «Un cadáver al óleo», comienza con el asesinato de la pintora Diana Richardson a finales de la Guerra Civil y con la evacuación del Tesoro Artístico Español como trasfondo. ¿Qué le atrajo de este hecho histórico?
-Quería conseguir cierta atmósfera histórica, y este episodio excepcional me llamaba la atención porque ha sido poco y mal reconocido históricamente. Siempre se ha atribuido a determinados personajes la responsabilidad de este hecho tanto desde el bando franquista como del republicano. Sin embargo, el investigador Arturo Colorado reivindica a Timoteo Pérez Rubio, pintor y catedrático de dibujo de un instituto de Madrid, casado con la escritora Rosa Chacel, como principal protagonista de la evacuación del Tesoro Artístico Español, una operación que llevó unas 2.000 cajas de embalaje y varias decena de miles de obras de arte desde Madrid hasta Ginebra. Por lo tanto, la novela es, en parte, un homenaje a la figura de Timoteo Pérez Rubio, además de a Juan Negrín y a la Villa Saboya de Le Corbusier
-¿Corrió peligro realmente el patrimonio artístico español durante su traslado?
-En la medida que yo lo conozco, mediante las investigaciones de Arturo Colorado o del historiador Ángel Viñas, desde luego que corrió peligro. Desde noviembre de 1936 ya se producen los primeros bombardeos en Madrid, en el entorno del Museo del Prado. Y ya después, en 1939, en la frontera entre Gerona y Francia, incluso el duque de Alba, que era embajador del Gobierno franquista en Burgos, pidió que parasen los bombardeos nazis e italianos porque se estaba produciendo la evacuación del Tesoro Artístico Español, cosa que no cesa. A pesar de ello, el único cuadro que sufrió algún desperfecto fue «Los fusilamientos del tres de mayo» de Francisco de Goya.
-¿Cómo se ha documentado? ¿Ha viajado a los lugares que aparecen en la novela?
-A mí me suele ocurrir al revés y ya me ha pasado con alguna novela anterior. Es decir, primero escribo de los lugares y luego voy a visitarlos. Hoy con internet tienes acceso a mucha documentación que te facilita el trabajo. Por ejemplo, la prensa francesa de la época es interesantísima, ya que en L'Humanité o Le Figaro hablan de la evacuación del Tesoro Artítico español en noticias digitalizadas.
La cultura, en crisis
-Sobre este hecho, el presidente de la República, Manuel Azaña llegó a decir: «El Museo del Prado es más importante para España que la República y la Monarquía juntas». ¿Cree que la cultura y el arte sonsiempre los principales damnificados en épocas de conflicto y de crisis?
-No hay más que ver lo que está pasando con los islamistas. Pero en este caso concreto, el Gobierno de la República sí fue especialmente sensible, y lo demuestran estas palabras de Azaña, quien incluso estuvo presente en la defensa de ese patrimonio artístico en el castillo de Peralada, en la provincia de Gerona, justo antes de su evacuación por la frontera francesa. Por lo tanto, por supuesto que el arte y la cultura sufren mucho en épocas difíciles, como la que vivió España en ese periodo.
-El arte y la pintura, en particular, están muy presentes en sus novelas y juegan un papel importante, como en «La puerta de las Meninas». ¿Qué importancia tiene para usted esta disciplina artística?
-Para mí la literatura y el arte son las más grandes creaciones humanas y en las que uno puede creer. Cuando uno se para en seco para observar la humanidad a vista de pájaro, se pregunta cómo el ser humano es capaz de las mayores atrocidades y de las genialidades más grandes. Lo mismo sucede con la tecnología y con la ciencia, se aplican en un sentido o en otro. Pero el arte y la literatura son las actividades más nobles desde la época de las cavernas hasta hoy, ya que se dirigen directamente a la sensibilidad de las personas. De hecho, en mis novelas está presenta muchas veces más el arte que la literatura
-«Un cadáver al óleo» está lleno de misterio y de historia, y narra la investigación llevada a cabo por Carla –hija de la pintora asesinada- y el detective Leo Ventura para encontrar a los asesinos. ¿Se podría encuadrar esta novela dentro de un género concreto?
-Uno de los primeros y mejores lectores de mis manuscritos es José María Ruiz Senosiaín, uno de los pocos sabios que hay en Toledo, me dijo que le gustaba porque no es una novela histórica en sí, sino que percibes el trasfondo histórico a través de las peripecias de los personajes. El intento era una novela negra, pero no es una novela auténticamente negra, sino más bien de intriga. En definitiva, creo que es una novela difícilmente ubicable dentro de un género concreto. La verdad es que mi editor, mi hijo Alfredo, fue quien me dio la idea inicial y me propuso escribir esta historia.
-De hecho, el estilo en el que está escrita la novela tiene rasgos que recuerdan al cine. ¿No es así?
-Al ser una historia llena de intriga, de aventura y de acción, cuidé más que la frase no fuera excesivamente larga, que los párrafos no fueran muy engorrosos con el fin de que la lectura fuera más ágil y estilo más directo. Es una novela muy cinematográfica claramente, ya que un hecho ocurre y se lee desde diferentes puntos de vista, que son los de cada personaje. De hecho, es una «road movie», ya que la historia comienza con los protagonistas montados en vehículos -Leo Ventura en los camiones que trasladan las obras de arte y Carla en un Chevrolet- que atraviesan toda Francia hasta Normandía.
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