Los herederos de Lilly Cassirer, una señora judía que se refugió en Estados Unidos poco antes del inicio de la II Guerra Mundial, siguen desde hace años reclamando la propiedad del cuadro ‘La calle de Saint Honoré después del mediodía.
Efecto de la lluvia’, pintado por Camille Pissarro en 1897, que fue propiedad de Lilly hasta que necesitó venderlo para ponerse a salvo de la persecución nazi, y hoy forma parte de la colección del Museo Thyssen-Bornemisza, de Madrid. El año 2015 un juez federal de Los Ángeles sentenció que el cuadro es propiedad del Museo Thyssen-Bornemisza, pero ahora el Tribunal de Apelaciones del Noveno Distrito de San Francisco reabre el caso para conocer si la familia Cassirer es dueña legal de la obra, y de paso condenar al Museo Thyssen-Bornemisza como encubridor de robo.
En 1939, Hitler se afanaba en construir la gran Alemania de sus querencias, invade Checoslovaquia, pacta con Stalin la invasión de Polonia, y en el interior la persecución de razas consideradas inferiores, y los judíos, llega a la máxima crueldad. En esas circunstancias un ‘perito’ con mucha influencia en el régimen visita a la señora Cassirer y le propone un trato: el cuadro de Pissarro a cambio de un salvoconducto para salir de Alemania, más una pequeña cantidad en efectivo que se estima en unos 360 dólares, pero en marcos alemanes. Y Lilly que estaba abocada a ser llevada a los campos de exterminio como todos los judíos, pudo salvarse, llegar a Estados Unidos y crear una familia que, sin esa macabra compraventa, no existiría.
El cuadro pasó a los círculos comerciales; en 1951 estaba en Estados Unidos y fue comprado por el coleccionista Sydney Brody; en 1958, el Gobierno Federar de Alemania compensó a Lilly Cassirer con 120.000 franco, cantidad que fue aceptada por la antigua propietaria. Y en 1992 el Barón Hans Thyssen-Bornemisza adquirió el cuadro en la galería de arte Joseph Hahn, de Nueva York, incorporándolo a su colección; colección que en 1992 fue adquirida por el Estado español con la que forma el Museo Thyssen-Bornemisza de Madrid.
En 2005 el nieto de Lilly, Claude Cassirer, localiza el Pissarro en el museo madrileño y lleva el asunto a los juzgados; no tuvo suerte porque el cuadro no fue robado, sino malvendido en circunstancias extremas. Y pierde el juicio en el tribunal de Los Ángeles. Pero ahora la familia vuelve a plantear la cuestión, que es aceptada por el Tribunal de Apelaciones del Noveno Circuito de San Francisco, que tratará de saber si el museo español –al que la obra llegó después de sucesivas ventas- encubre un robo, cuando el cuadro fue vendido para salvar la vida de su propietaria, hace más de 75 años.
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